La leyenda de la mujer fatal
Leeuwarden, la capital de Friesland, en Holanda, es un lugar muy tranquilo. Lo prueban su aspecto id¨ªlico y ganadero (la regi¨®n de Friesland produce casi el 40% de la leche de todo el pa¨ªs) y sobre todo las esculturas que presiden sus paseos y sus plazas principales. Al rev¨¦s que en otros lugares, donde ¨¦stas rememoran normalmente el nombre de militares y de pol¨ªticos, en Leeuwarden las estatuas son mucho m¨¢s apacibles. Y originales. Hay una al caballo fris¨®n, t¨ªpico de la regi¨®n; otra a un ni?o futbolista; otra a una vaca, apodada Nuestra Madre, que al parecer dio ella sola en vida, a mediados del siglo XIX, la nada desde?able cantidad de 13.800 litros de leche, y otra, en fin, al borde de uno de los canales que atraviesan la ciudad de parte a parte, a la frisona m¨¢s conocida en el mundo, por encima incluso de las vacas: Mata-Hari.
Por sus brazos enjoyados y su cama pasaron infinidad de hombres, todos rendidos a su belleza
"Siempre he amado a los militares. Prefiero estar con un militar cualquiera que con el banquero m¨¢s rico de la ciudad", declar¨®
La casa de Mata-Hari est¨¢ en el centro de la ciudad, en el n¨²mero 28 de la Grote Kerstraak, y hoy alberga el Museo Literario de Friesland, cuya bandera de franjas blancas y azules, con siete corazones rojos, ondea en el balc¨®n de la fachada. El museo no tiene gran inter¨¦s (salvo para los interesados, supongo, en la cultura frisona), pero permite al viajero la emoci¨®n de entrar en la casa en la que naci¨® y vivi¨® la que ser¨ªa pasado el tiempo la m¨¢s famosa esp¨ªa del siglo XX. ?sa a la que en dos vitrinas (con unas pocas fotograf¨ªas, unos cuantos objetos personales y el cartel de Greta Garbo en el que interpret¨® su vida para la gran pantalla) el museo rinde tambi¨¦n homenaje, casi por obligaci¨®n. Se ve que sus promotores est¨¢n m¨¢s interesados en difundir la cultura frisona que la leyenda de su compatriota.
Y, sin embargo, Margaretha Geertruida Zelle, hija de un comerciante de sombreros cuyo destino parec¨ªa ser el de una chica m¨¢s de Friesland, casada con otro comerciante o un ganadero y dedicada a criar sus hijos igual que hizo su madre, se convertir¨ªa por causa de su destino en la esp¨ªa m¨¢s famosa de la historia y en la imagen de la mujer fatal. De ah¨ª la fascinaci¨®n que sigue ejerciendo casi un siglo despu¨¦s de ser fusilada cerca de Par¨ªs, y de ah¨ª la peregrinaci¨®n que Leeuwarden contin¨²a recibiendo cada a?o, pese a que siempre se avergonz¨® de ella.
Mata-Hari, no obstante, naci¨® en Java, hacia donde la joven Grietje, como la conoc¨ªan familiarmente en Leeuwarden y en su familia, se encamin¨® junto a su marido, un oficial del Ej¨¦rcito holand¨¦s destinado en las Indias orientales al que conoci¨® por un anuncio en el peri¨®dico tras sufrir en el internado en el que la meti¨® su padre, a la muerte prematura de su madre, el acoso del director, que se hab¨ªa enamorado de ella. No era el primero ni ser¨ªa el ¨²ltimo, pues la joven, seg¨²n parece, era de una belleza espectacular. Pero su matrimonio result¨® un fracaso. Violento y bebedor, el oficial de Indias que se cas¨® con ella a trav¨¦s de un anuncio en el peri¨®dico someti¨® a la joven Grietje a un infierno de celos y agresiones, motivados seg¨²n ¨¦l por su absoluta amoralidad y adicci¨®n al sexo (?"Cu¨¢ndo podr¨¦ librarme de esta zorra sin que me quite a mis hijos?", llega a escribir a su hermana), hasta que aqu¨¦lla consigui¨® el divorcio, muerto ya el mayor de sus dos hijos.
Pero Margaretha Geertruida Zelle, aunque regres¨® a Europa, no estaba dispuesta a volver a Holanda y a la provincia. Durante su estancia en Java, la ya m¨¢s madura Grietje hab¨ªa aprendido los secretos del sexo y de las danzas orientales, por las que siempre sinti¨® gran fascinaci¨®n, y ello, unido a su ambici¨®n, la llev¨® a instalarse en Par¨ªs, ciudad en la que se convirti¨® en seguida en la bailarina m¨¢s famosa y deseada por los hombres.
