Cinco pueblos al margen de la ley
Un centenar de concejales nacionalistas ya han renunciado a sus cargos tras el acoso de Batasuna, que intenta recuperar el poder
Ya han pasado m¨¢s de dos a?os desde que se celebraron las ¨²ltimas elecciones municipales y todav¨ªa hay cinco pueblos en el Pa¨ªs Vasco, todos en Guip¨²zcoa, donde la ley no ha sido capaz de entrar. Uno de ellos es Irura, tiene 950 habitantes y est¨¢ situado al borde de la carretera Nacional I, muy cerca de Tolosa. Su alcaldesa se llama Marimi Ugalde, tiene 65 a?os y es una mujer muy amable que enseguida invita al reportero a sentarse en su despacho, presidido por un cartel con las fotograf¨ªas de todos los presos de ETA.
Marimi Ugalde no es alcaldesa porque ganara en las elecciones del 25 de mayo de 2003. Es m¨¢s, ni siquiera se pudo presentar. Su partido, Batasuna, ya hab¨ªa sido ilegalizado y sus vecinos, que la ven¨ªan eligiendo desde 1995, tuvieron que optar entonces entre el PNV y el PSE. Los nacionalistas obtuvieron seis concejales y los socialistas, uno. Pero ninguno de los elegidos lleg¨® a tomar posesi¨®n. El portavoz de Batasuna, Arnaldo Otegi, hab¨ªa advertido de que todos los votos nulos ser¨ªan contabilizados como propios y conmin¨® al PNV y a Eusko Alkartasuna (EA) a que se los devolvieran. No en balde hay que recordar que estos dos partidos nacionalistas -que en todo momento se hab¨ªan manifestado contrarios a la ley de partidos- fueron a la postre los principales beneficiarios de la ausencia de Batasuna: 37 de los 43 municipios vascos donde hasta entonces hab¨ªan gobernado los radicales pasaron a sus manos. O no...
El presidente de EA en Guip¨²zcoa admite que hay ediles que viven una situaci¨®n "terrible"
"Por aqu¨ª ni aparecieron. No era gente de aqu¨ª...". La alcaldesa de Irura admite con toda naturalidad que all¨ª sigue gobernando Herri Batasuna -"bueno, Euskal Herritarrok, o Batasuna, que bajo todos esos nombres me he presentado yo"- y que nadie ha hecho nada por impedirlo. "Hace unos meses", explica Marimi Ugalde, "vinieron dos se?ores de la fiscal¨ªa, creo que eran guardias civiles de paisano, y pidieron las actas de los plenos. Estuvieron muy correctos, y yo naturalmente se las di. No hemos vuelto a tener noticias".
Los otros pueblos donde tampoco ha sido posible respetar la voluntad de las urnas son Itsasondo, Leaburu, Aizarnazabal y Hernialde. Quiz¨¢s este ¨²ltimo, que tiene 300 habitantes y est¨¢ muy cerca de Irura, tenga la historia m¨¢s rocambolesca. Marimi Ugalde se dispone a contarla cuando tiene una idea mejor. "Mire", conf¨ªa, "le voy a presentar a Mikel, el secretario de este Ayuntamiento. ?l es tambi¨¦n el secretario de Hernialde y se lo podr¨¢ explicar mejor...".
