Las dudas hunden a Reina
El sevillano y Eugenio Barrios, eliminados en los 800 en unas tristes semifinales
La sombra de Antonio Manuel Quillo Reina sali¨® ayer en la pista de Helsinki a correr las semifinales del 800. O eso pareci¨®. El fuerte, el tremendo Quillo, el dominador, el rey de su serie, que tanto hab¨ªa maravillado la v¨ªspera, se convirti¨® en un garrote envarado, seco, parado, que termin¨® sexto. Un a?o m¨¢s, Reina, un talento puro, se queda fuera de la final de unos grandes campeonatos al aire libre. Le pas¨® en Edmonton, M¨²nich y Atenas. Le pas¨® tambi¨¦n en Helsinki, donde hab¨ªa llegado convencido de que no s¨®lo llegar¨ªa a la final, sino que incluso pelear¨ªa por las medallas.
Eugenio Barrios, que apenas ten¨ªa esperanzas en unas semifinales con un sistema matador -tres series: pasaban los dos mejores de cada una y los dos mejores tiempos-, tambi¨¦n se qued¨® fuera.
"No s¨¦ lo que me ha pasado", dijo Reina, que hizo un tiempo (1m 46,80s) dos segundos peor que su mejor marca de la temporada.
Una duda, y muchas posibles respuestas, que podr¨ªa empezar a aclararse haciendo un repaso a la lista de los ocho que pasaron a la final de ma?ana, en la que se han colado tres especialistas del 1.500 procedente de Bahrein: Rachid Ramzi, de origen marroqu¨ª, el campe¨®n; Ali, el chaval de 16 a?os, de origen keniano, campe¨®n mundial juvenil, y Baala, el franc¨¦s eliminado en las semifinales. Los tres, sobre todo Ramzi y Baala, han mostrado excepcionales capacidades de recuperaci¨®n.
Tambi¨¦n con cuerpo y estilo de hombre de kil¨®metro y medio estar¨¢ el veterano keniano William Yiampoy. Y, junto a ellos, tres ochocentistas puros con alguna veleidad en el 400, como el argelino Said-Guerni, el keniano Wilfred Bungei y el talento ruso Yuri Borzakovski. Y, cerrando el grupo de ocho, el bicho raro, el canadiense Gary Reed, cuyos or¨ªgenes se remontan a la velocidad m¨¢s pura, a la longitud y al triple salto.
Reina, como subraya su t¨¦cnico, Manolo Alcaide, es, por constituci¨®n y talante, m¨¢s un cuatrocentista largo que un milquinientista corto. Reina, por definici¨®n, vive en un equilibrio permanente. Necesita una recuperaci¨®n perfecta, una carrera t¨¢cticamente perfecta, un d¨ªa perfecto, para poder encadenar prestaciones buenas dos d¨ªas seguidos. Hace el entrenamiento del velocista, en el que prima la calidad y la fuerza por encima del volumen, de la cantidad de kil¨®metros rodados para lograr una buena base aer¨®bica. Llegado el momento, llegado el segundo d¨ªa, la falta de kil¨®metros en las piernas suele pesarle cuando, llegado el minuto, llegados los 600 metros, su cuerpo, que quiere acelerar, que quiere cambiar de marchas, exige carburante especial. Y se encuentra el dep¨®sito vac¨ªo.
Y las dudas, tambi¨¦n. A un corredor de 800, la prueba t¨¢ctica de la velocidad, las dudas, el no saber qu¨¦ hacer, el no saber si tirar o dejarse tirar, si cuerda o exterior, si sprint largo o ¨²ltima recta, le consumen m¨¢s que el esfuerzo puro y duro. "Y yo dud¨¦ desde el principio", confes¨® Reina; "al ver que iba por la calle 1 [la que sale m¨¢s retrasada]
me entr¨® el mal rollo. Me com¨ª el tarro. Dud¨¦ entre salir fuerte o esperar...".
Finalmente, Reina empez¨® a desgastarse de m¨¢s desde los tacos de salida. Esprint¨® para empezar a tirar. Y, aun as¨ª, no fue como la v¨ªspera, cuando se hizo con el pivote y todos tuvieron que maniobrar seg¨²n ¨¦l quisiera. "Y luego corr¨ª mal", a?adi¨® Reina; "dej¨¦ entrar a Baala por el interior en la campana y all¨ª volv¨ª a dudar". Reina termin¨® de quemar sus energ¨ªas en la contrarrecta. La ¨²ltima curva la corri¨® como un aut¨®mata. En la ¨²ltima recta muri¨®.
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