El 'efecto dinosaurio'
Lo cierto es que cuando despertamos, desmintiendo al guatemalteco Monterroso, que escribi¨® el cuento m¨¢s breve del mundo, El dinosaurio ya no estaba all¨ª, y si bien sabemos que el efecto mariposa, descrito por Lorentz y popularizado entre nosotros por una divertida pel¨ªcula de Fernando Colomo, recoge la posibilidad de que el aleteo de una mariposa en Pek¨ªn pueda desencadenar un hurac¨¢n en San Francisco, no conocemos todav¨ªa la dimensi¨®n de los efectos que puede desencadenar el efecto dinosaurio. Parece cierto, eso s¨ª, que en el inicio de este nuevo principio se confirma aritm¨¦ticamente que Manuel Fraga ha perdido la mayor¨ªa absoluta, y con ella la presidencia del Gobierno en Galicia, lo que nos autoriza como m¨ªnimo a augurar en esta autonom¨ªa un gobierno de coalici¨®n entre un partido socialista en ascenso y un debilitado bloque nacionalista que, m¨¢s all¨¢ de su acci¨®n renovadora en el seno de la sociedad gallega, viene a implicarse en el complejo proceso que discurre por el tablero territorial y que ha puesto sobre la mesa el presidente Zapatero. Un tablero lleno de complejidades, en el que algunos creen ver la tendencia del presidente del Gobierno a decir a todo el mundo que s¨ª, olvidando que en todos y cada uno de los cuadros del tablero la llave del poder y, por lo tanto, la ¨²ltima palabra la tiene ¨¦l.
Pero donde el efecto dinosaurio tiene su escenario preferente, m¨¢s all¨¢ de Galicia, es en las filas del Partido Popular, y de una forma especial en el n¨²cleo dirigente de la calle de G¨¦nova y sus alrededores. Por descontado que el caciquismo tradicional del PP gallego va a dirimir sus diferencias familiares con los m¨¦todos tradicionales que le son propios, tanto m¨¢s cuanto que, perdida la cohesi¨®n del poder gubernamental y la figura del padrino, se han roto los muros de contenci¨®n. Pero, m¨¢s all¨¢, en el n¨²cleo duro de la direcci¨®n nacional el efecto dinosaurio penetrar¨¢ posiblemente con un ritmo m¨¢s lento y soterrado, con un cierto equilibrio de tensiones, por lo que no parece que se apunte una inmediata sustituci¨®n de un debilitado Mariano Rajoy, apuntalado a¨²n por los directos herederos del aznarismo, Zaplana y Acebes, cerca de los cuales se mueve una Esperanza Aguirre que, si bien est¨¢ al acecho, parece que no cuenta a¨²n, cuando menos por el momento, con las piezas suficientes para mover la reina en el tablero y asegurarse un jaque mate. Mucho m¨¢s lejos todav¨ªa de contar con una correlaci¨®n de fuerzas que le configure como alternativa en un futuro a corto plazo se encuentra un Ruiz Gallard¨®n que se empe?a in¨²tilmente en dar al Partido Popular una imagen distinta al clima de crispaci¨®n instalado en el escenario pol¨ªtico-social sobre el que se proyecta el n¨²cleo duro del Partido Popular y que ha conseguido generar un movimiento populista crispadamente conservador, insensible a los mensajes m¨¢s moderados, as¨ª como a las t¨ªmidas y premonitorias palabras de Josep Piqu¨¦ o al estilo contenido que puede adivinarse en la forma de afrontar la dif¨ªcil situaci¨®n del Partido Popular en Euskadi de Mar¨ªa San Gil. Pero, por atrevido que sea pronunciarse sobre los primeros s¨ªntomas y el posible proceso posterior del efecto dinosaurio, para configurar el cuadro en su conjunto no hay que olvidar el contexto en que se produce y del que es un elemento esencial el hecho de que Rodr¨ªguez Zapatero, como presidente del Gobierno, tenga en sus manos las llaves del poder ejecutivo, y pese a que ha abierto con audacia diversos frentes conflictivos y de una forma muy especial el de las reivindicaciones territoriales de autogobierno, que comprenden no s¨®lo el laberinto catal¨¢n sino la dif¨ªcil asignatura pendiente de la pacificaci¨®n de Euskadi, nadie debiera olvidar que en sus manos est¨¢ en gran medida la capacidad de regular la llave del grifo que permite definir las competencias auton¨®micas y que dosifica la situaci¨®n y el futuro de los presos vascos, sin olvidar que si la situaci¨®n se lo aconseja, y no hay duda de que cuenta con instrumentos para calibrarlo, tiene la facultad de convocar elecciones generales.
