Pensiones chilenas
Desde las elecciones en EE UU se ha intensificado el debate sobre las alternativas de reforma de los sistemas de pensiones. Por ello, parece conveniente reflexionar sobre las experiencias existentes, entre las que destaca la introducci¨®n de cuentas de capitalizaci¨®n individual y gesti¨®n privada en Chile en 1981.
Los argumentos a favor de este proceso parecen claros. Te¨®ricamente, los sistemas con elementos de capitalizaci¨®n individual mejoran los incentivos a la participaci¨®n laboral (el importe de la pensi¨®n depende directamente de dicha participaci¨®n) y contribuyen a desarrollar los mercados financieros y de capitales locales (debido a la inversi¨®n de los ahorros acumulados por los afiliados en fondos de pensiones). Ello permite un aumento de la eficiencia y del crecimiento de la econom¨ªa, como ha mostrado Chile. Pero, al tiempo, estos sistemas deben contribuir a aumentar la cobertura y el nivel de las prestaciones, objetivos esenciales de la protecci¨®n social. En estos aspectos, los resultados no han sido tan favorables. La proporci¨®n de afiliados sobre poblaci¨®n en Chile ha crecido s¨®lo ligeramente desde los a?os setenta. Y, pese a las rentabilidades de los fondos de pensiones, los salarios de sustituci¨®n (que relacionan la pensi¨®n con el ¨²ltimo salario percibido) no son muy elevados.
La experiencia chilena puede ser ¨²til para guiar el proceso internacional de reformas de los sistemas de pensiones
En conjunto, hay cierto consenso de que los efectos han sido positivos, pero sin satisfacer todas las expectativas. ?Qu¨¦ razones hay detr¨¢s de esta evoluci¨®n? En primer lugar, para un sistema de protecci¨®n 25 a?os no es tanto tiempo. Hasta 2020 no se jubilar¨¢n los primeros pensionistas plenos del nuevo sistema. Adem¨¢s, el marco regulatorio ha empezado a mostrar limitaciones, en especial en la financiaci¨®n de coberturas de muerte e invalidez. En tercer lugar, un sistema de pensiones est¨¢ muy relacionado con la evoluci¨®n macroecon¨®mica y con la de un mercado de trabajo que sigue mostrando una elevada informalidad. Por ¨²ltimo, en la poblaci¨®n afiliada hay un amplio desconocimiento sobre el funcionamiento efectivo del sistema.
Las recomendaciones se antojan evidentes. Se ha de avanzar en reformas estructurales que potencien los beneficios macroecon¨®micos del sistema. Hay una labor pendiente de informaci¨®n y formaci¨®n. Y de impulso a la cooperaci¨®n entre el sector p¨²blico y el privado para dise?ar un conjunto ¨®ptimo de reglas, dentro de una perspectiva din¨¢mica de largo plazo.
?ngel Melguizo Esteso es economista del Servicio de Estudios del BBVA.
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