Claves para el di¨¢logo entre culturas
En los ¨²ltimos a?os son muchas las voces de intelectuales y pol¨ªticos que se han alzado a favor de la tesis del "di¨¢logo entre culturas" y de la "Alianza de Civilizaciones". En la ¨²ltima Cumbre Internacional sobre Democracia, Terrorismo y Seguridad, celebrada en Madrid durante la segunda semana de marzo, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, declar¨® que se trataba de un "proyecto sugestivo", respaldando, as¨ª, la propuesta efectuada por Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero en Nueva York el pasado mes de septiembre. Frente a las tesis que fomentan un "choque de civilizaciones", las propuestas de la "Alianza de Civilizaciones" y del "di¨¢logo entre culturas" tienen la virtud de situarnos en una transgresi¨®n de espacios culturales e identitarios inicialmente cerrados y antag¨®nicos. Se trata de romper las fronteras espaciales y temporales, en las que est¨¢n encerradas las culturas y las religiones. Romper las fronteras de la identidad y de la dominaci¨®n cultural, pero tambi¨¦n las del atraso y la desigualdad social en las que est¨¢n confinadas muchas culturas, religiones o identidades sociales. El "di¨¢logo entre culturas" tiene como punto de partida el respeto a los diferentes, con el objetivo de evitar que se conviertan en antag¨®nicos. Pero, ?cu¨¢les han de ser las claves para poder construir un escenario de "di¨¢logo entre culturas" o de "Alianza de Civilizaciones"?
1. Identidad y alteridad son elementos fundamentales que han de conducir a un esfuerzo autocr¨ªtico y autorreflexivo de todas las culturas, es decir, un esfuerzo antifundamentalista para poder encontrarse con los "otros" y poder percibir las diferentes expresiones o manifestaciones de la condici¨®n humana y sus demandas de reconocimiento y aceptaci¨®n. S¨®lo cuando las culturas y los grupos socialmente diferenciados son capaces de distanciarse de su propia cultura o de su propia identidad, cuando son capaces de mirar hacia dentro reflexivamente, de entablar un di¨¢logo interno consigo mismos y contemplar autocr¨ªticamente su propia identidad, sus debilidades y sus contradicciones internas, est¨¢n en condiciones de dibujar el escenario del di¨¢logo.
2. La reciprocidad en el reconocimiento. Es necesario hacer un esfuerzo rec¨ªproco de conocimiento, comprensi¨®n, interpretaci¨®n y traducci¨®n de los fundamentos b¨¢sicos de cada cultura. No se trata s¨®lo de saber que existen otras culturas y otras identidades, sino de aprender juntos desde y con ellas como medio para luchar contra el imperialismo cultural y los t¨®picos sociales. Esto es ciertamente dif¨ªcil, porque lo primero que surge cuando nos situamos frente a otra cultura probablemente es incomprensi¨®n y enfrentamiento. Pero al menos se ha de tener la convicci¨®n de querer construir entre todos algo en com¨²n que nos sirva de planteamiento universal e inclusivo. De lo que se trata es de poder modificar nuestro propio planteamiento desde la comprensi¨®n de los otros planteamientos diferentes.
3. Conciliar la universalidad de los valores con la diversidad de las culturas. Quien quiere comprender debe estar dispuesto a que los "otros" puedan libremente decir algo. Se hace imprescindible, pues, darles la misma oportunidad de expresarse, es decir, la igualdad democr¨¢tica en el uso de la palabra, y los espacios para la integraci¨®n en un mismo proyecto pol¨ªtico y c¨ªvico de la colectividad. Pero los procesos de dominaci¨®n, marginaci¨®n o asimilaci¨®n impuestos durante siglos han provocado la situaci¨®n seg¨²n la cual muchos grupos diferenciados social o etnoculturalmente, cuando tienen la posibilidad de entablar un di¨¢logo, ya no les queda nada que decir, porque han perdido muchos de sus elementos de identidad, y si les queda algo, ya no saben c¨®mo decirlo, c¨®mo iniciar el di¨¢logo, salvo con recelo o violencia. El objetivo ha de ser facilitar la integraci¨®n social de todos sin caer en una concepci¨®n excesivamente diferenciada del v¨ªnculo social o en una apolog¨ªa de lo que nos separa, ni en un imperialismo cultural.
