Castella, herido grave

El toro m¨¢s serio de la tarde fue el quinto, con una guada?a por pit¨®n derecho. Castella apost¨® por ¨¦l desde el primer momento. Ni una prueba antes de un ajustado pase cambiado por la espalda en el mismo platillo. Buen son tuvo el toro en las primeras series por la derecha. Bien aprovechadas por Castella, que se lo enrosc¨®. Una dosis de valor en cada muletazo y una mezcla de firmeza e inseguridad en todo. Por la izquierda el toro le protest¨®, se rebrinc¨® y no le dej¨®. Volvi¨® a la mano derecha y al rematar la inmediata serie por el pit¨®n izquierdo, surgi¨® la cogida. El segundo, al paso y defensivo, le hizo perder terreno a Castella tras cada muletazo. El equilibrio que quiso imponer el torero lo rompi¨® sin miramientos un toro de nulo contenido.

Seraf¨ªn Mar¨ªn no necesit¨® negociar con el tercero para imponer su autoridad. Sin previo aviso, apenas en un par de pases de tanteo en busca del terreno adecuado, se dispuso en el centro del ruedo. Plant¨® all¨ª su bandera, acot¨® el espacio y gobern¨® la situaci¨®n. Manej¨® la derecha con temple, con mimo. El toro tom¨® la muleta obediente, convencido, tambi¨¦n templado. Las series por ese lado tuvieron diverso dibujo: comp¨¢s abierto, pierna contraria adelantada o retrasada, seg¨²n ped¨ªa el toro. Ese toreo en redondo gote¨® solemnidad y longitud. Un par de series con la izquierda, menos ligada, tambi¨¦n fueron bien selladas. Y en todo, un dominio de la situaci¨®n. El remate final fue distinguido: manoletinas elegantemente cortadas. Envid¨® a todo o nada el catal¨¢n en el sexto. En ¨¦ste s¨®lo cab¨ªa la opci¨®n del valor. Muy quieto Mar¨ªn, aguant¨® coladas a diestro y siniestro. Labor firme y convencida.

Uceda lleg¨®, vio y se march¨® sin hacer ruido. No hubo acuerdo con el primero. Con el cuarto, que se par¨®, desisti¨® pronto.