Litigio en el olivar de Chamart¨ªn
Un sector de la fundaci¨®n que rige el jard¨ªn planea poner un restaurante, mientras otro patrono idea un centro de teatro cl¨¢sico
Un olivar hist¨®rico enraizado en un jard¨ªn r¨²stico, ambos ¨²nicos en Madrid, sobrevive en el coraz¨®n del distrito de Chamart¨ªn en medio del fragor inmobiliario. Casi centenar y medio de olivos, un tercio de ellos de m¨¢s de un siglo de edad, aromados por el frescor de lavandas, cantuesos, jaras y hierbabuenas, habitan en el predio, por cuyos senderos cavilaron y adoptaron decisiones de largo alcance cultural y cient¨ªfico algunos de los principales exponentes del pensamiento espa?ol del siglo XX. Hoy, sobre ese mismo paraje se barajan diferentes propuestas para encarar su mantenimiento: de un lado, la instalaci¨®n de un restaurante oriental dentro de su per¨ªmetro; del otro, la creaci¨®n de un centro de interpretaci¨®n y documentaci¨®n de teatro cl¨¢sico espa?ol.
El lugar est¨¢ cargado de historia: fue testigo de la presencia de Napole¨®n en Madrid
La decisi¨®n resultante, conforme a las leyes urban¨ªsticas, habr¨¢ de ser adoptada por los directivos de la fundaci¨®n cultural que lo rige, en su mayor¨ªa miembros de la familia propietaria del olivar, cuyos pareceres al respecto permanecen enfrentados.
El olivar es una de las sorpresas urbanas madrile?as m¨¢s gratas. Surge en una de las cotas m¨¢s elevadas de la ciudad, a 721 metros, en Chamart¨ªn, donde la riqueza en manantiales del subsuelo hace crecer los ¨¢rboles con un vigor especial, y a sus copas, desplegar su follaje en su colorido m¨¢s intenso. Quiz¨¢ sea ¨¦sta la raz¨®n que explique la supervivencia all¨ª, desde tiempo inmemorial, de este olivar secular -hoy, de 9.000 metros de extensi¨®n-, donde centenar y medio de estos ¨¢rboles ole¨¢ceos tejen una fresca cofia vegetal bajo la que se cobija un jard¨ªn r¨²stico ¨²nico en la ciudad de Madrid.
El romero y el tomillo recuerdan la flora aut¨®ctona del Guadarrama, que perfuma un tipo de jard¨ªn cuyo riego suele exigir un bajo consumo de agua. Pero los gastos de mantenimiento del olivar se disparan, seg¨²n explica Eduardo San Rom¨¢n, gerente comercial de este espacio tan singular, situado entre las calles de Henry Dunant y Men¨¦ndez Pidal, junto a las de Alberto Alcocer y Padre Dami¨¢n.
El patronato que regenta la fundaci¨®n que administra el olivar est¨¢ dividido: una parte quiere mantenerlo como escenario de presentaciones de libros y actos culturales, futura sede de un centro para el estudio del teatro cl¨¢sico espa?ol, a imagen de la Royal Shakespeare Company; y la otra parte proyecta instalar all¨ª, durante 10 a?os, un restaurante oriental que costee los gastos del predio, donde se integran dos edificios de ladrillo de arquitectura rural inglesa de comienzos del siglo XX. Ambas partes reafirman su compromiso de conservar ¨ªntegro el olivar.
Seg¨²n el Plan General de Ordenaci¨®n Urban¨ªstica de 1985, el olivar de Castillejo (denominaci¨®n original del lugar) fue definido como parque urbano, talism¨¢n que lo guarec¨ªa de cualquier fragmentaci¨®n o parcelaci¨®n que pudiera desembocar en construcciones en su interior.
Ignacio Aguirre, arquitecto de la Junta de Distrito de Chamart¨ªn, asegura que el olivar es considerado urban¨ªsticamente como adscrito a "norma zonal 3, grado 2, que significa que su catalogaci¨®n en el Plan de Ordenaci¨®n Urbana de 1985 se mantiene". Sin embargo, como no es la primera vez que es urbanizada una zona de estas caracter¨ªsticas en Madrid, la parte del patronato renuente a la instalaci¨®n del restaurante, que encabeza David Castillejo, quiere que el olivar sea declarado cuanto antes bien de inter¨¦s cultural.
