Edurne Pasab¨¢n, la reina del Himalaya
La alpinista vasca holla el Nanga Parbat y se convierte, con ocho ascensiones, en la mujer viva con m¨¢s 'ochomiles'
Hora: 11.30 en Espa?a, ayer mi¨¦rcoles 20 de julio. Campo 4 del Nanga Parbat, a 7.300 metros de altitud. En una de las tiendas descansa Edurne Pasab¨¢n. De pronto, recibe una llamada telef¨®nica de este diario para felicitarle por el ¨¦xito de la cumbre del Nanga Parbat, de 8.125 metros, su octavo ocho mil. "Me pillas quit¨¢ndome las botas y los calcetines. Poni¨¦ndome c¨®moda", asiente Edurne con una voz clara, serena y feliz por haber hollado la cima de la monta?a cinco horas antes. Se hace una pausa. Edurne examina sus pies, y pone especial atenci¨®n en el segundo dedo de cada pie, cuyas falanges fueron amputadas en el verano del pasado a?o por las congelaciones sufridas en la conquista del K-2, la segunda cima del mundo, de 8.611 metros, y que represent¨® su s¨¦ptima gran cumbre.
"Fant¨¢stico, t¨ªo. Tengo los pies perfectos. Mis plantillas han resultado m¨¢gicas contra el fr¨ªo"
Una segunda cordada del programa 'Al filo de lo imposible' hizo cumbre tres horas m¨¢s tarde
"?Est¨¢s ah¨ª?", pregunta Edurne. "Fant¨¢stico, t¨ªo. Tengo los pies perfectos", exclama. "Estaba preocupada por c¨®mo reaccionar¨ªan a 8.000 metros despu¨¦s de dejar hace un a?o parte de los dedos en el K-2. He pasado fr¨ªo, mucho fr¨ªo all¨¢ arriba durante el ascenso realizado por la noche. Pero con la llegada de los primeros rayos de sol, que nos ha pillado en la cumbre, todo se me ha iluminado". "Estoy bien", prosigue. "Cansada, muy cansada, pero bien. Mis plantillas ortop¨¦dicas han resultado ser m¨¢gicas". El tema del fr¨ªo era el que m¨¢s preocupaba a la alpinista. "Antes del ataque, he pasado mucho fr¨ªo", explic¨® Edurne.
Con la conquista del Nanga Parbat, Edurne Pasab¨¢n (Tolosa, 1973) se ha convertido en la alpinista viva con m¨¢s ocho miles. Lleva ocho, uno m¨¢s de la mitad de la colecci¨®n de los 14 gigantes de la Tierra. No ha sido la ¨²nica alpinista en alcanzar esta cifra. En 1992, la legendaria alpinista polaca Wanda Rutkiewicz falleci¨® cuando intentaba el Kangchenchunga (8.586) en el que prev¨ªa que fuera su noveno ocho mil. Pasab¨¢n, ahora, ya es la reina del Himalaya, con una cima m¨¢s que la austriaca Gerlinde Kalterbrunner, que en la pasada primavera holl¨® su s¨¦ptima gran cumbre en el Shisha Pagma (8.025) y que en los pr¨®ximas semanas intentar¨¢ otro ocho mil. Con dos cumbres menos se halla la italiana Nives Meroi.
Pero a Edurne le trae sin cudado la carrera de estas tres alpinistas. "La colecci¨®n, en principio, no es mi objetivo. Soy una enamorada de las grandes cumbres y, mientras pueda, seguir¨¦ yendo al Himalaya. Es lo que me gusta, pero lo m¨¢s importante es mi seguridad a la hora de ascender estas monta?as". Y sentencia: "Y si la austriaca Gerlinde me iguala este verano e, incluso, me supera, no sentir¨¦ ninguna envidia". Una carrera que puede resultar interesante y competitiva entre las dos alpinistas si la vasca decide en los pr¨®ximos d¨ªas acudir a ascender el Broad Peak (8.045), dentro de un mes, en un ataque r¨¢pido y directo aprovechando la buena aclimataci¨®n adquirida en el Nanga Parbat.
Pasab¨¢n no se encontraba sola en el campo 4 del Nanga Parbat, donde ten¨ªa previsto pasar la noche, antes de emprender hoy el descenso al campo base. Junto a ella estaba el grupo de su cordada, el italiano Silvio Mondinelli, el ecuatoriano Iv¨¢n Vallejo, un sherpa y un asturiano llamado Nacho, integrante de otra expedici¨®n que ayer atac¨® la cima.
Sin embargo, Edurne se mostr¨® un poco preocupada. Al mediod¨ªa a¨²n no hab¨ªa regresado de la cima la segunda cordada de su expedici¨®n, miembros del programa de TVE, Al Filo de lo Imposible, y que hizo cumbre tres horas m¨¢s tarde que Pasab¨¢n. Se trataba de la catalana Ester Sabadell, la suiza Marianne Chapuisat -la primera alpinista que coron¨® un ocho mil en invierno en 1994- y el vasco Josu Bereaziartua. "Espero que lleguen pronto", se?al¨® Edurne. Pocas horas despu¨¦s, los miembros de la expedici¨®n estaban reunidos en las tiendas del campo de altura situado muy por encima de los 7.000 metros. Una espera que Edurne aprovech¨®, adem¨¢s, para fundir la nieve y preparar sopa y otros l¨ªquidos con sales para hidratarse. Un gesto que los rezagados agradecieron a su llegada al campo 4.
El Nanga Parbat, llamado por los balties de Pakist¨¢n, la Diosa Madre, fue en esta ocasi¨®n ben¨¦vola con los alpinistas. La monta?a vivi¨® ayer una experiencia in¨¦dita. Unos 24 alpinistas partieron en el ataque a la cumbre en un mismo d¨ªa aprovechando el buen tiempo.
Un ataque masivo a la cumbre in¨¦dito en esta legendaria y tr¨¢gica cima. Si Hermann Buhl resucitara no dar¨ªa cr¨¦dito. Ese tramo final que el alpinista austriaco recorri¨® en solitario durante m¨¢s de 20 horas en 1953, en la primera conquista del Nanga Parbat, fue transitado ayer por una multitud. Contra todo pron¨®stico, todos los alpinistas que tres d¨ªas atr¨¢s salieron del campo base llegaron al 4 con ganas de hacer la cima. Alguno con m¨¢s problemas que otros, pero nadie pinch¨® antes de la pir¨¢mide final, de esos 800 metros ¨²ltimos que convierten la monta?a en un paseo entre el amor y la muerte. Esa zona, donde apenas existe el aire para respirar y las pendientes heladas llenas de nieve se convierten en una trampa que no avisa.
"El Nanga Parbat nos ha costado pelearlo", terci¨® Edurne. "Es una monta?a baja, pero r¨ªgida y exigente que te deja tocada". Pasab¨¢n habla de la dureza de la monta?a que entre 1930 y 1950 fue asediada por numerosas expediciones alemanas con un saldo tr¨¢gico de numerosos muertos. Fue tildada en aquella ¨¦poca como asesina por los alemanes, termin¨® sucumbiendo a la voluntad de un genio austriaco, Buhl, el padre del himalayismo moderno y que falleci¨® en el Chogolisa, un siete mil, en 1957.
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