?Qui¨¦n defiende a la Guardia Civil?
Juan Mart¨ªnez Galdeano sali¨® muerto del cuartel de Roquetas tras ser golpeado por varios guardias civiles al mando de un teniente que intent¨® ocultar las circunstancias que provocaron ese desenlace; pero fue la propia Guardia Civil la que descubri¨® el intento, inform¨® del mismo a trav¨¦s de la l¨ªnea de mando y tom¨® las primeras medidas cautelares contra ese teniente. Hubo, por tanto, como en su momento adelant¨® el ministro del Interior, resistencias a la investigaci¨®n por parte del principal investigado, pero no encubrimiento por parte de sus superiores. ?sa fue la conclusi¨®n m¨¢s importante de la comparecencia del ministro ante la comisi¨®n de Justicia e Interior del Congreso para informar sobre el caso Roquetas.
Fue una comparecencia rigurosa. Jos¨¦ Antonio Alonso admiti¨® el car¨¢cter desafortunado de las declaraciones en tono exculpatorio del director general de la Guardia Civil, G¨®mez Arruche, pero defendi¨® sin fisuras su actuaci¨®n: la decisi¨®n de alejar al teniente del cuartel desde el primer momento, para facilitar la investigaci¨®n, y la ulterior de separarle del cargo y abrirle expediente tras comprobarse que hab¨ªa tratado de ocultar dos elementos esenciales: la utilizaci¨®n de material prohibido (las porras con que golpe¨® al vecino de Roquetas) y las im¨¢genes de la paliza que recoge el v¨ªdeo del cuartel, y que seg¨²n su confesi¨®n hubiera borrado de saber que exist¨ªan.
A esa ocultaci¨®n se refer¨ªa Alonso, en sus declaraciones del d¨ªa 6, al hablar de resistencias a la investigaci¨®n. El portavoz del PP, Ignacio Astarloa, consider¨® que, al denunciar p¨²blicamente tales resistencias y hablar de "trato inhumano" al detenido y de "abuso de autoridad" de los agentes que intervinieron, el ministro hab¨ªa puesto a la Guardia Civil "a los pies de los caballos". Es una grave acusaci¨®n que no prob¨®. Es cierto que la coincidencia entre investigaci¨®n judicial e interna puede (y suele) plantear problemas. Pero en este caso, y a la vista de lo que se sab¨ªa una vez que se difundi¨® la autopsia del fallecido, hubiera resultado ins¨®lito que no se adoptara ninguna medida disciplinaria cautelar, o que se adoptase pero se ocultase a la opini¨®n p¨²blica o no se dieran las razones de la misma.
El PP act¨²a a veces como si el honor de la Guardia Civil fuera un asunto de su exclusiva competencia. Sin embargo, el ministro -y luego otros portavoces- hab¨ªa subrayado insistentemente que los comportamientos individuales de algunos guardias no deben afectar al cr¨¦dito de la instituci¨®n como tal, y que precisamente la forma de separar una cosa y otra consiste en depurar con rigor las responsabilidades cuando se produce un abuso. Por eso era decisivo dejar claro que no hab¨ªa habido intentos de encubrimiento ni tampoco falta de diligencia al adoptar las medidas adecuadas a lo que en cada momento se sab¨ªa.
Es cierto que el Gobierno dio sensaci¨®n de pasividad en el tiempo que separa las primeras medidas cautelares, el 26 de julio, dos d¨ªas despu¨¦s de los hechos, de las reacciones en cadena que se producen a partir de la difusi¨®n de los resultados de la autopsia. El ministro lo justific¨® diciendo que habr¨ªa sido imprudente ir m¨¢s all¨¢ de lo que se hab¨ªa ido antes de conocer esos resultados. Es cierto, pero eso no explica las vacilaciones posteriores sobre qui¨¦n y en qu¨¦ fecha deb¨ªa comparecer ante el Congreso, con la excusa de que hab¨ªa que dar tiempo a la investigaci¨®n. Seg¨²n el relato del propio ministro, para entonces ya se sab¨ªa lo que ayer explic¨®. En esto tuvo raz¨®n Astarloa, pero en todo lo dem¨¢s sus cr¨ªticas -que el ministro s¨®lo buscaba defenderse a s¨ª mismo, que hab¨ªa un conflicto entre Interior y Defensa, o entre el ministro y el director de la Guardia Civil, etc¨¦tera- fueron superficiales o demag¨®gicas. Su petici¨®n de dimisi¨®n de Alonso son¨® artificiosa, a manual de obligado cumplimiento.
Eso no quita gravedad a lo ocurrido. Los detalles conocidos plantean muchos interrogantes. Al margen del estado en el que se encontrara, no es normal que alguien que acude a pedir protecci¨®n a un cuartel sea detenido y apaleado. Tampoco lo es que los superiores del teniente ignoraran que hab¨ªa sido objeto de varias denuncias judiciales por malos tratos, por mucho que los casos hubieran sido sobrese¨ªdos. Y no se entiende la actitud del director general al minimizar el asunto. El ministro rechaz¨® las insinuaciones de algunos portavoces nacionalistas sobre un sistema procesal que favorecer¨ªa la persistencia de la tortura, pero mostr¨® su disposici¨®n a reforzar los mecanismos internos de inspecci¨®n y evaluaci¨®n de la relaci¨®n entre agentes y detenidos en instalaciones policiales. Fue la segunda conclusi¨®n m¨¢s importante de la comparecencia.
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