Por su parte, Andrey Kidel, del otro sector del patronato de la fundaci¨®n, explica desde Londres: "Es muy dif¨ªcil afrontar los gastos del olivar sin ayudas externas, y la f¨®rmula del restaurante es una de las que barajamos, aunque todav¨ªa s¨®lo es un proyecto", puntualiza. "En todo caso, el plan ser¨ªa enormemente respetuoso con los olivos, a los que no se tocar¨ªa, y el restaurante, en caso de ser viable, ser¨ªa reversible y desmontable en una d¨¦cada".
El olivar de Castillejo est¨¢ cargado de historia: fue testigo de la presencia de Napole¨®n en Madrid en los aciagos d¨ªas de 1808. Desde su arbolada atalaya, observ¨® la ciudad rebelde que se desplegaba hasta sus l¨ªmites septentrionales, San Bernardo y el paseo de Recoletos.
Un siglo despu¨¦s, un grupo de intelectuales formado por el catedr¨¢tico de Derecho Romano Jos¨¦ Castillejo; el cient¨ªfico Ignacio Bol¨ªvar, creador del Museo de Ciencias Naturales, y el fil¨®logo Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal adquirieron parcelas, que mantuvieron abiertas para su disfrute com¨²n.
En una suerte de Arcadia suburbana, aquellos pr¨®ceres, comprometidos con la creaci¨®n intelectual espa?ola y con modos de vida naturistas -eran enamorados de la sierra del Guadarrama-, alumbraron en 1917, entre los olivos y los jardines perfumados a la manera serrana, una instituci¨®n de enorme alcance en la pol¨ªtica cultural: la Junta de Ampliaci¨®n de Estudios, que vendr¨ªa a aplicar a la cultura espa?ola los ideales de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, con la impronta progresista y regeneracionista del librepensamiento.
Castillejo, Bol¨ªvar y Men¨¦ndez Pidal, a los que posteriormente se unir¨ªa el escritor y acad¨¦mico D¨¢maso Alonso, generaron una atm¨®sfera de amistad y creatividad que hall¨® en el olivar un hogar buc¨®lico por el que pasearon, conversaron y cavilaron personalidades como Antonio Machado, Manuel Aza?a, Juan Negr¨ªn, Alfonso Castelao, Bartolom¨¦ de Coss¨ªo y muchas otras figuras de la ciencia, la cultura y el arte espa?oles.
De las cavilaciones de los anfitriones e invitados del olivar -recuerda David Castillejo, hijo del catedr¨¢tico Jos¨¦ Castillejo- surgieron iniciativas como el Centro de Estudios Hist¨®ricos, la Residencia de Estudiantes, el Instituto Escuela y la Escuela Espa?ola de Roma.Con la Guerra Civil, muchos de sus frecuentadores se exiliaron.
Bajo el franquismo, el olivar alberg¨® a gente del cine que visitaban Madrid, como la actriz Ava Gardner, que durante el rodaje de Pandora, en 1951, recibi¨® la visita del cantante Frank Sinatra para salvar su relaci¨®n; Lana Turner, Charlton Heston y Tyrone Power. De ni?o, Paco Rabal, vecino del barrio, recibi¨® all¨ª sus primeros libros de D¨¢maso Alonso.
Un islote entre rascacielos
El distrito de Chamart¨ªn experiment¨®, durante el franquismo, uno de los despliegues inmobiliarios m¨¢s intensos de Espa?a. En el ¨¢rea de las calles de Carlos Maurras, Doctor Fleming y Profesor Waskmann qued¨® asentada la poblaci¨®n estadounidense vinculada a la base a¨¦rea de utilizaci¨®n conjunta de Torrej¨®n de Ardoz. Un hecho que caus¨® un profundo impacto en las costumbres ciudadanas. El desarrollo urban¨ªstico del distrito elev¨® a cotas de aguda carest¨ªa los precios de alquileres y viviendas en propiedad en la zona. Una parte del Olivar de Chamart¨ªn, la que mira al arranque de la calle de Henry Dunant, fue vendida y sobre ella se alzaron, con ciertas limitaciones, varios edificios residenciales.
Pero, sorpresivamente, la vivienda y el jard¨ªn que para s¨ª edificara Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal, contigua al olivar y hoy propiedad de la fundaci¨®n Areces, adem¨¢s del cogollo del olivar, se mantuvieron inc¨®lumes. Para tenerlo a salvo de futuras presiones inmobiliarias, los herederos del predio crearon en 1985 una fundaci¨®n que consagra como meta prioritaria la preservaci¨®n de la integridad del olivar.
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