Para empezar, regalos
Mal comienzo para el prestigio de la feria de Santander. El regalo de trofeos deval¨²a cualquier ciclo taurino que se precie. Qui¨¦n va a intentar el toreo en un coso que por nada se da de todo. Esta circunstancia condena al aficionado a soportar la vulgaridad y el ventagismo galerista base del triunfalismo que hunde a la fiesta. Un ejemplo de que todo estaba preparado para abrir la t¨®mbola lo da la banda de m¨²sica.
C¨®mo se puede tocar a un toro rajado en tablas -trapeado de aquella manera-. Ni con las protestas de los aficionados el se?or director de la banda cedi¨® en su empe?o. Claro que la orquesta, como la empresa, son municipales. A Mat¨ªas Tejela le correspondi¨® por primero el ¨²nico potable del encierro. M¨¢s h¨¢bil que artista con el percal se dej¨® aplaudir por chicuelinas. Su faena, despegada, fuera de suerte, abusando del extremo de la muleta result¨® una desilusi¨®n para el aficionado que le esperaba expectante. El adorno galerista en barato no es merecedor de premio alguno, m¨¢s si va acompa?ado de bajonazo. Su otro result¨® un inv¨¢lido.
Puerto / Diego, Tejela, Perera
Toros de El Puerto de San Lorenzo: justo de presencia, escasos de fuerza y descastados. 5?, inv¨¢lido. Juan Diego: saludos y silencio. Mat¨ªas Tejela: oreja y silencio. Miguel ?ngel Perera: palmas y silencio. Plaza de Santander. 23 de julio. 1? de feria. Tres cuartos de entrada.
Juan Diego no encontr¨® la f¨®rmula de superar la soser¨ªa y falta de fuerzas de su lote. Voluntad, entrega y ganas de agradar fueron su carta de presentaci¨®n.
Miguel ?ngel Perera dej¨® en su primero constancia de sus buenas maneras, su templanza, su gusto. Estas cualidades se estrellaron ante la falta de transmisi¨®n de los oponentes. Posiblemente los naturales recetados al tercero de la tarde fueron lo mejor del festejo. Es una promesa a seguir.
Babelia
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