?Qu¨¦ Gaza?
Hist¨®rica como lo es la prevista evacuaci¨®n israel¨ª de tierras palestinas ocupadas durante generaciones, la salida de Gaza, protegida por decenas de miles de soldados y filmada por las televisiones de medio mundo, cambia poco los datos del conflicto palestino-israel¨ª. Es cierto que sienta un precedente y que Ariel Sharon ha debido vencer para ponerla en marcha la resistencia fiera de los pol¨ªticos m¨¢s ultramontanos. Tambi¨¦n lo es que los palestinos tendr¨¢n ahora la responsabilidad b¨¢sica de un superpoblado y m¨ªsero territorio desde el cual comenzar a proyectar el embri¨®n de un Estado posible. Pero cuando los 8.500 colonos israel¨ªes hayan abandonado su ¨²ltimo terru?o, subsistir¨¢n los elementos esenciales de uno de los contenciosos m¨¢s duraderos y dolorosos del mundo.
Sharon, apoyado por la mayor¨ªa de sus conciudadanos y la Casa Blanca, ha adoptado una decisi¨®n inteligente. Para proteger a un pu?ado de los suyos en un territorio con 1.300.000 enemigos, Israel ha gastado ingentes sumas de dinero y capital pol¨ªtico y emocional. Si la retirada sale bien, el primer ministro habr¨¢ dado un paso decisivo respecto de su rival en el partido Likud, Netanyahu, con vistas a las elecciones del a?o pr¨®ximo. Si los palestinos utilizan Gaza como plataforma militar contra Israel, Sharon mandar¨¢ de nuevo sus tanques y helic¨®pteros, esta vez sin las ataduras de los colonos. En cualquier caso, mantiene el as de la baraja, Cisjordania, donde habitan ilegalmente casi un cuarto de mill¨®n de israel¨ªes. En Cisjordania, la pol¨ªtica de asentamientos jud¨ªos sigue roque?a. Nada permite suponer que el territorio esencial para la configuraci¨®n de un Estado palestino viable vaya a ser objeto de negociaci¨®n. Ni Jerusal¨¦n oriental.
El reto ser¨¢ a partir de ahora para Mahmud Abbas, el sucesor de Arafat. El pol¨ªticamente d¨¦bil presidente palestino tiene que imponerse a los fundamentalistas armados de su propio campo -con agenda propia, como Ham¨¢s- y controlar, adem¨¢s, a unas ca¨®ticas fuerzas de seguridad. Y, por encima de todo, Abbas debe satisfacer las expectativas de una gente martirizada y dram¨¢ticamente empobrecida. S¨®lo si los palestinos perciben que su control de Gaza mejora sus vidas, la salida israel¨ª representar¨¢ un paso hacia la paz. En este terreno, el econ¨®mico, el mundo exterior tiene un papel crucial por representar.
Tras cinco a?os de inaudita violencia, Oriente Pr¨®ximo necesita por encima de todo una esperanza, y ser¨ªa impagable que Gaza pudiera cumplir esa funci¨®n. Pero la retirada que comienza no es producto de un acuerdo entre enemigos, ni representa promesa alguna hacia el so?ado Estado propio. El valor final del gesto depender¨¢ de lo que suceda en el territorio parcialmente liberado -Israel seguir¨¢ controlando el flujo de personas y mercanc¨ªas-, y ¨¦sa es hoy una inc¨®gnita para los dos protagonistas de la historia.
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