La 'manipulaci¨®n' cinematogr¨¢fica
'Cineastas contra magnates' incluye testimonios de Allen, Pollack, Donen y otros directores
Fin de semana cualquiera. No hay planes m¨¢s all¨¢ de una pel¨ªcula en la televisi¨®n, interrumpida repetidamente por la publicidad, amputada por la censura o los sistemas t¨¦cnicos de proyecci¨®n para ganar tiempo. ?Cu¨¢nto se muestra de real y cu¨¢nto de manipulado en las proyecciones cinematogr¨¢ficas, tanto en la pantalla peque?a como en salas de cine? El cineasta checo Milos Forman responde a esta pregunta, a trav¨¦s de la sorpresa propia, en el documental Cineastas contra magnates, del director catal¨¢n Carlos Benpar, que se estrena hoy en Espa?a. "Cuando vi Hair por televisi¨®n no la reconoc¨ª; faltaban 11 n¨²meros musicales. Pero mi nombre segu¨ªa en los t¨ªtulos como director", comenta perplejo el cineasta checo, que en 1999 dirigi¨® Man on the moon.
Con frecuencia, los directores de cine se encuentran en la proyecci¨®n con sus pel¨ªculas totalmente transformadas. Consciente de ello, Carlos Benpar recorri¨® miles de kil¨®metros con su c¨¢mara para obtener los testimonios de los realizadores que m¨¢s han luchado por defender los derechos morales de los creadores sobre sus obras, una vez que ¨¦stas est¨¢n terminadas y empiezan su vida de manera independiente. Cineastas como Sydney Pollack, Woody Allen, Liv Ullman, Arthur Penn, Luis Garc¨ªa Berlanga, Richard Fleischer, Jack Cardiff, Stanley Donen y otros hablan en el largometraje sobre las incidencias de las manipulaciones que cometen contra sus pel¨ªculas distribuidores, exhibidores y televisiones. A trav¨¦s de los argumentos de los cineastas, que se enlazan en un juego de montaje donde da la sensaci¨®n de que el personaje en pantalla conecta con el anterior tras escuchar su alegato, Benpar muestra las atrocidades que sufren las pel¨ªculas desde los or¨ªgenes del cine hasta la actualidad.
Derechos morales
El filme comienza con una narradora en las ruinas de Delfos, donde se reunieron un grupo de directores para discutir c¨®mo proteger sus obras de los destrozos que se cometen contra las mismas. El esp¨ªritu combativo est¨¢ presente desde los inicios de la cinta, que arranca con el Manifiesto de Barcelona de 1987, le¨ªdo por el director Fred Zinnemann (fallecido diez a?os despu¨¦s), en el que se exig¨ªa el derecho de directores y escritores a "ver llegar sus obras al espectador tal y como fueron concebidas originalmente". Benpar coment¨®, durante la presentaci¨®n de largometraje en Madrid, que la Ley de Propiedad Intelectual que databa del siglo XIX no contemplaba el cine. Despu¨¦s de la reforma de 1987 se incluyeron los derechos morales de los directores. Fue precisamente Benpar quien protagoniz¨® la primera denuncia en Espa?a: el motivo fue la exhibici¨®n por parte de Televisi¨®n Espa?ola (TVE) del western de Anthony Mann El hombre del Oeste, con un formato distinto al que fue rodada.
La idea de Cineastas contra magnates naci¨® justamente durante el Manifiesto de Barcelona de 1987, a sugerencia de Zinnemann. Pero no fue hasta 2002 que Benpar puso en marcha el rodaje del documental, que ¨¦l prefiere definir como "ensayo cinematogr¨¢fico", ya que combina distintas formas del lenguaje del s¨¦ptimo arte: material de archivo, fragmentos de otras pel¨ªculas y recreaci¨®n hist¨®rica a trav¨¦s de escenas de ficci¨®n. Esta ¨²ltima, para ejemplificar c¨®mo es la manipulaci¨®n premeditada de la obra art¨ªstica. Una de estas recreaciones hist¨®ricas est¨¢ ambientada en la corte de Felipe II, cuando el monarca amput¨® por ambos lados un cuadro de Tiziano porque no cab¨ªa en el espacio preferencial que le ten¨ªa reservado en El Escorial. "Con esta acci¨®n, el rey de Espa?a se convirti¨® en el inventor del panning-scanning que en la actualidad altera el formato original de las pel¨ªculas", ironiza la productora Kilimanjaro en la nota de prensa. Y es que ya lo dice Woody Allen frente a la c¨¢mara de Benpar: "Si compro un picasso, eso no me da derecho a cortarlo o pintar sobre ¨¦l y cambiar los colores so pretexto de que es m¨ªo, de que lo he pagado y me pertenece".
Adem¨¢s de la participaci¨®n de Fred Zinnemann, el largometraje, escrito por Ferran Alberich y Carlos Benpar, presenta los testimonios de otros cineastas ya fallecidos como John Huston, que reclama su derecho a que no se coloreen sus filmes; o de un Federico Fellini indignado por la intromisi¨®n de la publicidad. "Interrumpir un filme, mortificarlo con la inserci¨®n de spots publicitarios, es una acci¨®n criminal que debe regular el c¨®digo penal", asegura el cineasta italiano.
Pero la lista es larga, y no todos los personajes y argumentos se pueden ver en la primera parte del documental. Por ello, Benpar prepara una segunda pel¨ªcula, "ya rodada y en fase de montaje", que trata sobre el doblaje y la censura que se practica hoy gracias al software.
En la segunda parte de Cineastas contra magnates cuenta con el testimonio del juez que conden¨® a Turner Entertainment por colorear El halc¨®n malt¨¦s sin el permiso de John Huston, su director. Mientras que en la primera la cinta recoge a un Huston impotente: "Rod¨¦ El halc¨®n malt¨¦s en blanco y negro, igual que un escultor decide hacer una obra en arcilla, en bronce o esculpirla en m¨¢rmol. Ted Turner ha coloreado mi filme diciendo que la pel¨ªcula le pertenece porque la ha comprado".
El material es abundante. Y lo peor de todo, seg¨²n Benpar, es que el p¨²blico no suele saber nada de todas estas manipulaciones. Por ello, mientras esta primera parte es una defensa de la obra del director, la segunda entrega estar¨¢ dirigida al punto de vista del espectador. Si, como dec¨ªa Picasso, "el arte es la mentira que m¨¢s acerca a la verdad", no en vano el actor Burt Lancaster, que muri¨® en 1994, defiende en el filme que "el valor est¨¦tico de una pel¨ªcula, aquello que nos queda cuando la vemos, nadie nos lo puede robar".
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