Mikel es Miguel Antonio Arrizabalaga y su trabajo no es f¨¢cil precisamente. Se da la circunstancia de que, durante la legislatura pasada, en Hernialde gobern¨® con mayor¨ªa absoluta una agrupaci¨®n local que decidi¨® no volver a presentarse a las elecciones de 2003. Sin Batasuna en liza, fueron el PNV y el PP los que pugnaron por el poder. El PNV consigui¨® 68 votos y el PP, dos. Se contabilizaron 90 papeletas nulas. Ni que decir tiene que los siete concejales electos del PNV adoptaron la misma decisi¨®n que los de Irura: no darse por enterados, no aparecer por el pueblo. As¨ª que el alcalde y los concejales de la agrupaci¨®n local aceptaron a rega?adientes continuar en funciones hasta que se arreglara el asunto. "Pero no pudieron aguantar mucho", explica Miguel Antonio Arrizabalaga, "enseguida empezaron las presiones de Batasuna. Les amargaron la vida y decidieron abandonar. Yo, como secretario, tuve que hacerme cargo del Ayuntamiento". Su primera decisi¨®n fue ponerse a la m¨¢quina de escribir e informar de la situaci¨®n a la Diputaci¨®n de Guip¨²zcoa, al Gobierno vasco, a la Delegaci¨®n del Gobierno y al Tribunal de Cuentas. Dice que nadie de ninguno de esos organismos se ha llegado a poner en contacto con ¨¦l. As¨ª que Miguel Antonio se ocupa un d¨ªa a la semana -el resto tiene que acudir a Irura- de que ese vac¨ªo de poder no afecte demasiado a los vecinos de Hernialde. De vez en cuando tiene que sortear las presiones de Batasuna, que no se resigna a dar por perdido el poder municipal. El caso es que a Arrizabalaga no s¨®lo le llega el peligro por ese lado. Por si fuera poco, a su dif¨ªcil trabajo de funcionario en territorio hostil une su condici¨®n de concejal socialista en el municipio guipuzcoano de Lezo...
Un paseo por las escasas calles de Irura y Hernialde arroja otro dato a tener en cuenta. Sus paredes est¨¢n razonablemente limpias y el ambiente es sosegado. Todo lo contrario a lo que sucede en los pueblos donde los concejales de PNV y EA se siguen resistiendo a entregar lo que ganaron en las urnas. Durante los dos ¨²ltimos a?os, Batasuna ha librado contra ellos una especie de guerra bajo radar, sin que -salvo excepciones- la opini¨®n p¨²blica haya tenido noticias de lo que estaba sucediendo. La caza del concejal nacionalista, ordenada sin tapujos desde la c¨²pula de Batasuna, ha venido obteniendo buenos resultados. Ya se acerca al centenar el n¨²mero de militantes del PNV y EA que han renunciado a sus cargos para evitar que les sigan llamando ladrones delante de sus hijos, que les manden cartas amenazantes o que su tel¨¦fono suene en medio de la madrugada. Dice I?aki Gald¨®s, el presidente de EA en Guip¨²zcoa, que hay concejales de su partido que est¨¢n viviendo una situaci¨®n "muy dif¨ªcil, terrible". Hace s¨®lo unos d¨ªas, un concejal de EA en Azpeitia, I?aki Larra?aga, dej¨® el cargo harto de que su nombre y su retrato aparecieran junto a la palabra ladr¨®n por las calles del pueblo. Es lo que les est¨¢ sucediendo a todos los concejales que, seg¨²n las cuentas de Batasuna, accedieron al cargo gracias a su ilegalizaci¨®n. Dice Larra?aga: "Se hace duro el d¨ªa a d¨ªa, teniendo que aguantar que cualquiera te llame ladr¨®n en cualquier lugar. Adem¨¢s, cuando llegan las fiestas del verano, la presi¨®n se nota todav¨ªa m¨¢s. Apareces en pancartas y pegatinas por todo el pueblo, sin que nadie haga nada... Salgo decepcionado por la coalici¨®n existente [PNV y EA]. Tengo la sensaci¨®n de que se pod¨ªa haber hecho m¨¢s, pero parece que unos somos concejales de segunda y otros de primera...".
Esta ¨²ltima frase, la de su despedida, refleja a las claras que la presi¨®n de Batasuna no s¨®lo est¨¢ haciendo mella en los concejales a t¨ªtulo personal, sino tambi¨¦n en la vida de sus partidos. No hay m¨¢s que echar un vistazo a dos o tres hechos sucedidos en los ¨²ltimos d¨ªas en el Pa¨ªs Vasco para comprobar que el PNV y EA no tienen una estrategia uniforme para hacer frente al acoso. Dos ejemplos. Uno, Antton Costa, concejal de EA en Hernani, uno de los pueblos tradicionalmente m¨¢s conflictivos de Guip¨²zcoa. Otro, Pablo Isasi, alcalde de Amurrio, tambi¨¦n de EA.
