El aliento del superviviente
O¨ª hablar de ¨¦l por primera vez en diciembre de 1974: estoy seguro de la fecha porque ven¨ªa de la cl¨ªnica en la que acababa de nacer mi hijo y apunt¨¦ su nombre (el del escritor, no el de mi hijo) en lo alto de la primera p¨¢gina del peri¨®dico que llevaba bajo el brazo ("Di tus cosas m¨¢s personales, dilas, es lo ¨²nico que importa, no te averg¨¹ences, las generales est¨¢n en el peri¨®dico"). El agente transmisor -?dir¨¦ "infeccioso"?- fue Ludwig Schajowicz, profesor de la Universidad de R¨ªo Piedras, en Puerto Rico, con quien he compartido el inter¨¦s por Cioran. Schajowicz volv¨ªa precisamente de Par¨ªs, de entrevistarse con Cioran, y me tra¨ªa noticias suyas. Charlamos sobre mi rumano, demasiado rumano favorito en el bar del c¨¦ntrico hotel madrile?o en que se alojaba y yo le comuniqu¨¦ algo nerviosamente que acababa de tener un hijo, noticia que como es natural no le impresion¨® demasiado. La conversaci¨®n se centr¨® sobre los aforismos de Cioran, algunos de los cuales yo estaba entonces traduciendo. Envidiable capacidad, la de la s¨ªntesis afor¨ªstica, que siempre he admirado y nunca he tenido, porque los Silogismos de la amargura de Cioran... El profesor de Puerto Rico observ¨® perentorio que estaban muy bien, aunque naturalmente no pod¨ªan compararse con los de Canetti. Mi cara fue todo un poema, titulado: Las desventuras de la ignorancia. Lenta, dolorosamente, paladeando su decepci¨®n, Schajowicz comprendi¨®: "De modo que usted no ha le¨ªdo a Canetti". Ni siquiera venir de saludar a mi primer hijo pod¨ªa redimirme de tal carencia, pero la asum¨ª con irresponsable euforia. Y anot¨¦ en la cabecera de aquel diario, tan perecedero como inane, el nombre persistente sobre el que a partir de entonces deb¨ªa volcarse mi afici¨®n afor¨ªstica: Elias Canetti.
"?Un amor... libre de un miedo cerval por lo que pueda ocurrirle al ser amado? Si tal cosa existiera, ?merecer¨ªa llamarse amor?"
"Nombrar es el mayor y m¨¢s serio consuelo del hombre"
"Quien por honestidad no hace sino pregonar que s¨®lo existe la muerte, la fortalece"
"?Escribir en pu?ales o en ritmos respiratorios?". Canetti preferir¨¢ el ritmo respiratorio, y as¨ª denomina al conjunto de sus aforismos: un modo de respirar. El pu?al es la opci¨®n opuesta, la del superviviente que opta por el poder. Porque lo que cuenta ante todo es la supervivencia: mientras contamos es porque sobrevivimos. Aquel personaje de Shakespeare, Hotspur, viv¨ªa pisoteando cabezas de reyes ca¨ªdos: los dem¨¢s nos contentamos con vivir encaramados sobre los muertos que nos sirven de peana y sustento. Caben dos actitudes ante la presencia flagrante de la muerte que nos convierte en supervivientes, en paradigmas y profesionales de la supervivencia (saberse mortal es constatar c¨®mo uno sigue viviendo mientras los dem¨¢s mueren). La primera es rentabilizar la muerte, obtener poder gracias a ella: el tirano no sue?a tanto con esclavizar a todos como con ser el ¨²ltimo que queda vivo... Incluso la simple denuncia enf¨¢tica de la muerte es una forma de complicidad con ella: "No basta con decir que todo es muerte. Por supuesto que todo es muerte. Pero tambi¨¦n hay que decir que, por in¨²til que parezca, nos oponemos con dureza y encarnizamiento a la idea de que todo es muerte. La muerte -sin ning¨²n enga?o trivial- debe perder su prestigio. La muerte es falsa. Y es propio de nuestra condici¨®n encontrarla falsa. Qui¨¦n por honestidad no hace sino pregonar que s¨®lo existe la muerte, la fortalece". Adi¨®s pues, Cioran: bienvenido, Canetti. Cabe otra actitud del superviviente: no la del amante del poder sino la del escritor que se niega a salvar su pellejo y no quiere abandonar a los dem¨¢s a su triste suerte letal o a la esclavitud de los s¨²bditos perecederos: "No puede ser tarea del escritor dejar a la humanidad en brazos de la muerte". Negar la muerte es un disparate, pero no carece de precedentes, que Canetti conoce: "Unamuno me gusta: tiene los malos atributos que conozco por m¨ª mismo, pero jam¨¢s se le ocurrir¨ªa avergonzarse de ellos".
Y, si el superviviente se niega a
celebrar a la muerte o aprovecharla como fuente de poder, ?qu¨¦ camino le queda? Para empezar, buscar los nombres de lo que constituye nuestro destino: "Nombrar es el mayor y m¨¢s serio consuelo del hombre". Pero los nombres no significan aceptar ni acatar. El hecho de vivir es fuente de tierno apego por la existencia en cuanto tal pero no de refrendo ni cauci¨®n de todo lo que existe: "Esa ternura por todo cuanto se ha visto alguna vez; esa aversi¨®n hacia tantas cosas que se ven". Lo que el escritor debe mantener activo y presente en su respiraci¨®n es lo que resiste ante la esclerosis de la muerte que avanza: "Gracias a un don que antes era universal y ahora est¨¢ condenado a atrofiarse, pero que ellos debieran conservar con todos sus recursos, los escritores deber¨ªan mantener abiertos los canales de comunicaci¨®n entre los hombres". Y lo primero que debe ser comunicado es el amor por lo que ya estamos quiz¨¢ perdiendo (en el titilar del "quiz¨¢" se esconde precisamente nuestro apego): "?Un amor... libre de un miedo cerval por lo que pueda ocurrirle al ser amado? Si tal cosa existiera, ?merecer¨ªa llamarse amor?". S¨®lo hay amor por la criatura y precisamente en cuanto tal: amar a dioses ser¨ªa "amar" la supervivencia invulnerable de los m¨¢s poderosos. "?C¨®mo me agrada la justicia que exigen los hombres, su paciencia y, a menudo, su bondad! ?Pero siempre aborrezco esa interminable amenaza que es Dios! (...