Con una vida inventada, bailando semidesnuda, salvo los pechos, que siempre llev¨® cubiertos (dicen que a causa de la falta de pez¨®n en uno de ellos, que le arranc¨® su ex marido, el violento oficial de Indias, de un mordisco), cubierta de brazaletes y de exotismo, Mata-Hari, la Pupila de la Aurora, como ella misma se bautiz¨® para subrayar aqu¨¦l, cautiv¨® a todos los hombres de Par¨ªs tras su debut en el Museo de Arte Oriental, en funci¨®n promovida por el coleccionista Guimet.
Por sus brazos enjoyados y su cama pasaron infinidad de hombres, todos rendidos a su belleza. Pol¨ªticos, militares, poetas, compositores, toda la aristocracia de la preguerra, con contadas excepciones, sucumbi¨® a su misterio y a su exotismo, que ella misma se encarg¨® de alimentar invent¨¢ndose una vida que no tuvo. Contaba que era hija de una bailarina hind¨², del templo de Kanda Swany, que muri¨® a los 14 a?os, al nacer ella. Dec¨ªan que dominaba todas las t¨¦cnicas del Kamasutra, un ejemplar del cual fue encontrado, a su muerte, cuidadosamente anotado en el apartamento en el que viv¨ªa. Sus contorsiones y sus miradas eran famosas en toda Europa. Eran los a?os anteriores a la Primera Guerra Mundial, y el mundo era un cabaret en el que mujeres de largas piernas cantaban canciones militares y profanas para un p¨²blico que se acercaba al abismo sin darse cuenta.
Pero la fama de Mata-Hari fue tambi¨¦n su perdici¨®n. Su fama y su pasi¨®n por los militares ("Siempre he amado a los militares. Prefiero estar con un militar cualquiera que con el banquero m¨¢s rico de la ciudad", declar¨® ante el tribunal que la juzg¨®), por los que siempre dijo sentirse irresistiblemente atra¨ªda. Y le daban igual sus nacionalidades: alemanes, franceses, austriacos, italianos... Con todos se acost¨® y a todos los volvi¨® locos con sus caprichos y sus desdenes y su conocimiento del sexo y de la miseria humana. Cuando estall¨® la Guerra Mundial, actuaba ocasionalmente en Berl¨ªn y era la amante del jefe de polic¨ªa de la ciudad. Luego lo fue del c¨®nsul alem¨¢n en Amsterdan, quien la introdujo, al parecer, en los servicios secretos de su pa¨ªs como la agente H-21. Pero ella, inconstante en los afectos igual que en los amores, se convirti¨® en agente doble, tambi¨¦n para los franceses.
Ante el Tribunal de Guerra que la juzg¨® dijo que s¨®lo se acostaba con los militares por placer, no por sacarles informaci¨®n. Quiz¨¢ fue la ¨²nica vez que no minti¨® en su vida, pero no la creyeron. Maquillada como para una ceremonia, con los ojos abiertos y despidi¨¦ndose del pelot¨®n que la ejecutaba mir¨¢ndolos fijamente (hay quien dice que se abri¨® el abrigo negro, bajo el que estaba completamente desnuda, para confundirlos, e incluso quien asegura que s¨®lo cuatro soldados lograron acertar a causa de ello), muri¨® en el campo de tiro de Vincennes, cerca de Par¨ªs, al amanecer del 15 de octubre de 1917. Nadie reclam¨® el cad¨¢ver.
En Leeuwarden, mientras tanto, tan lejos y tan cerca al mismo tiempo de Par¨ªs, la gente segu¨ªa a lo suyo, orde?ando a las vacas y alimentando a los caballos, adem¨¢s de a s¨ª mismos y a sus familias, sin sospechar que aquella famosa esp¨ªa de la que hablaban todos los peri¨®dicos era la hija del sombrerero Zelle, conocido en la ciudad por su imaginaci¨®n y por su afici¨®n a contar historias que nunca fueron verdad, pero que ¨¦l aseguraba haber vivido en persona. En eso se pareci¨® seguramente a su hija. Extra?a m¨¢s por ello la peque?a figura de la muerte con guada?a que un pintor de brocha gorda de Leeuwarden que se encontraba pintando la casa de Mata-Hari la ma?ana de su fusilamiento pint¨® debajo de la escalera con la fecha grabada y bien visible junto a ella: 15 de octubre de 1917.
Los responsables del hoy museo, m¨¢s preocupados por la literatura y la cultura de Friesland, tienden a pasar de ella, pero all¨ª sigue como un extra?o testimonio de que el misterio y la fantas¨ªa contin¨²an persiguiendo a Mata-Hari despu¨¦s de muerta como lo hicieron toda su vida y como lo seguir¨¢n haciendo, pues es ya uno de los arquetipos de nuestra historia y de nuestra imaginaci¨®n: el de la mujer fatal, que tanto atrae a los hombres.
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