Pareja de reyes
Hace 25 a?os, Sebastian Coe gan¨® la carrera de su vida y empez¨® la odisea ol¨ªmpica que culmin¨® en el pasado 6 de julio en Singapur, donde Londres gan¨® la elecci¨®n de los Juegos de 2012 por delante de Par¨ªs y Londres. Pero Coe solo fue la mitad de un pareja de mediofonidistas brit¨¢nicos que gobernaron el mundo hace un cuarto de siglo. Todav¨ªa hoy es imposible o¨ªr el nombre de Seb Coe sin escuchar el de su viejo rival, Steve Ovett.
Durante aquel periodo, Espa?a tambi¨¦n tuvo un par de famosos mediofondistas: Jos¨¦ Manuel Abascal y Jos¨¦ Luis Gonz¨¢lez. Pero incluso los espa?oles admitir¨¢n que aquellos ingleses proced¨ªan de un mundo diferente. Porque Coe y Ovett estaban tan profundamente unidos como el bacon y los huevos en un desayuno ingl¨¦s y eran tan famosos como Laurel y Hardy. Y como Laurel y Hardy, su poder de fascinaci¨®n, aparte de su capacidad para batir r¨¦cords -17 marcas mundiales en total- resid¨ªa en su diferencia de car¨¢cter. La realidad era bastante diferente a la imagen p¨²blica.
En los primeros d¨ªas de su carrera, en 1975, Ovett tuvo un conflicto con un periodista ingl¨¦s, que calific¨® de antipatriota al joven atleta (19 a?os por entonces) por decir que no quer¨ªa correr en la Copa de Europa. Finalmente Ovett disput¨® la carrera y la gan¨®, pero desde ese momento decidi¨® que jam¨¢s hablar¨ªa con los periodistas brit¨¢nicos.
Coe, que comenz¨® su ascensi¨®n a la fama dos a?os despu¨¦s, al ganar la prueba de 800 metros en los Campeonatos de Europa en pista cubierta que se celebraron en San Sebasti¨¢n, representaba lo contrario que Ovett. Siempre era amable y accesible para los periodistas, que invariablemente le presentaban al p¨²blico de manera positiva. Mientras tanto, Ovett viv¨ªa bajo la cr¨ªtica constante de la prensa.
Su rivalidad recordar¨ªa a la de Alan Ladd y Jack Palance en el famoso western Shane (Ra¨ªces profundas, en Espa?a). Uno vest¨ªa de blanco (Coe); el otro, de negro (Ovett). Sin embargo, durante el largo periodo de investigaci¨®n para mi libro The perfect distance, encontr¨¦ que la mayor¨ªa de los atletas de su ¨¦poca ofrec¨ªan de ellos una perspectiva muy diferente a la imagen que recib¨ªa el p¨²blico. Casi todos me dijeron que Ovett era un "atleta para atletas", un hombre amable y generoso, un atleta que conoc¨ªa las marcas de sus rivales e incluso de los atletas m¨¢s j¨®venes de su equipo, a los que siempre estaba dispuesto a ayudar.
Aunque cort¨¦s, Coe resultaba lejano. No era f¨¢cil trabar amistad con ¨¦l. Un directivo de televisi¨®n dijo: "Tan pronto como Coe vio que era un excelente atleta, lo utiliz¨® como una v¨ªa para ganar dinero y alcanzar la fama. Ovett corr¨ªa porque amaba el atletismo".
Llegaron a la cima de sus carreras en los Juegos de Mosc¨², hace 25 a?os. Coe era el favorito para ganar los 800 metros, pero nunca hab¨ªa vencido a Ovett. En la prueba, pareci¨® asustado frente al gran hombre. S¨®lo intent¨® la victoria cuando era demasiado tarde. Ovett gan¨® y Coe fue segundo.
Seis d¨ªas despu¨¦s, el 1 de agosto de 1980, Coe regres¨® de su aniquilaci¨®n. Ovett no hab¨ªa perdido una prueba de 1.500 en tres a?os. Nada menos que 45 carreras. Pero fue Coe quien sigui¨® al alem¨¢n Jurgen Straub durante tres vueltas y lanz¨® un sorprendente ataque que Ovett no pudo contestar. Coe gan¨® y Ovett solo pudo terminar tercero.
Sebastian Coe gan¨® la final de 1.500 en los Juegos de Los ?ngeles, en 1984, un hecho sin precedents. En aquella carrera, Abascal fue tercero. Tanto Coe como Ovett tuvieron tiempo de batir m¨¢s r¨¦cords y de competir hasta sus retiradas en 1990. Pero nada de lo que hicieron pudo compararse con los dos grandes duelos que mantuvieron en Mosc¨² hace un cuarto de siglo.
Pat Butcher es periodista ingl¨¦s, autor del libro The perfect distance, ed. Weidenfeld&Nicolson.
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