Con la bata de cola

Hay bastante de heroico en las bailarinas que se empe?an en la carrera en solitario. Las cosas no siempre salen como se sue?an y en la historia reciente y lejana de la danza espa?ola hay muchos ejemplos de ello. La andaluza Mercedes Ruiz, de la que tenemos escasos datos biogr¨¢ficos, ha hecho un recital justo de tiempo y de empaque. Vestida espl¨¦ndidamente por Ligero (elegancia junto a buen dibujo de las batas), con una l¨ªnea f¨ªsica estilizada y actual, la bailarina-bailaora desgrana su poso, pues se nota que su formaci¨®n pasa por el hacer de buenos maestros vern¨¢culos. Sus alegr¨ªas tienen mordiente y maneja la bata de cola con aire dominante hasta conseguir algunas poses llenas de gracejo; arma su braceo con cierta ampulosidad que le quita br¨ªo y redondez, pero finalmente logra estampa, hace deleite de las contrafiguras a comp¨¢s y de las vueltas. De nada de eso abusa, sino que lo dosifica, lo mismo que el zapato y el desplante, lo que se facilita con el correcto arropamiento musical.

El bailar¨ªn invitado para hacer de partenaire de Mercedes Ruiz en este espect¨¢culo es el tambi¨¦n andaluz Marcos Flores. Primero la acompa?a en verdiales y luego se hace un par de bailes solos para volver al d¨²o al final en el equilibrado romance que titulan Juana. Flores ha madurado; primero estuvo en la compa?¨ªa de Rafael Amargo y luego hizo un tr¨ªo revelaci¨®n con Carbonell y Pericet. Su baile gana poco a poco en peso y car¨¢cter y se muestra generoso en su papel de acompa?ante.