El fin de Lula
NO S? SI SE DEBE atribuir a la aceleraci¨®n propia de los tiempos que corren o a una especie de fatalismo suramericano, pero la que ten¨ªa que ser la nueva izquierda brasile?a ha quemado etapas a ritmo trepidante. En dos a?os ha sembrado el desencanto y se ha hundido en el pantano de la corrupci¨®n. No s¨®lo es el destino pol¨ªtico de la izquierda social brasile?a el que queda tocado, fragmentada entre el n¨²cleo del poder y la corrupci¨®n del PT, los hombres que todav¨ªa conservan alguna cuota de prestigio como Tarso Genro, que parece haber llegado tarde a salvar al partido de la cat¨¢strofe, y el ala izquierda que abandon¨® el barco a tiempo y ejerce con dureza la cr¨ªtica desde fuera. La ilusi¨®n de que por fin era posible en Latinoam¨¦rica una izquierda socialista que no estuviese condicionada por la sombra e influencia de Fidel Castro ha sido un espejismo. El desastre se expresa en este dato: hoy Chaves es m¨¢s fuerte que Lula.
El luto entre la ciudadan¨ªa brasile?a de izquierdas es tal que no sirve ni siquiera el consuelo de que ning¨²n partido est¨¢ libre de la mancha de la corrupci¨®n. Las privatizaciones, dicen, fueron un esc¨¢ndalo mucho m¨¢s grande que lo que ha ocurrido ahora. Pero lo dicen con la boca peque?a. Con una sensaci¨®n de verg¨¹enza: se tem¨ªa que una pol¨ªtica demasiado social de Lula provocara la desestabilizaci¨®n desde la derecha y ha pasado lo contrario, la pol¨ªtica econ¨®mica ha sido de una ortodoxia aplaudida por los poderes econ¨®micos y todo se ha ido abajo por el sumidero de la corrupci¨®n. Hay quien dice -a pelota pasada es f¨¢cil- que no hay motivo para la sorpresa. Que el PT estuvo siempre bajo sospecha. Y se recuerda que, cuando Lula gan¨®, el PT acababa de perder dos ayuntamientos simb¨®licos como S?o Paulo y Porto Alegre.
Cada d¨ªa, una nueva sorpresa en los peri¨®dicos: una nueva cuenta descubierta, un nuevo pago, una nueva persona implicada, el agua sube y las preguntas se encadenan: ?hasta d¨®nde llegar¨¢? ?Qu¨¦ pasar¨¢ con Lula? La opini¨®n m¨¢s extendida es que nadie est¨¢ interesado en la ca¨ªda de Lula. La oposici¨®n sabe que el carrusel de revelaciones no cesar¨¢. Es una sangr¨ªa constante para Lula. Dejando que el tiempo transcurra, Lula llegar¨¢ a las elecciones completamente exhausto. Y ser¨¢ un rival f¨¢cil de batir. Naturalmente, estas especulaciones t¨¢cticas quedar¨ªan en nada si el agua de la corrupci¨®n alcanzara al propio Lula. Es decir, si apareciera un documento, un papel, que le implicara directamente. De momento, la avalancha ya ha alcanzado a un hijo de Lula. La incertidumbre es grande en un pa¨ªs en que da la sensaci¨®n de que s¨®lo gobierna el ministro de Econom¨ªa. Que en este momento aparece como la ¨²nica garant¨ªa de una cierta estabilidad.
La corrupci¨®n ha ido paralela al desencanto. En la comunidad de vecinos de la principal favela de S?o Paulo, Heli¨®polis, se preguntan d¨®nde est¨¢ la promesa de dar t¨ªtulos de propiedad a los "moradores". La burocracia lo encalla todo, dicen. Y en todas partes se se?ala el mismo punto: la principal urgencia de Brasil es la educaci¨®n, y no se est¨¢ enfocando en serio. Se ha avanzado mucho en porcentaje de ni?os escolarizados, ya cercano a la plena escolarizaci¨®n, pero la calidad de la educaci¨®n sigue siendo p¨¦sima. Una deficiencia cr¨®nica que no se corresponde con el potencial intelectual, creativo y tecnol¨®gico del pa¨ªs. Algunos la achacan a la falta de perspectiva de futuro de unas ¨¦lites que siempre han preferido mantener al pueblo en la ignorancia.
En Brasil, todos los caminos conducen al mismo punto: la desigualdad cr¨®nica. La producci¨®n crece, pero la desigualdad permanece exactamente igual. El productivismo no es suficiente para atemperar una desigualdad muy visible, agravada adem¨¢s por el comportamiento de unas clases pudientes muy exhibicionistas. Hay quien afirma que la cuesti¨®n de la desigualdad es la clave del futuro de la izquierda latinoamericana. O la izquierda es capaz de encarar este problema o no conseguir¨¢ salir nunca de la provisionalidad y del fracaso. Pero la izquierda brasile?a lleg¨® al poder montada sobre la carroza de la corrupci¨®n, es decir, trabajando a favor de la desigualdad cr¨®nica. Mientras la izquierda no d¨¦ respuesta a la desigualdad, la demagogia de Chaves y Castro siempre tendr¨¢ presencia. Entre otras cosas, porque los dineros de Castro no salen en los peri¨®dicos, y los del PT, s¨ª.
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