La caza del hombre, y del hambre
Desde hace meses, el gobierno egipcio hace una campa?a tur¨ªstica en el canal internacional de la BBC en la que aparece una mujer espectacular desfilando en traje de ba?o y con zapatos de tac¨®n alto. Este anuncio, que desaprobar¨¢ seguramente gran parte de la poblaci¨®n isl¨¢mica de aqu¨¦l pa¨ªs, se repite a lo largo del d¨ªa en las pausas de los noticieros, sin duda de los mas prestigiosos de Europa. El pasado viernes pude ver de nuevo a la mujer del spot publicitario egipcio segundos despu¨¦s de emitirse las im¨¢genes de la caza del hombre (terroristas) no s¨®lo en Gran Breta?a sino tambi¨¦n en Pakist¨¢n y en Egipto, con numerosas detenciones de sospechosos. Tuve entonces el presentimiento de que algo terrible pudiera ocurrir tambi¨¦n en Egipto. Por desgracia el presentimiento se ha cumplido a orillas del Mar Rojo, la pasarela de aquella mujer de tac¨®n alto.
?Es que no ser¨ªa ya hora de frenar la desertizaci¨®n de esos pueblos aplicando el Tratado de Kyoto?
Y m¨¢s tarde pudimos ver a una familia de cinco miembros compartiendo por todo alimento una rata
Tambi¨¦n el viernes pasado la misma cadena, que nadie considerar¨ªa sensacionalista, emiti¨® unas im¨¢genes estremecedoras desde N¨ªger, el segundo pa¨ªs m¨¢s pobre de ?frica, donde los ni?os de corta edad mueren ahora de inanici¨®n, sin defensas, escu¨¢lidos y devorados encima por las moscas.
El presentador de las noticias tuvo la delicadeza de anunciar que estas im¨¢genes iban a ser muy duras, y s¨ª fueron, pues en cuanto vimos no los pechos duros de la joven del spot egipcio, sino los pechos fl¨¢cidos de las madres africanas en N¨ªger (el segundo pa¨ªs m¨¢s pobre del mundo, luego de Sierra Leona), comprendimos, de verdad, donde est¨¢ y d¨®nde se perpet¨²a el aut¨¦ntico horror de la Humanidad. A las zonas masacradas por la sequ¨ªa y la hambruna de aqu¨¦l pa¨ªs de doce millones de habitantes, con reservas de uranio y yacimientos de oro, hab¨ªa viajado el viernes pasado el presidente de la naci¨®n, aunque con las manos vac¨ªas, seg¨²n apostill¨® la reportera de la BBC. Las masas lo recib¨ªan entre alaridos, llantos y otros gestos desesperados.
Luego, la c¨¢mara se desliz¨® bajo unas carpas en las que se hacinaban los esqueletos ya m¨¢s moribundos. Y m¨¢s tarde tambi¨¦n pudimos ver a una familia de cinco miembros, casi transparentes, compartiendo por todo alimento una rata. Y estos, se nos dijo, eran los afortunados. Porque otros, la mayor¨ªa, se alimentaban de las hojas arrancadas de unos ¨¢rboles resecos.
La persecuci¨®n o caza del hombre terrorista quedaba bastante lejos, mientras que esta caza del hambre se adentraba en uno mismo y estallaba en las conciencias, si es que eso existe todav¨ªa. Todos, pens¨¦, ¨¦ramos responsables. Los que son capaces de invadir Irak y de declarar guerras preventivas con un desprecio absoluto de la ley, se mostraban incapaces de impedir la muerte producida por ese arma de destrucci¨®n masiva que es, y seguir¨¢ siendo, el hambre. Qu¨¦ triste casualidad que N¨ªger fuera el pa¨ªs que supuestamente vendi¨® uranio a Irak, algo que tambi¨¦n demostr¨® ser absolutamente falso, otra mentira de la administraci¨®n norteamericana, respaldada por un servil Reino Unido.
La cumbre de los ocho pa¨ªses m¨¢s industrializados del mundo (G-8) anunci¨® el perd¨®n de la deuda de algunos pueblos ya hundidos, como N¨ªger, en la m¨¢s absoluta miseria. ?Es que no ser¨ªa ya hora de frenar la desertizaci¨®n de esos pueblos, en su mayor¨ªa isl¨¢micos, aplicando el Tratado de Kyoto? ?Nos tomamos a la ligera el cambio clim¨¢tico, como si se tratara de un cambio de estaci¨®n?
Colonizado y explotado hasta lo indecible, el continente africano acepta ahora los ¨²ltimos donativos de las democracias m¨¢s acaudaladas y, por qu¨¦ no, las bendiciones del Sumo Pont¨ªfice que llegado el momento bien podr¨ªa dejarse caer por all¨ª para suministrar, al menos, los santos ¨®leos a esos miles de agonizantes. Pero en su mayor¨ªa no son cristianos. Solamente son hijos de Dios.
Francia, poder colonial en N¨ªger desde 1922 hasta 1960, ha prometido a?adir dos millones de euros a su ayuda anual de tres millones. Pero hasta que el dinero, y los alimentos, lleguen a su destino, los discursos van siempre m¨¢s deprisa, habr¨¢n perecido miles de personas cada d¨ªa. Y Gran Breta?a, que tuvo intereses en el pasado en N¨ªger, tambi¨¦n promete de inmediato un mill¨®n y medio de libras para aliviar el sufrimiento de aquella poblaci¨®n. Y para aliviar seguramente el sentimiento de culpa de sus propios ciudadanos.
www.ignaciocarrion.com
Mentiras
Periodismo es la carrera con la nota de corte m¨¢s elevada en la Universitat de Val¨¨ncia: 8,32. La demanda de periodistas es fuerte, como lo es la competencia profesional dentro y fuera de nuestro pa¨ªs. Esta lucha lleva a m¨¢s de un periodista a exagerar los hechos, cuando no a inventarlos. El reportero de investigaci¨®n Michael Finkel fue enviado a ?frica por The New York Times para relatar la tragedia de un ni?o esclavo. Finkel no encontr¨® al ni?o esclavo y lo invent¨® de la cabeza a los pies. El enga?o fue descubierto y su autor despedido sin contemplaciones. Finkel supo entonces que Christian Longo, un ciudadano de Oreg¨®n acusado de matar a su familia, hab¨ªa utilizado su nombre durante varios a?os como vendedor de estufas y, sobre todo, como estafador profesional. Temeroso de que su mujer y sus hijos conocieran la verdad, el falso Finkel asesin¨® a toda su familia. Fue descubierto, juzgado y encarcelado. Ya en prisi¨®n, rechaz¨® ser entrevistado salvo por el aut¨¦ntico Finkel, quien le prometi¨® que escribir¨ªa en un mismo libro la verdadera historia del parricida, pero tambi¨¦n la suya de fraudulento periodista.
Finkel ha publicado ahora Murder and lies (Asesinato y mentiras), unas memorias en las que entona un mea culpa sin precedentes ante la sociedad norteamericana que, como el resto del mundo, est¨¢ harta de la impunidad que protege a los peores y mas peligrosos embusteros del planeta. No es necesario relacionar los nombres: todos los conocemos.
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