Caj¨®n de sastre de Habermas
En el pr¨®logo de este volumen de miscel¨¢nea, afirma Habermas que le "irrit¨®" (sic) -? o es una pifia de la traducci¨®n?- que su editor le sugiriera escribir un "libro de texto" a tenor de los tiempos presentes. A cambio de ello, reuni¨® un conjunto de sus intervenciones p¨²blicas en distintos medios entre 1995 y 2001. La compilaci¨®n contiene un poco de todo: art¨ªculos de fondo, ensayos sobre Derecho constitucional, sociolog¨ªa y filosof¨ªa pol¨ªticas, rese?as, conferencias, incluso un par de entrevistas que sirven para abrir y cerrar el volumen. Quienes se interesen por las conexiones que establece Habermas entre democracia y Estado de derecho, soberan¨ªa y derechos humanos, se encontrar¨¢n con algunas de sus tesis conocidas y con un sesudo examen de la pertinencia del modelo constitucional para Europa.
TIEMPO DE TRANSICIONES
J¨¹rgen Habermas
Traducci¨®n de Rafael de Agapito Serrano
Trotta. Madrid, 2005
212 p¨¢ginas. 17 euros
Menos indulgente habr¨ªa que ser con el contenido de algunos materiales compendiados, que en ocasiones est¨¢n demasiado relacionados con cuestiones locales y con personajes alemanes. Y a¨²n menos con la escritura de Habermas: prolija, farragosa e in¨²tilmente recursiva, una prosa donde es habitual hallar pasajes como ¨¦ste: "Una pol¨ªtica compensadora es la que invierte este proceso; es pol¨ªtica reflexiva bajo un signo inverso. Y como la creaci¨®n democr¨¢tica de poder pol¨ªtico est¨¢ referida a procesos comunicativos, que son los que en realidad autorizan la utilizaci¨®n de poder, tambi¨¦n la comunicaci¨®n pol¨ªtica tiene que orientarse hacia el objetivo de una expansi¨®n autorreferida de la pol¨ªtica, y tiene que hacerlo a costa de otro mecanismo de regulaci¨®n diferente que hay que reprimir".
Habermas es tan mal escritor como Kant, pero bastante m¨¢s decisivo en los actuales "tiempos de transici¨®n" puesto que por boca de ¨¦l habla una especie de conciencia cr¨ªtica que interpreta a una buena parte de la socialdemocracia europea. Cabe apuntar que el contexto del pasaje citado es el an¨¢lisis de la viabilidad de Europa para los llamados "euroesc¨¦pticos": con semejante ret¨®rica, que inexplicablemente imitan muchos polit¨®logos contempor¨¢neos, no es de extra?ar que los franceses y los holandeses se hayan decidido a mandar a paseo el proyecto de Constituci¨®n europea.
Por desgracia, el estilo de
Habermas es algo m¨¢s que una cuesti¨®n anecd¨®tica. Su f¨¢rrago es idiosincr¨¢sico, pero tambi¨¦n es esencial a algunos de los planteamientos de la socialdemocracia, y en gran parte consecuencia de una voluntad de sus te¨®ricos y portavoces -que no cabe pensar malintencionada- de borrar las huellas de sus pisadas o de quedar bien con Dios y con el diablo. Se trata de ser estatistas para salvar las conquistas sociales, pero al mismo tiempo se trata de no coartar las evidentes ventajas productivas que presenta la econom¨ªa de mercado. Se aboga por una Europa que trascienda el mero acuerdo hanse¨¢tico y se dirija en pos de un Estado de tipo federal, mientras se reconoce la legitimidad del viejo modelo del Estado nacional y se da p¨¢bulo a toda forma de resistencia a lo que algunos llaman "globalizaci¨®n". Se legitima la pol¨ªtica anticapitalista de los grupos ecologistas, pero no se renuncia a poner la industria europea en condiciones de competir. Se aboga por el imperio de la ley en materia de "derechos humanos", aun a sabiendas que esa ley no existe ni puede existir porque no hay poder capaz de hacerla cumplir.
La coartada de esta pol¨ªtica imprecisa, inasible, es la "acci¨®n comunicativa", f¨®rmula habermasiana que sirve para promover un modelo de convivencia democr¨¢tica, pero que a menudo permite encubrir la pura y simple ambivalencia. Una ambivalencia que no s¨®lo alcanza a la restrictiva idea que tiene Habermas sobre la Ilustraci¨®n y la modernidad, sino que lo lleva a enredarse en interminables racionalizaciones que a veces consiguen dejar fuera de combate a sus adversarios pero rara vez alcanzan una alternativa consistente. V¨¦ase si no la rese?a al libro de Rorty incluida en estas p¨¢ginas, aunque hay que decir que el c¨®ctel rortyano -que combina a Wittgenstein, Heidegger, el pragmatismo de Dewey, el trotskismo de sus padres y el orgullo americano- tambi¨¦n se las trae. En suma, s¨®lo para incondicionales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.