'Maras': crimen global en espa?ol
Es como mirar el negativo de una foto. El lado oscuro de la globalizaci¨®n puede verse en positivo y en negativo. Sobre el papel, el positivo -lo que todos vemos todos los d¨ªas- muestra claramente las sonrisas de los millones de ni?os pobres que morir¨¢n de malaria o diarrea y la mirada n¨ªtida y esperanzada de unas madres que llevan siglos soportando a sus espaldas el peso de la basura del mundo rico. Ver el negativo exige m¨¢s esfuerzo. Cualquier fot¨®grafo amateur lo sabe. El problema es que siempre nos ha dado miedo el lado oscuro de la materia: en las zonas opacas de la globalizaci¨®n, reina el crimen organizado.
El negativo del mundo interconectado en el que vivimos son las redes de crimen globalizado que forman camellos de poca monta, bandas transnacionales, criminales de cuello blanco, Internet, abogados de despachos serios, Wall Street y las imprescindibles sucursales en para¨ªsos fiscales de los bancos nuestros de cada d¨ªa, el agujero negro que conecta toda esta anti-materia humana manchada de sangre con la superficie de las cosas, con la imagen en positivo, a todo color, del mundo en el que vivimos, o sobrevivimos.
Entre los a?os 2000 y 2004, m¨¢s de veinte mil j¨®venes han sido deportados a sus pa¨ªses de origen
La versi¨®n pandillera juvenil y en espa?ol de este universo oscuro son las maras, las bandas de j¨®venes latinoamericanos que extienden sus actividades sociales y criminales a ritmo de hip-hop por Estados Unidos, M¨¦xico, Centroam¨¦rica y desde hace pocos a?os, tambi¨¦n Espa?a.
La polic¨ªa de Los Angeles se encontr¨® por primera vez con este fen¨®meno durante los disturbios que pusieron patas arriba la ciudad en 1992, cuando detr¨¢s del vandalismo aparecieron bandas locales de salvadore?os, como la Mara Salvatrucha, "la banda juvenil m¨¢s poderosa del planeta" seg¨²n Gustavo Sierra, un periodista del diario argentino Clar¨ªn que ha investigado el tema. La Salvatrucha re¨²ne a unos 100.000 miembros de entre 10 y 30 a?os. Mara viene de marabunta. La banda rival, la M-18, lleva el nombre de la calle del South Central de Los Angeles donde se gest¨® el fen¨®meno. En su p¨¢gina web (www.xv3gang.com) afirman contar con sucursales en Australia, Canad¨¢ y el L¨ªbano. Se calcula que en Honduras, con 7 millones de habitantes, hay unos 40.000 "mareros", al igual que en Mexico, y en El Salvador, con una poblaci¨®n de 6,5 millones, unos 20.000. En Estados Unidos habr¨ªa varios cientos de miles de mareros.
El origen remoto de estas bandas tiene todo que ver con los fen¨®menos inherentes al mundo desequilibrado en el que vivimos. Cuando los peque?os pa¨ªses de Centroam¨¦rica se hundieron en brutales guerras civiles en la d¨¦cada de los 80, miles de j¨®venes de estos pa¨ªses inmigraron a Estados Unidos, donde encontraron la acogida habitual: aislamiento social, p¨¦rdida de identidad, trabajo precario, criminalizaci¨®n por parte de la polic¨ªa y leyes anti-inmigraci¨®n. En el desierto urbano de Los Angeles asimilaron la cultura de banda estadounidense de los inocentes a?os 50, se organizaron y comenzaron su andadura criminal. La reacci¨®n de las autoridades fue la mano dura, y las c¨¢rceles se convirtieron en la mejor escuela para estas bandas de j¨®venes desplazados por la guerra y la globalizaci¨®n. "Entendemos la c¨¢rcel como un castigo, pero en muchos casos estamos simplemente reforzando su lealtad hacia la banda; para ellos, ir a prisi¨®n es como terminar el colegio", as¨ª se manifiesta William Bratton, jefe de polic¨ªa de Los Angeles, en un reciente art¨ªculo sobre las maras en Foreign Affairs (mayo/junio 2005). Con las c¨¢rceles de California a rebosar, el Congreso estableci¨® en 1996 que los extranjeros condenados a penas de m¨¢s de un a?o de c¨¢rcel ser¨ªan repatriados.
Entre los a?os 2000 y 2004, m¨¢s de 20.000 j¨®venes han sido deportados a sus pa¨ªses de origen, lugares que a penas vieron de ni?os y cuyo idioma, a veces, desconocen por haber crecido en ingl¨¦s de barrio de Los Angeles. En El Salvador, Honduras y Guatemala reproducen los mismos esquemas, se apoderan del tr¨¢fico de drogas y del peque?o crimen local, delimitan su nuevo territorio con los mismos graffiti, y refuerzan su arsenal con el remanente de M-16 y AK-47 que Estados Unidos dej¨® en la regi¨®n tras su apoyo a la Contra nicarag¨¹ense. Historias de la globalizaci¨®n, en las que negativo y positivo se mezclan en una ¨²nica foto fija.
Los mareros usan los tatuajes y la ropa para identificarse y marcar su territorio. Dime qu¨¦ "tatu" llevas y te dir¨¦ qui¨¦n eres. "Ac¨¢ es as¨ª, a hierro: matas o mueres", le dijo El Satan¨¢s, un miembro de la Salvatrucha, a Gustavo Sierra. La repentina decisi¨®n colectiva de adolescentes y j¨®venes de mostrar la ropa interior sobre un pantal¨®n que cuelga cada vez m¨¢s bajo sobre la cadera es parte del lado positivo de este negativo: en las c¨¢rceles, el uso de cinturones est¨¢ prohibido para evitar suicidios, lo cual obliga a los reclusos a llevar los anchos pantalones del uniforme colgando sobre la cintura, una moda que ha atravesado los muros de la prisi¨®n para volver a la calle en forma de tendencia.
Espa?a, los enfrentamientos entre los Latin Kings y Los ?etas cuentan historias similares, incluidos los brutales rituales de aprendizaje consistentes en palizas grupales a ni?os aspirantes de 13 a?os, y violaciones de los jefes a las mujeres candidatas.
La historia no termina en las calles de Tegucigalpa, porque los hijos pr¨®digos del melting-pot estadounidense han emprendido el camino de vuelta a casa. Se han apoderado del tr¨¢fico de futuros "espaldas mojadas" que pasan por Tapachula, en la frontera entre Guatemala y M¨¦xico, y est¨¢n volviendo a entrar a EE.UU. llevando con ellos inmigrantes sin papeles y droga de los c¨¢rteles. El problema de las maras ocup¨® parte de los debates de la ¨²ltima reuni¨®n de la OEA en Florida, pero las soluciones sobre la mesa no van m¨¢s all¨¢ de la "mano dura contra las maras", negando las realidades sociales y culturales subyacentes. Viejas historias de polis y cacos en la era global, con los mismos dilemas: ?qui¨¦n es v¨ªctima de qui¨¦n?, ?qui¨¦nes son los criminales? Ruge la marabunta.
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