El miedo se apodera de los viajeros
El sindicato de transportes amenaza con un paro en el metro si se producen nuevos incidentes
Un cartel recib¨ªa ayer a los viajeros en la estaci¨®n Victoria, la m¨¢s transitada de Londres: "?Est¨¦n alerta!" Con ocho millones de desplazamientos cada d¨ªa -tres en el metro y cinco en los caracter¨ªsticos autobuses rojos-, el transporte p¨²blico es la columna vertebral de la capital brit¨¢nica, pero tras la segunda oleada de ataques del jueves, pese a que no hubo v¨ªctimas, tardar¨¢ mucho en volver a la normalidad. "Empezamos a tener la sensaci¨®n de que estamos en guerra", dice Akin, de 40 a?os, conductor de autobuses desde hace dos. "Nunca pensamos que algo as¨ª iba a ocurrir en nuestra ciudad. Se nota mucho que la actitud de los viajeros ha cambiado: est¨¢n nerviosos cuando suben, se miran los unos a los otros y permanecen alerta".
Junto a otros conductores, Akin se encuentra parado ante una cinta policial, a unos cientos de metros de la estaci¨®n de Stockwell, en el sur de Londres, donde ayer la polic¨ªa abati¨® de cinco disparos a un sospechoso. Desde los atentados del 7 de julio, que provocaron 52 muertos m¨¢s los cuatros suicidas, este paisaje de barreras policiales en medio de enormes despliegues de fuerzas de seguridad, calles y l¨ªneas de metro cortadas y personas caminando a sus destinos se ha convertido casi en habitual.
Por ahora, los conductores de autob¨²s no han amenazado con dejar de trabajar por motivos de seguridad, pero s¨ª los de metro. "El jueves tuvimos maquinistas que rechazaron trabajar porque ten¨ªan miedo y cientos dijeron que si la situaci¨®n se repet¨ªa, secundar¨ªan el paro. Si vuelve a ocurrir un incidente en el metro, todo el sistema se paralizar¨¢", dijo ayer Bobby Law, portavoz del Sindicato de Transportes a la cadena Sky News.
Londres, con siete millones de habitantes, es una ciudad muy extensa, en la que los taxis son un lujo: como en cualquier otra gran urbe, quiz¨¢s peor, sin metro cientos de miles de personas tendr¨ªan enormes problemas para llegar a sus puestos de trabajos.
"Entre los conductores de autob¨²s no he o¨ªdo que nadie haya rechazado conducir por miedo, pero quiz¨¢s porque nuestro sindicato es menos poderoso que el del metro", se?ala Akin. "Es una situaci¨®n que comienza a ser terror¨ªfica, pero tienes que seguir adelante. Alguien tiene que hacer este trabajo", agrega Danny, de 33 a?os, que lleva desde los 20 al volante de un autob¨²s de dos pisos. En la parte superior -donde se produjo la explosi¨®n el 7-J en la l¨ªnea 30 que mat¨® a 14 personas y el intento de ataque del jueves-, cada vez se sube menos gente, relata este veterano conductor, que asegura que los viajeros tienden en los ¨²ltimos tiempos a apelotonarse en el primer piso.
Actitud vigilante
"La gente viaja m¨¢s en silencio, mirando a su alrededor, pero cuando hay un problema los viajeros son muy comprensivos: se bajan sin protestar y buscan otra forma de llegar a sus destinos o simplemente se vuelven a casa", afirma un tercer conductor, Peter, de 42 a?os. Sus autobuses, ya vac¨ªos, llevan dos horas parados en mitad de la calle, con el servicio suspendido. La l¨ªnea de metro m¨¢s cercana tambi¨¦n est¨¢ cortada y, cada cierto tiempo, aparece un viajero agobiado que pregunta a los funcionarios qu¨¦ medio de transporte p¨²blico puede utilizar en la zona.
"No creo que haya muchas soluciones. ?Vamos a prohibir a la gente subir con mochilas o con bultos? ?Vamos a poner detectores de metales en cada autob¨²s o en cada parada? ?Vamos a registrar a los viajeros? ?Vamos a impedir que alguien se monte en nuestro veh¨ªculo s¨®lo porque su aspecto nos parezca sospechoso?", afirma Akin.
Preguntado el jueves sobre la posibilidad de aumentar dr¨¢sticamente los sistemas de seguridad en el transporte p¨²blico, el alcalde de Londres, Ken Livingstone, hizo una reflexi¨®n similar: "Si pusi¨¦semos detectores de metales y esc¨¢neres como los de los aeropuertos en cada estaci¨®n de metro, el sistema no funcionar¨ªa. Es imposible". Livingstone se reuni¨® ayer con los sindicatos del transporte p¨²blico para tranquilizarles y estudiar posibles medidas.
Por lo pronto, la presencia policial visible ha aumentado en las principales estaciones de metro y desde hace dos semanas se utilizan perros para detectar explosivos. Ahora, adem¨¢s, las fuerzas de seguridad realizar¨¢n registros aleatorios de mochilas. Pero el metro, el m¨¢s antiguo del mundo, tiene 287 estaciones, 12 l¨ªneas, 400 kil¨®metros de ra¨ªles y tres millones de viajeros. El control total es imposible.
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