Aced¨ªas y acebismos
Cuenta el guardi¨¢n ?ngel Acebes (guardi¨¢n de las esencias espirituales y otros valores patrios en el partido del que es secretario general, el PP), en reciente entrevista concedida a La Raz¨®n, que ¨¦l no es de los que se van de vacaciones y desconectan. No le resulta demasiado f¨¢cil permitirse lo que el entrevistador define como "un poco de frivolidad, familia, ba?ador...". Para el se?or Acebes, "cuando has decidido dedicar un tiempo de tu vida a la pol¨ªtica desde un proyecto pol¨ªtico y unas determinadas convicciones y, desde un an¨¢lisis sereno, ves que est¨¢n sucediendo estas cosas en Espa?a, es muy dif¨ªcil decir: 'Esto lo aparco y no pienso en ello'. Agosto adem¨¢s es un buen tiempo que te permite pensar y reflexionar sobre ¨¦ste y otros asuntos para acertar en la estrategia para conseguir de manera efectiva oponerte a todos ellos en el pr¨®ximo curso pol¨ªtico".
Un hombre que ni siquiera en vacaciones deja de temer por la unidad de Espa?a me parece una aut¨¦ntica pesadilla
Sirva este largo p¨¢rrafo, cuyo final me he permitido se?alar en alarmantes cursivas, para explicarles a ustedes por qu¨¦ me resulta totalmente imposible desconectar del mencionado ?ngel durante el mes de agosto. Deber¨ªa estar dedicando mi jugo de meninges a las desdichas de los incendios forestales y a una sequ¨ªa que, seg¨²n los entendidos, es s¨®lo el principio de un siglo de desertizaci¨®n que ir¨¢ ascendiendo por Europa, de sur a norte, implacablemente. ?Qu¨¦ hacer para salvar nuestros bosques? ?Por qu¨¦ no sustituir con mano de obra a los animales que anta?o pastaban y se com¨ªan las zarzas y matojos, las exquisitas cabras que se deleitaban con los tallos nada m¨¢s brotar, las glotonas ovejas que no le hac¨ªan ascos a ninguna hojarasca? ?Y qu¨¦ decir de lo que nos com¨ªan las vacas, antes de que lo que les hemos dado de comer las volviera locas? ?Que no hay gente para un trabajo as¨ª? C¨®mo se nota que no ven ustedes los programas del coraz¨®n de las televisiones. Disponemos de un mont¨®n de gente que estar¨ªa mejor pastando a cuatro patas que sentada en un plat¨® echando reg¨¹eldos.
Sin embargo, pienso que hay una gran met¨¢fora incendiaria en las declaraciones de nuestro se?or Acebes, que sus inflamadas alocuciones, vibrantes de di¨¢cona indignaci¨®n, son, en realidad, letan¨ªas de rastrojos secos, zarzales vicarios que tarde o temprano tropezar¨¢n con el pir¨®mano de su vida. Aceb¨ªas o acebismos, seg¨²n el nivel mercurial, me gustar¨ªa llamar a sus declaraciones, incorporando esta palabra inventada al m¨¢s acerbo acervo de nuestra caudalosa lengua m¨¢ter et magistra.
Un hombre que ni siquiera en vacaciones deja de temer por la unidad de Espa?a me parece no s¨®lo un gran ejemplo, sino una aut¨¦ntica pesadilla, similar a la que sufr¨ª el otro d¨ªa cuando se me apareci¨® Rouco Varela en el titular de un peri¨®dico, prometi¨¦ndole al Gobierno "un oto?o caliente". Por la santa colcha y el santo bid¨¦, ?no podr¨ªan utilizar met¨¢foras menos relacionadas con la agobiante realidad?
Si hemos de prepararnos para un siglo sediento, ?hemos de tolerar tambi¨¦n este sofoco? Si el fin de la unidad de la Espa?a de urbanizaciones, piscinas y campos de golf tan cara a los Zaplana y compa?¨ªa se acerca, ?no ser¨¢ mejor que aparquemos el Apocalipsis y nos dediquemos a arreglar lo que podamos? Pues no. Monse?or Rouco amenaza con incendiar el oto?o con sus manifestaciones contra el libertinaje, eficientemente ayudado, supongo, por los jueces de Denia y de Gran Canaria que acuden al Constitucional para frenar las bodas gay.
Cu¨¢nto m¨¢s entretenido ser¨ªa enfrentarse a lo que venga con constructivo af¨¢n y, sobre todo, cu¨¢nto mejor ser¨ªa mi agosto si pudiera desconectar de algunos elementos. Cu¨¢nto mejor no ser¨ªa vivir el asunto con cierta flojera. Porque, si se fijan, lo m¨¢s amenazante del p¨¢rrafo acebita con el que he iniciado este art¨ªculo son las palabras "determinadas convicciones" (pens¨¢ndolo bien, deber¨ªa haberlas puesto tambi¨¦n en cursiva). Yo no s¨¦ a ustedes, pero a m¨ª, a pesar del gran respeto que siento por las convicciones, me entra p¨¢nico cuando se las determina con tanta determinaci¨®n.
Yo preferir¨ªa que nos indetermin¨¢ramos un rato y que la Iglesia, si quiere salir a la calle, lo haga como antes: en procesi¨®n y para pedir que llueva. En cambio, esta certidumbre incendiaria que pende sobre nuestras cabezas cual traca valenciana hace que, de antemano, agosto tambi¨¦n resulte espeluznante.
Eso le fastidia el est¨ªo a cualquiera. Y, encima, ha ardido Portugal y Zapatero ni siquiera ha asomado el codo para disculparse.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.