'Errare humanum est'
Yerran los humanos, reza un antiguo adagio y corrobora la realidad impepinable, pero no siempre lo hacen de la misma manera. Ayer dos espec¨ªmenes del subg¨¦nero piloto espa?ol cometieron sendos errores durante sus respectivas carreras del Gran Premio de Alemania, Jorge Lorenzo en 250cc y Sete Gibernau en MotoGP, a los que reaccionaron de forma diametralmente opuesta. El primero, aut¨¦ntica estrella de la moto con una progresi¨®n geom¨¦trica que sin duda le llevar¨¢ muy lejos (fue el piloto m¨¢s joven en debutar en el Mundial y nadie se ha adaptado tan r¨¢pido y tan bien al cuarto de litro salvo Pedrosa) se distingue no s¨®lo por sus prodigiosas dotes de pilotaje sino tambi¨¦n por su fogosidad en la pista. Ese elemento, tan necesario para batirse con otros tipos tan valientes como ¨¦l, se convierte a menudo en un serio handicap. Ayer le condujo directamente a besar el asfalto. El mallorqu¨ªn, que no se caracteriza por hacer buenas salidas, parti¨® como un misil situ¨¢ndose en cabeza por delante de Aoyama y Pedrosa, posici¨®n que mantuvo hasta la cuarta vuelta. Cuando ¨¦ste lo rebasaba por el exterior gracias a su trazada m¨¢s precisa, Lorenzo levant¨® s¨²bitamente su moto y dio contra la parte trasera de la Honda del catal¨¢n perdiendo la estabilidad y y¨¦ndose al suelo. El fallo fue s¨®lo suyo: cay¨® porque su ¨ªmpetu le llev¨® a intentar una maniobra imposible, aunque ¨¦l prefiri¨® achacarlo a la poca deportividad de su rival. Siempre es m¨¢s f¨¢cil buscar un culpable que cuestionar el propio error. En el deporte y en la vida.
El de Gibernau, producto tal vez de la tensi¨®n que supone liderar la prueba casi desde el principio, no le cost¨® la carrera pero s¨ª un triunfo cantado que sirvi¨® a su m¨¢ximo rival en bandeja. De otra forma, Rossi posiblemente no hubiera logrado superarle a pesar de sus intentos: Sete cerraba muy bien todos los huecos. El barcelon¨¦s ahorr¨® v¨ªsceras y, en su l¨ªnea habitual, dio una explicaci¨®n pol¨ªticamente correcta: "Ha sido algo extra?o, pasaba por la meta y he visto la euforia de mi equipo y ha sido una d¨¦cima... me he distra¨ªdo un segundo y he hecho el regalo. Pero ya est¨¢". En realidad Sete, pasado de frenada, se col¨® y dej¨® la puerta abierta de par en par, algo casi imperdonable en un piloto de su talla, pero -en eso est¨¢bamos- errar es humano.
La diferencia entre Gibernau y Lorenzo no s¨®lo es de edad y por ende de madurez, sino de personalidad y de inteligencia. Aunque se le llevasen los demonios por dentro, Sete tuvo la sensatez de no perder los estribos y generar una respuesta convincente para s¨ª mismo. Ante cierto tipo de conflictos, uno tiende a darse explicaciones que lo tranquilicen. Lorenzo, de car¨¢cter volc¨¢nico, descarg¨® su frustaci¨®n sobre un piloto tan parecido a ¨¦l en edad y capacidad -y en manera de reaccionar- que de rival ha pasado a ser adversario, por no decir enemigo, convertido en su n¨¦mesis personal. As¨ª, si uno no alcanza su objetivo no es porque cometa un error sino porque siempre hay otro que lo impide. A veces, cuesta encajar las cosas cuando ¨¦stas son como son y no como nos gustar¨ªa que fuesen. Se corre el riesgo de perder el sentido de la realidad, y este derrapaje es mucho m¨¢s peligroso fuera de la pista.
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