) Pero... ?es acaso posible oponerse a los amos visibles sin ning¨²n amo invisible?".
?Cu¨¢l es la mentira del que respira en aforismos? "Volverse impreciso, ocultar la opini¨®n propia, decirlo todo aproximadamente, degenerar en or¨¢culo". O en Heidegger, que para el caso es m¨¢s o menos lo mismo. Tambi¨¦n puede darse otra enfermedad, la moderaci¨®n de tono, la sensatez incluso ante lo insensato. En su 'Di¨¢logo con el interlocutor cruel' (incluido en La conciencia de las palabras), Canetti reconoce que sus apuntes m¨¢s personales se nutren de exageraciones y en El coraz¨®n secreto del reloj establece este plan de estilo: "Salvar la exageraci¨®n. No morir sensatamente". Y luego aclara: "Mi melancol¨ªa nunca est¨¢ libre de rabia. Me cuento entre los escritores que se enfurecen. No quiero demostrar nada, pero siempre creo con vehemencia y propago mi fe". ?De modo que, a fin de cuentas, vuelve de nuevo Cioran y su talante de vitriolo! En cualquier caso, para nada se pretende una autoscopia a lo Montaigne porque el superviviente en s¨ª mismo no es el sujeto primordial de su ciencia: "A quien menos entiendo es a m¨ª mismo. Pero es que no quiero entenderme. S¨®lo quiero utilizarme para entender todo lo que existe aparte de m¨ª". Comunicar el mundo sin cesar, en sus detalles, con sus innumerables metamorfosis: reanimar a los hombres envi¨¢ndoles el mensaje de que el triunfo de la muerte es nada. Nada es tu victoria.
?Los maestros? Lichtenberg, Joubert (el m¨¢s pl¨¢cido e improbable pero quiz¨¢ el m¨¢s pr¨®ximo), el maestro de resistencia Karl Kraus... Pero ¨¦l no se confunde con ninguno. A veces sabe improvisar una narraci¨®n brev¨ªsima en tres l¨ªneas: "Uno se duerme', le dice ¨¦l a la ni?a, 'pero no vuelve a despertarse'. 'Yo siempre me despierto', dice la ni?a muy contenta". De pronto me emociona con una orden para el futuro que confirma mi propia mitolog¨ªa: "Implantar otros corazones, de caballos en vez de hienas". Y la capacidad de s¨ªntesis, la revelaci¨®n de la que no sobra ni falta, ay, nada: "Cu¨¢nto ama uno y cu¨¢n vanamente, ¨¦sa es la realidad". Canetti, sus aforismos, La provincia del hombre, El coraz¨®n secreto del reloj, El suplicio de las moscas, Hampstead...
apuntes. Apuntes nada m¨¢s.
BIBLIOGRAF?A
Desde que, en 1977, Mario Muchnik descubri¨® a Canetti al lector espa?ol con la publicaci¨®n de Masa y poder, su obra ha despertado no poca pasi¨®n editorial. Bajo diferentes sellos -Muchnik Editores, El Aleph y Anaya & Mario Muchnik- se ha dado a conocer casi en su totalidad. A partir de la concesi¨®n del Premio Nobel, en 1981, otras editoriales, Pre-Textos, Labor, Taurus, Plaza & Jan¨¦s y Alianza, se implicaron en la edici¨®n de alg¨²n t¨ªtulo del extravagante desconocido, pero s¨®lo C¨ªrculo de Lectores ha difundido tantos t¨ªtulos como Muchnik. Se han traducido, adem¨¢s de los textos narrativos y Masa y poder, los sucesivos tomos de apuntes, los ensayos literarios (El otro proceso de Kafka) y las obras de teatro. Y, si bien algunos de estos libros est¨¢n hoy agotados, Galaxia Gutenberg/C¨ªrculo de Lectores est¨¢ remediando definitivamente este vac¨ªo con la edici¨®n comentada de las Obras completas, que ya alcanza el IV tomo.
De la autobiograf¨ªa en tres vol¨²menes, de Auto de fe y de Las voces de Marrakesch, los libros m¨¢s solicitados de Canetti, existen un sinf¨ªn de ediciones, pero ?cu¨¢l es la buena? Ah¨ª las traducciones juegan un papel decisivo; entre ellas destaca, sin duda, la labor meticulosa de Juan Jos¨¦ del Solar, que cont¨® con la ayuda directa del autor, y ahora dirige la edici¨®n de las Obras completas, un verdadero lujo de rigor y buen gusto. Galaxia Gutenberg/C¨ªrculo de Lectores ha celebrado el centenario de Canetti con un ¨¢lbum de fotos, Im¨¢genes de una vida, y con la inconclusa narraci¨®n autobiogr¨¢fica Fiesta bajo las bombas. Para el a?o que viene se esperan tres libritos monogr¨¢ficos, Sobre los poetas, Sobre los animales y Sobre la muerte, que re¨²nen los escritos publicados de Canetti sobre tres de sus temas fundamentales, a los que se sumar¨¢ la biograf¨ªa monumental de Sven Hanuschek, que aprovecha por primera vez el ingente material del legado. C. D.
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