Mientras tanto, los herederos directos de la pesada carga del aznarismo, instalados en el resistencialismo y la crispaci¨®n pol¨ªtica y social, no s¨®lo son incapaces de ofrecer nuevas perspectivas, sino que no consiguen romper el aislamiento que se ganaron a pulso con el presuntuoso autismo en que se instalaron durante la anterior legislatura
actitud que incluso les ha llevado a la paradoja de enfrentarse con la c¨²pula del ej¨¦rcito, quedando sin otra compa?¨ªa que la del sector m¨¢s conservador de la jerarqu¨ªa de la Iglesia.
Nada aparece en la observaci¨®n del ¨¢mbito meteorol¨®gico del escenario pol¨ªtico que permita augurar que se va a detener la din¨¢mica propia desencadenada por el efecto dinosaurio, y todo apunta a que su culminaci¨®n, y con ella la derrota definitiva del actual n¨²cleo duro del Partido Popular, se dar¨¢ definitivamente con la p¨¦rdida de las pr¨®ximas elecciones generales.
Esta derrota comportar¨¢ inevitablemente que Rajoy, Acebes, Zaplana y Aguirre queden apartados de cualquier liderazgo y que, en el mejor de los casos, encuentren un lugar en la Fundaci¨®n para el An¨¢lisis y los Estudios Sociales (FAES), y con ello llegue la hora del esperado y necesario relevo que dote al centro-derecha espa?ol de una direcci¨®n que sintonice con sus an¨¢logas familias pol¨ªticas europeas, dejando de lado la crispaci¨®n permanente en favor de la pr¨¢ctica de una cr¨ªtica racional que legitime sus aspiraciones y convierta en cre¨ªbles sus posibilidades de aspirar a la alternancia.
Personalidades pol¨ªticas en el PP para encabezar el cambio, como he dicho, se apuntan ya y no es descabellado que Rodrigo Rato, con el prestigio acumulado entre las clases dominantes en este ¨²ltimo periodo y libre en esta etapa de las salpicaduras directas del aznarismo, se configure como el l¨ªder deseado del centro derecha.
Puede que todo esto sea s¨®lo otra variedad m¨¢s entre las conocidas y habituales serpientes de verano y que su lectura resulte, en el mejor de los casos, un complemento a los libros de ficci¨®n que nos acompa?ar¨¢n estas vacaciones. Sin embargo, que nadie olvide que si mis predicciones se cumplieran, cuando menos en su mayor parte, me reservo la paternidad de la denominaci¨®n del efecto dinosaurio.
Antoni Guti¨¦rrez D¨ªaz es ex vicepresidente del Parlamento Europeo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Rodrigo Rato
- Eduardo Zaplana
- Josep Piqu¨¦
- Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero
- FAES
- Pol¨ªtica nacional
- Fernando Colomo
- Ciclones
- Manuel Fraga Iribarne
- Mariano Rajoy
- Mar¨ªa San Gil
- Esperanza Aguirre
- Augusto Monterroso
- Opini¨®n
- ?ngel Acebes
- Huracanes
- Tifones
- Viento
- PP
- Desastres naturales
- Desastres
- Partidos pol¨ªticos
- Elecciones
- Fundaciones
- Meteorolog¨ªa