El hombre peri¨®dico
El hombre con sombrero de paja que est¨¢ sentado al borde del mar, bajo el sol, parece tatuado. Si nos acerc¨¢semos un poco m¨¢s ver¨ªamos que son manchas en la piel. Cuando nos fijamos bien, nos percatamos de que en la piel del hombre se reproducen, de forma clara, los titulares del d¨ªa. Es el hombre peri¨®dico.
Las manchas de su epidermis, que ¨¦l considera cicatrices, interesan a todo aqu¨¦l que pasa por su lado en una playa demasiado tranquila para un hombre con tantos sucesos encima de los hombros. "No se mueva, le estoy leyendo", parece decir un se?or con gafas oscuras que no le pierde de vista. Esto, en el peor de los casos, puede llegar a ponerle nervioso, sobre todo cuando alguien se dedica a leerle el cuerpo por encima del hombro, aunque hace ya tiempo que deber¨ªa haberse acostumbrado a que la gente lea los titulares del d¨ªa y les pegue una ojeada a las fotograf¨ªas de portada en su espalda. Y cuando menos, dicho sin mala intenci¨®n, pueden echar una miradita a la bolsa, que suele colocarse en el cuerpo del hombre caprichosamente, en alg¨²n pliegue dif¨ªcil. Y no digamos las p¨¢ginas de econom¨ªa, las menos interesantes para los profanos, situadas en las mism¨ªsimas plantas de los pies. Al hombre peri¨®dico le gusta que las mujeres miren el suplemento de moda que lleva en los muslos, pero tambi¨¦n le atraen esas otras que van directamente a las p¨¢ginas de pol¨ªtica nacional. Y adem¨¢s lo piensa: "Me est¨¢ mirando la pol¨ªtica nacional".
El hombre peri¨®dico no se enfada porque un ni?o se ponga a rellenar los juegos infantiles de su ombligo, mientras no le haga demasiadas cosquillas. Eso si le dejan jugar con el ni?o, porque a pesar de que el hombre peri¨®dico despierta gran inter¨¦s entre peque?os y adultos, raras veces los padres dejan que sus hijos se acerquen mucho, y, en general, toda la gente parece alejarse un poco de ¨¦l en la playa, como si tomaran la distancia correcta para leer bien. Al hombre peri¨®dico eso no le molesta: lo ¨²nico que le fastidia un poco es no ser capaz de leer las noticias que le han nacido en la nuca o en la espalda por m¨¢s que doble el cuello.
Pero lo peor, dice el se?or peri¨®dico para sus adentros, lo peor es que la gente intente pasar p¨¢gina. Eso le hace cosquillas en las costillas, y de su pecho salen a veces historias muy crudas, y si le preguntasen por qu¨¦ brotan las noticias diariamente como lunares en su torso y en sus piernas contestar¨ªa que ¨¦l duerme sobre peri¨®dicos, y que la tinta de imprenta es lo que tiene: imprime y mancha el cuerpo, a lo que la gente quiz¨¢s responder¨ªa: "?Qu¨¦ vagabundo m¨¢s sucio!", y ¨¦l replicar¨ªa, mostrando las necrol¨®gicas: "Claro, estoy bien informado".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.