Entre el espacio y el tiempo
La instalaci¨®n permanente del escultor estadounidense Richard Serra (San Francisco, 1939) que va a quedar felizmente para siempre en el Museo Guggenheim de Bilbao cabe calificarla de extraordinaria.
Se trata de siete monumentales esculturas-tanques que piden ser habitadas. Cada espectador va a experimentar al deambular por dentro de ellas unas sensaciones especiales, nuevas, extra?as, como jam¨¢s tuvo en su vida en t¨¦rminos de arte. Mientras recorre de principio a fin por entre el acero corten -material con el que est¨¢n fabricadas las esculturas-, va a recibir sensaciones contrapuestas, pues unas veces sentir¨¢ en su psique una cierta inestabilidad y unos pasos despu¨¦s va a cobrar una notable estabilidad y sosiego, cuando un poco m¨¢s adelante otra vez har¨¢ aparici¨®n la inestabilidad.
Esas dobles y hasta m¨²ltiples sensaciones de v¨¦rtigo han sido originadas por concavidades y convexidades que son parte del trazado escult¨®rico en su creatividad y definici¨®n finales. Han entrado en funcionamiento fuerzas centr¨ªfugas y centr¨ªpetas, de ah¨ª que el espectador viajero pueda creer que unas paredes se les vienen encima y en otros momentos otras paredes lo salvan de esa sensaci¨®n desestabilizadora.
De los v¨¦rtigos el¨ªpticos se desprenden dos elementos clave: el movimiento y el tiempo. El primero acaece debido a que mientras el espectador anda por dentro llega a la constataci¨®n de estar frente a un espacio en movimiento. En cuanto al segundo, surge en raz¨®n a que el tiempo cronol¨®gico que va desde que se entra en un tanque hasta que se sale no es el mismo. Las sensaciones ps¨ªquicas experimentadas durante el recorrido alargan el tiempo. Vale decir que se salen del tiempo cronol¨®gico para crear otro, que pod¨ªamos llamar tiempo de sensaci¨®n. No podemos olvidar que la exposici¨®n y/o instalaci¨®n permanente lleva por t¨ªtulo La materia del tiempo. Con acierto ha dicho Calvo Serraller a este respecto: "La materia del tiempo es el espacio, en tanto la materia del espacio es el tiempo".
Y con no menos acierto lo testimoniado por Serra al referirse a su instalaci¨®n: "Lo que quiero es que mi obra de Bilbao no sea percibida s¨®lo como una producci¨®n est¨¦tica m¨¢s. Si se convierte en un lugar de referencia para gente con ideas diversas y mi escultura es la experiencia que les permite encontrarse, me parece estupendo. Quisiera que esta instalaci¨®n fuera un espacio p¨²blico, abierto, donde cualquiera pueda venir, sobre todo los j¨®venes. Pero hace falta que la obra sea formalmente innovadora, para que transforme las percepciones, las emociones y la experiencia".
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