Respeto y reconocimiento
Discrepancias, aportaciones, consenso, demagogia, opiniones favorables y desfavorables, hay para todos los gustos en torno al debate sobre el nuevo Estatut de Catalu?a. Paralelamente, la poblaci¨®n acusa una saturaci¨®n informativa y una despreocupaci¨®n alarmante, hecho que nos deber¨ªa hacer reflexionar. Lo cierto es que es necesario actualizar las normas con las que afrontar el futuro, el progreso y el bienestar de todos los ciudadanos y ciudadanas de Catalu?a, y por ello considero que los gobiernos locales, como gobiernos de proximidad, debemos posicionarnos claramente.
El gobierno local es tangencial al Gobierno aut¨®nomo. Coincidentes en planificar sobre el mismo territorio, lo que obliga a establecer visiones comunes, formadas en el consenso. Actuantes, no concurrentes y sujetos al desarrollo de nuestras diferentes responsabilidades como gobiernos. Comprendo que esta afirmaci¨®n provoque algunos sarpullidos.
Por ese motivo, el contenido del trazo de la v¨ªa tangencial, con puntos comunes pero sin concurrencia, debe presidir el proceso de definici¨®n estatutario, donde deber¨¢ ser prioritario delimitar con claridad y exactitud las competencias, tanto estructurales como financieras, que determinar¨¢n, exhaustivamente, el marco de actuaci¨®n y de gesti¨®n de los gobiernos locales en un futuro. Los nuevos retos locales requieren mayor capacidad de decisi¨®n, m¨¢s competencias y m¨¢s recursos.
S¨¦ muy bien que en el seno del Gobierno de la Generalitat existe una sensibilidad expresa y patente sobre el importante papel de los gobiernos locales y sobre la necesidad de ampliar sus competencias. De acuerdo con el principio de subsidiariedad, los gobiernos locales debemos gestionar todas las competencias que podamos prestar con eficacia. Por tanto, ser¨ªa incomprensible que el nuevo Estatut estableciera que los gobiernos locales son una instituci¨®n de la Generalitat de Catalu?a y que esto no se corresponda con una clara atribuci¨®n de competencias con la consecuente transferencia financiera.
Estamos, sin duda, ante una oportunidad ¨²nica para reparar una situaci¨®n hist¨®rica y poder reconocer el papel de los gobiernos locales en la Administraci¨®n. Es hist¨®rica, porque a lo largo de 23 a?os, CiU ha sido incapaz de abordar cualquier reforma que solucionase la actual falta de una financiaci¨®n suficiente, estable y garantizada. Y ahora s¨®lo parece dispuesta a trabajar por una propuesta maximalista que fracase aqu¨ª y no prospere en Madrid.
No podemos vivir en un permanente proceso de reconstrucci¨®n de las libertades y de las competencias que nos ayudaron a superar la transici¨®n, ha llegado el momento de cerrar bien las etapas. Los gobiernos locales debemos ejercer las responsabilidades para las cuales los ciudadanos y ciudadanas nos han elegido.
Hace falta un giro que nos haga despegar del 13% del gasto p¨²blico.
El actual borrador de Estatut, adem¨¢s de no profundizar, no refleja ni la realidad ni la importancia de los gobiernos locales. El nuevo Estatut no debe proclamar, debe garantizar la autonom¨ªa local; debe reconocer, tal como lo hace la Constituci¨®n, que los ayuntamientos son gobierno, uno de los gobiernos del Estado. Es decir, un gobierno local debe poder adoptar y tener autonom¨ªa para impulsar cualquier iniciativa en favor de sus vecinos y vecinas. Siempre.
Ya en la actual legislaci¨®n hemos sufrido las carencias competenciales fundamentales, en cuestiones que nos permitir¨ªan encarar con ¨¦xito las transformaciones sociales que vivimos ya durante este siglo XXI y que desde el municipio, desde la calle, desde la proximidad que nos concede nuestra gesti¨®n, nosotros hemos ido percibiendo y reclamado con insistencia.
