El militar que llevamos dentro
El abdomen est¨¢ mal visto. Qu¨¦ otra interpretaci¨®n cabe de ese gesto en el que coinciden los tres personajes de la foto. Hasta hace un momento hab¨ªan permanecido sentados, con las chaquetas desabrochadas, para respirar a gusto. Sus abd¨®menes pod¨ªan oscilar tranquilamente a izquierda y derecha, como flanes, fuera de la vista del p¨²blico. Pero observen la celeridad con la que, al ponerse de pie, lo reducen de nuevo a cautividad con ese invento tan curioso, el del bot¨®n. Basta un bot¨®n para mantener un abdomen a raya. Si afirmamos con tal rotundidad que la preocupaci¨®n de los fotografiados es que se les note el est¨®mago, es porque somos contempor¨¢neos suyos. De haber descubierto esta foto dentro de mil a?os, entre las ruinas de un antiguo Ministerio de Cultura, le habr¨ªamos dado una interpretaci¨®n m¨¢s zool¨®gica. Habr¨ªamos hablado de pautas, de ceremonias de apareamiento, de baile nupcial. Nada de eso: p¨¢nico a la presencia del aparato digestivo.
Los personajes son, de izquierda a derecha, Gilberto Gil, Carmen Calvo y Claude Blanchemaison; ministro de Cultura de Brasil el primero; su hom¨®loga espa?ola la segunda, y el embajador franc¨¦s en nuestro pa¨ªs el tercero. Se hab¨ªan reunido en el Museo del Prado con representantes de m¨¢s de cuarenta pa¨ªses para suscribir un acuerdo sobre la diversidad cultural. En el texto resultante se reivindicaba esta diversidad como "factor de pluralismo, de democracia, de cohesi¨®n social y empleo, de crecimiento sostenible, de identidad de las sociedades y los individuos y de di¨¢logo". Un caj¨®n de sastre que no ofende a nadie, pero que no alumbra nada. Metes en una coctelera esas buenas intenciones, la agitas, y sale un zumo convencional que agrada a todo el mundo. Vale, no tenemos nada contra la intenci¨®n de agradar a todo el mundo. Lo chocante es que los reunidos exigieron tambi¨¦n la adopci¨®n de medidas para "frenar la homogeneizaci¨®n y la estandarizaci¨®n actual, que puede suponer la quiebra del equilibrio entre culturas".
Sorprende que quienes se quejaban de la estandarizaci¨®n se presentaran de un modo tan est¨¢ndar. Si esta foto cayera dentro de mil a?os en manos de un antrop¨®logo, dir¨ªa que en pocas ¨¦pocas como la nuestra la humanidad era m¨¢s partidaria de la homogeneidad. Van vestidos los tres pr¨¢cticamente igual y mueven los brazos al un¨ªsono, o al horr¨ªsono, como prefieran. Tantos a?os luchando contra el militarismo, porque persegu¨ªa la diferencia, y ahora resulta que el militar lo llev¨¢bamos dentro. No podemos vivir sin uniformes, sin desfiles, sin ¨®rdenes. ?A ocultar el abdomen, ar!
?D¨®nde est¨¢ aqu¨ª la diversidad cultural, la pluralidad antropol¨®gica, la riqueza formal? Pero sobre todo, ?d¨®nde est¨¢n los est¨®magos? ?Puede sobrevivir una sociedad que abomina del abdomen? ?Qu¨¦ habr¨ªa sido de Buda entre nosotros? Uno comprender¨ªa ese desprecio hacia el aparato digestivo si tuvi¨¦ramos un cerebro privilegiado. Pero hoy por hoy son peores los productos de nuestros cerebros que los de nuestro est¨®mago (vean c¨®mo est¨¢ el mundo). As¨ª que, de ocultar algo, la cabeza.
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