Visiones del mundo
Por lo que parece, la sombra del guionista Charlie Kaufman (y la de realizadores como Spike Jonze, Wes Anderson... hay m¨¢s) es m¨¢s alargada de lo normal. Tanto, que amenaza convertirse en una referencia central para entender cierto tipo de comedias autoasumidas y metaling¨¹¨ªsticas, de las que mezclan con desparpajo los moldes del g¨¦nero tradicional con aparentemente sesudas sentencias sobre el sentido de la vida, todo ello a un ritmo nada despreciable y con una palabrer¨ªa que no cesa: algo as¨ª como si al gran Woody Allen le hubiese salido un retorcido sobrino nieto con una licenciatura en Filosof¨ªa pura por Harvard, pero eso s¨ª, cin¨¦filo de pro y con aspiraciones de popularidad.
EXTRA?AS COINCIDENCIAS
Direcci¨®n: David O. Russell. Int¨¦rpretes: Jason Schwartzman, Dustin Hoffman, Isabelle Huppert, Jude Law, Lili Tomlin, Mark Wahlberg, Naomi Watts. G¨¦nero: comedia. EE UU, 2005. Duraci¨®n: 106 m.
A este tipo de comedias, ya a estas alturas de temible cultivo por la industria, pertenece un filme como Extra?as coincidencias, la ¨²ltima trastada de David Russell (Tres reyes). Un filme, conviene aclararlo, que arranca desde un inicio esplendoroso: las vicisitudes de un ecologista desplazado de sus afectos (Schwartzman) que acaba consultando lo que mejor debe hacer con un par de ?Detectives Existenciales! (Hoffman y una gloriosamente resucitada Lili Tomlin), con derecho a hurgar en los m¨¢s rec¨®nditos rincones de su existencia... dos psic¨®logos con propensi¨®n a meterse ellos, y meter a sus clientes, en los m¨¢s elaborados embrollos.
Con este argumento, una galer¨ªa de actores que es dif¨ªcil reunir de una sola vez y un gui¨®n al que su contumaz verborrea amenaza constantemente de ruina, Russell construye un ir¨®nico artefacto que se pretende retrato de ciertos comportamientos veintea?eros (la militancia ecologista mezclada con el glamour del mundo de la moda y la publicidad), al tiempo que (moderadamente) sesuda disquisici¨®n sobre la marcha del mundo.
La pel¨ªcula tiene gracia a ratos, entre otras cosas, por el surrealismo de ciertas actitudes y por la aparici¨®n de una galer¨ªa de personajes a cada cual m¨¢s atrabiliario. Pero la cosa acaba ah¨ª, entre otras cosas, porque por el camino se deja cosas tan elementales como hacer m¨ªnimamente cercanas a sus criaturas, describirlas, contar algo de su personalidad... el tema, curiosamente, que parece ser el central en el asunto. Y por si fuera poco, la cantidad de sentencias que lanza cada uno de los personajes en reducidas fracciones de tiempo hace al conjunto una experiencia s¨®lo apta para psic¨®logos despistados y estudiosos de la deriva contempor¨¢nea de la gran comedia cl¨¢sica estadounidense.
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