Alistar a los moderados
El primer ministro brit¨¢nico se ha reunido con l¨ªderes musulmanes en un intento por esbozar de com¨²n acuerdo un marco de contenci¨®n a la propagaci¨®n del islamismo radical en el Reino Unido, acuciante tras la matanza de Londres. Tony Blair considera esta colaboraci¨®n con representantes de centenares de organizaciones -desde imanes a pol¨ªticos- un complemento imprescindible de la renovada lucha en los frentes policial y judicial, que va a intensificar convirtiendo en leyes a la vuelta del verano un paquete de medidas antiterroristas acordadas con la oposici¨®n.
La respuesta de los dirigentes isl¨¢micos en el Reino Unido, un pa¨ªs con 1,6 millones de musulmanes, ha sido en general alentadora tras la masacre del 7 de julio. Cl¨¦rigos y portavoces comunitarios han condenado las atrocidades y recordado a sus correligionarios las prohibiciones de su credo respecto a segar vidas inocentes y la importancia de cooperar con la polic¨ªa. Pero estos grupos representan b¨¢sicamente el lado aceptable de la convivencia interreligiosa, porque a su sombra crecen otros que abogan por la violencia y predican la guerra contra Occidente. La reuni¨®n de ayer en Downing Street ya ha sido descalificada por j¨®venes radicales que consideran al Consejo Musulm¨¢n Brit¨¢nico un lacayo del Gobierno.
La lucha contra el yihadismo en Europa es la de un mundo tolerante asaltado por un tenebroso fanatismo. El resultado de este trascendental combate va a depender decisivamente, aparte de la eficacia y la cooperaci¨®n policiales, de la colaboraci¨®n del islamismo moderado y de la gu¨ªa doctrinal que ¨¦ste sea capaz de ejercer respecto de los tentados por el terrorismo de inspiraci¨®n divina como forma de realizaci¨®n personal.
Pero los atentados de Londres -como el asesinato en Holanda del cineasta Van Gogh, cuyo autor asegura que volver¨ªa a repetir en nombre de Dios- hacen tambi¨¦n urgente responder a la pregunta de c¨®mo se transforma en terror activo el descontento o la frustraci¨®n de algunos. O qu¨¦ es lo que lleva a j¨®venes musulmanes educados en Europa y que gozan de un aceptable acomodo material a abrazar la causa del asesinato indiscriminado de infieles para establecer sobre la tierra, en el siglo XXI, el dominio de los verdaderos creyentes. La respuesta tiene sin duda muchos matices personales, pero se encuadra en patrones estudiados. Desde un com¨²n inter¨¦s por el sufrimiento de otros musulmanes en el mundo (Irak, Palestina, Afganist¨¢n, Chechenia), a la pr¨¦dica incendiaria consentida o la facilidad pasmosa con que Internet acoge cualquier tipo de coloquio, reuni¨®n, aprendizaje o directriz casi imposibles fuera del mundo virtual.
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