Como m¨ªnimo, debemos reflexionar sobre la manera de encajar estas competencias en un texto fundamental como ser¨¢ el nuevo Estatut: hemos puesto sobre la mesa el debate sobre pol¨ªticas de seguridad, sobre pol¨ªticas activas de empleo, sobre la vivienda, sobre la justicia, sobre la inmigraci¨®n, sobre telecomunicaciones y sociedad de la informaci¨®n, etc¨¦tera.
Estas inquietudes son realidades sociales que est¨¢n en la calle, y obviarlas no forma parte de nuestra tradici¨®n pol¨ªtica. La armonizaci¨®n y la solidaridad deben presidir la acci¨®n legislativa y pol¨ªtica. Pero eso pasa tambi¨¦n por reconocer el trabajo y el esfuerzo que realizan los gobiernos locales y por solucionar dos problemas claros:
1. En muchas ocasiones, se nos adjudican cargas de responsabilidad sin acompa?arlas de recursos econ¨®micos.
2. Existe un claro d¨¦ficit de participaci¨®n de los municipios en la toma de decisiones de pol¨ªticas gen¨¦ricas que a veces, incluso, afectan a asuntos de inter¨¦s preferentemente local.
Es importante dialogar en un marco de lealtad institucional y confianza mutua. Es necesario evitar intrusismos, evitar sembrar la inquietud con propuestas como la de que el Parlament disponga de una oficina que indague sobre actividades fraudulentas en los ayuntamientos. No estoy en contra de los ¨®rganos de fiscalizaci¨®n, pero no creo que tenga que ser en ese ¨¢mbito donde se nos imponga supeditaci¨®n o subordinaci¨®n. En todo caso, el camino se deber¨ªa hacer a trav¨¦s de la Sindicatura de Cuentas, ¨¦sa ser¨ªa una buena opci¨®n. Es fundamental reconocer a los gobiernos locales su capacidad normativa y su ¨¢mbito de autonom¨ªa para regular y controlar su actividad.
El actual debate del Estatut no genera proximidad, sino distancia, y ha dejado en segundo plano la gesti¨®n y el trabajo realizado por el Gobierno de la Generalitat en los ¨²ltimos 15 meses.
El buen trabajo generado a partir de la colaboraci¨®n intensa de la mayor¨ªa de los departamentos con los gobiernos locales ha promovido acciones que no pueden quedar difuminadas por esta omnipresencia del Estatut en la agenda pol¨ªtica. El esfuerzo del Gobierno catal¨¢n para ampliar la financiaci¨®n de las escoles bressol, la ley de barrios, la pol¨ªtica sanitaria y de atenci¨®n a las personas con dependencias, las pol¨ªticas de desarrollo activo del empleo, la educaci¨®n, etc¨¦tera, est¨¢ siendo articulado para acercarse a las necesidades m¨¢s directas de nuestra sociedad.
Resulta, pues, sorprendente esta divergencia entre la actuaci¨®n diaria del Gobierno de Catalu?a y el planteamiento de algunos de sus miembros respecto a la desconfianza y la soberbia con la que establecen su relaci¨®n con los gobiernos locales.
Defrauda ver c¨®mo se reclaman derechos hist¨®ricos, algunos m¨¢s que periclitados, y en cambio no existe la suficiente sensibilidad para reconocer el papel de los gobiernos locales.
Por ese motivo, por encima de disciplinas partidistas, los gobierno locales debemos trabajar para reforzar la atenci¨®n y la sensibilidad de la propuesta estatutaria en lo referente a la administraci¨®n m¨¢s pr¨®xima a los ciudadanos. Hemos dado un paso m¨¢s que con el Estatut de 1979, que hac¨ªa menciones dispersas a los municipios; ahora hacemos algunas definiciones legislativas b¨¢sicas, pero poco m¨¢s. Y desde los poderes locales afirmamos que Catalu?a necesita avanzar mucho m¨¢s all¨¢, porque pone en juego su futuro, su credibilidad ante la ciudadan¨ªa y su capacidad de abordar los temas que de verdad afectan al progreso y a la cohesi¨®n social de nuestro pa¨ªs. No nos podemos permitir un Estatut que trate de forma insuficiente, incorrecta y superficial a los gobiernos locales de Catalu?a. Se trata, por tanto, de respetar y reconocer esta realidad tangencial.
Antonio Balm¨®n es alcalde de Cornell¨¤ de Llobregat.
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