Ya no, alcalde

Se?or alcalde, mi falta total de sinton¨ªa con el partido pol¨ªtico al que pertenece (PP), no me ha impedido segregarle de mis frecuentes cr¨ªticas a ¨¦ste, por la indudable admiraci¨®n que usted me ha suscitado. Pero eso se acab¨®. Madrid est¨¢ en estado de sitio. Parece una ciudad destruida por un bombardeo y pocas son las calles que no presentan tal aspecto ante la indignaci¨®n generalizada de los ciudadanos.

Mis cr¨ªticas no van dirigidas a la descalificaci¨®n de tan generalizado caos que, quiz¨¢s ( lo dudo) es necesario, sino a su total e injusto desprecio a los ciudadanos que, sin informaci¨®n previa, se han visto sorprendidos por este desastre.

Cuando se van a acometer obras de semejante agresividad a la vida ciudadana en todos su aspectos, un alcalde democr¨¢tico debe previamente desarrollar una pol¨ªtica de inteligente comunicaci¨®n a los ciudadanos que le han elegido, para informarles pormenorizadamente, del contenido, extensi¨®n y calendarios de las obras que se pretenden realizar.

De su necesidad y oportunidad. Del car¨¢cter necesario e inevitable de la acometida de todas las obras de manera simult¨¢nea y no escalonada. Del detalle de los perjuicios que van a tener que soportar los ciudadanos. De los medios que van a ser habilitados para paliar tales perjuicios. De la responsable e inteligente se?alizaci¨®n que va a ordenar el deteriorado tr¨¢fico previsible.

Ahora ya s¨¦ quien es usted y lo lamento muy de veras. Todav¨ªa puede paliar su irresponsable omisi¨®n aunque, en gran medida, ya sea tarde. Int¨¦ntelo, alcalde y, quiz¨¢s, algunos le devuelvan su confianza.