Antton Costa, y con ¨¦l un buen n¨²mero de concejales guipuzcoanos de su partido, han decidido denunciar p¨²blicamente el acoso que vienen sufriendo y de paso advertir a Batasuna de que no podr¨¢n con ellos. Costa ha sufrido todo el repertorio del acoso -cartas, llamadas, fotograf¨ªas en las paredes- y hasta tuvo que soportar que maltrataran a su madre y que un grupo numeroso de radicales lo acompa?ara por la calle al grito de ladr¨®n. Ha tenido que marcharse de Hernani para proteger a su mujer y a sus hijas, pero no piensa dimitir. "?C¨®mo voy a regalarles el esca?o?", se pregunta, "?a los que est¨¢n atac¨¢ndonos de esta manera?".
El otro caso es el del alcalde Pablo Isasi. El jueves, ¨¦l y un concejal del PNV, Eleder Zalbide, permitieron que dos presos de ETA fueran nombrados "reina" y "dama de honor" de las fiestas de Amurrio. Zalbide lleg¨® a colocar personalmente la banda de dama de honor a un monigote de cart¨®n con el rostro de uno de los etarras. Hay concejales y dirigentes del PNV y de EA que, todav¨ªa en voz baja, critican esta actitud. Dicen no entender que, pese a los ataques que est¨¢n sufriendo del entorno de Batasuna, algunos sectores de sus respectivos partidos sigan "pasteleando" con ellos. No entienden c¨®mo Pablo Isasi permite que un etarra sea homenajeado en las fiestas de su pueblo cuando ¨¦l mismo vive escoltado, su coche ha sido incendiado en varias ocasiones y, justo enfrente de su casa, una diana tiene guardado su nombre dentro.
Treinta ataques en una semana
Hac¨ªa tiempo que los encapuchados no quemaban un autob¨²s en San Sebasti¨¢n. Este verano ya ha ardido uno, articulado, valorado en 133.000 euros. Tambi¨¦n hac¨ªa tiempo que un ataque de violencia callejera no ten¨ªa la preparaci¨®n, la precisi¨®n y la contundencia del que tuvo lugar en Getxo. La polic¨ªa vasca ha llegado a contabilizar 30 ataques de violencia callejera en s¨®lo cinco d¨ªas. Los dirigentes nacionalistas consultados unen a esos datos las acciones de ETA -dos bombas colocadas en carreteras pr¨®ximas a Madrid y una m¨¢s junto a la empresa de un ex dirigente del PNV en Gernika- para obtener una conclusi¨®n: "ETA no puede ir a una hipot¨¦tica negociaci¨®n con las manos vac¨ªas. Tiene que demostrar como sea que, pese a su debilidad, todav¨ªa tiene capacidad de hacer da?o".
Dicen que la presi¨®n hacia los concejales del PNV y EA tambi¨¦n forma parte de esa estrategia, aunque con dos peculiaridades a?adidas: "A nivel dom¨¦stico necesitan dos cosas: un motivo para mantener a su gente unida -y cu¨¢l mejor que llamarnos ladrones por la calle y decir que les hemos robado los esca?os- y dinero, desesperadamente necesitan dinero". La ley de partidos los ape¨® de unas 40 alcald¨ªas en el Pa¨ªs Vasco y, seg¨²n los c¨¢lculos de la propia Batasuna, si la ley de partidos no se hubiera cruzado en su camino ahora tendr¨ªan 244 concejales en Guip¨²zcoa, 166 en Vizcaya, 27 en ?lava y otros 142 en Navarra.
Batasuna pretende recuperar alguno de esos puestos antes de las pr¨®ximas elecciones. Incluso dicen que ya han encontrado la f¨®rmula. El mes pasado, tom¨® posesi¨®n como concejal de Azkoitia (Guip¨²zcoa) un integrante de una plataforma ilegalizada pr¨®xima a Batasuna. La designaci¨®n se produjo de acuerdo con el art¨ªculo 182.2 de la Ley Org¨¢nica de R¨¦gimen Local. Una agrupaci¨®n independiente les cedi¨® un puesto tras renunciar a ¨¦l todos los integrantes de su lista.
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