4. Solidaridad entre las diferentes culturas y correcci¨®n de sus desigualdades sociales y econ¨®micas. Es preciso vincular el "di¨¢logo entre culturas" a la lucha por el desarrollo social econ¨®mico, educativo, cultural y medioambiental de todos los pueblos del planeta. Si no se consigue erradicar la pobreza e integrar a los excluidos en el sistema global, dif¨ªcilmente tendr¨¢n ¨¦xito las estrategias de entendimiento o "di¨¢logo" entre civilizaciones y culturas diferentes. Parece imprescindible civilizar primero la econom¨ªa global, para civilizar despu¨¦s la sociedad. De lo contrario, la extrema pobreza y las desigualdades sociales pueden ser f¨¢cilmente manipulables por grupos violentos y terroristas, en nombre de un apocal¨ªptico enfrentamiento de civilizaciones o de religiones, pero tambi¨¦n en nombre de intereses econ¨®micos y estrat¨¦gicos. Por ello, el "di¨¢logo entre culturas" ha de ser enfocado como una imprescindible plataforma para la paz, la no violencia, la democracia y el anticolonialismo.
5. Desmitificar la Cultura con may¨²sculas y rescribirla con min¨²sculas desde la pr¨¢ctica de los procesos sociales cotidianos y cambiantes, con el objetivo de construir modelos ¨¦ticos transculturales de convivencia donde todos tengamos cabida. Para ello, ser¨ªa conveniente reconstruir las tradicionales definiciones culturales que tienden a se?alar los patrones dominantes de una cultura, en base a la sacralizaci¨®n de determinadas tradiciones y a la exclusi¨®n o criminalizaci¨®n de otras como no propias o no aut¨¦nticas, fomentando as¨ª el inmovilismo o el fundamentalismo cultural. Frecuentemente ocultan, con claros intereses ideol¨®gicos, la existencia de muchas heterogeneidades dentro de cada cultura, entre las que puede ser m¨¢s f¨¢cil la comunicaci¨®n.
Muchas son las voces tambi¨¦n que tachan las propuestas de "di¨¢logo entre culturas" de ser un gran relato demasiado ut¨®pico e inalcanzable. Pero, ?por qu¨¦ no? Especialmente cuando estas propuestas surgen de la fuerza de la raz¨®n y no de la raz¨®n de la fuerza. La tesis del "pensamiento ¨²nico" no puede romper la esperanza ni la rebeld¨ªa de los seres humanos, porque si a ¨¦stos se les niega toda esperanza, entonces perder¨ªan la raz¨®n y se convertir¨ªan en salvajes. Adem¨¢s, el escenario de un di¨¢logo de este tipo no debe plantearse como una meta lejana y dif¨ªcil de conseguir, sino como una labor constante y constructiva de un mundo m¨¢s justo. En mi opini¨®n, una actuaci¨®n de este tipo puede ser utilizada eficazmente contra las interpretaciones fundamentalistas y maniqueas de las culturas. La efectiva realizaci¨®n de un di¨¢logo o una alianza entre civilizaciones ha de ser una empresa duradera, donde hemos de estar implicados todos; es un proyecto colectivo y reflexivo de la sociedad misma acerca de la construcci¨®n de sus valores universales, por encima de una cultura, una religi¨®n o un Estado.
El "di¨¢logo entre culturas" proporciona todav¨ªa una dimensi¨®n m¨¢s de car¨¢cter trasgresor: la posibilidad de dialogar sobre lo que se supone universal y, por lo tanto, no dialogable e innegociable, esto es, sobre los derechos humanos. Parad¨®jicamente, la apelaci¨®n a los derechos humanos se ha convertido en un camino de esperanza para muchas culturas oprimidas o marginadas que reclaman ser toleradas y defendidas en nombre de aqu¨¦llos. Ahora bien, en muchas ocasiones los derechos humanos siguen siendo utilizados como instrumento de colonizaci¨®n intelectual y de dominaci¨®n econ¨®mica. El gran reto del "di¨¢logo entre culturas" reside precisamente en compaginar el desarrollo de los derechos humanos universales con los derechos culturales particulares, para que aqu¨¦llos no se impongan unilateralmente sobre ¨¦stos. Es decir, superar el antagonismo entre la formulaci¨®n unilateral de valores universales y la singularidad de las culturas.
El impulso dado por Kofin Annan en Naciones Unidas a la propuesta de la "Alianza de Civilizaciones", con la creaci¨®n de un grupo de alto nivel trabajando en el tema, es sin duda una puerta abierta hacia la construcci¨®n de un mundo mejor. Creo que s¨®lo desde el compromiso activo de cambio y mejora del entorno social e hist¨®rico se puede llevar a la pr¨¢ctica un esp¨ªritu aut¨¦ntico de tolerancia, de comprensi¨®n mutua y de interpretaci¨®n intercultural. Un esp¨ªritu que sea capaz de prologar en el ¨¢mbito te¨®rico el esfuerzo y la lucha polif¨®nica de las mujeres y los hombres de todas las culturas que buscan cada d¨ªa los caminos de la dignidad, la autonom¨ªa y la emancipaci¨®n.
Mar¨ªa Jos¨¦ Fari?as Dulce es profesora de Filosof¨ªa del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid y autora de Mercado sin ciudadan¨ªa (Biblioteca Nueva, 2005).
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