Despu¨¦s del duelo
Con el funeral de Estado celebrado ayer finaliza el duelo oficial por los 17 militares fallecidos el pasado martes en Afganist¨¢n. La participaci¨®n, junto a los Reyes y los Pr¨ªncipes, de representantes de todas las instituciones y partidos democr¨¢ticos, en un acto de gran dignidad, refleja el apoyo de la sociedad espa?ola a sus Fuerzas Armadas, que no depende del signo pol¨ªtico del Gobierno de turno. La actitud de la oposici¨®n se ha movido en la duda de mantenerse en una obligada moderaci¨®n y la tentaci¨®n de establecer paralelismos imposibles.
Es el momento ahora del an¨¢lisis de las causas de un episodio tan grave, y tambi¨¦n de reafirmar el apoyo a las misiones de las Fuerzas Armadas en el exterior. Ocasi¨®n para ello habr¨¢ en la comparecencia parlamentaria, el mi¨¦rcoles pr¨®ximo, del ministro de Defensa, Jos¨¦ Bono, para informar de los resultados de la investigaci¨®n sobre las causas del hecho. Mientras no se conozca el contenido exacto de ese informe, resulta absurdo sembrar sospechas o exigir claridad, como si hubiera alguna base para pensar que existe inter¨¦s en ocultar algo. Accidente o ataque, en ambos casos ser¨ªa el resultado de la implicaci¨®n del Ej¨¦rcito espa?ol en misiones de naturaleza militar. Una implicaci¨®n que est¨¢ amparada por resoluciones votadas por amplia mayor¨ªa en el Congreso, y respaldada tambi¨¦n, seg¨²n encuestas solventes, por la mayor¨ªa de la poblaci¨®n espa?ola.
Se entender¨ªa que quienes estuvieron en contra consideraran que lo ocurrido les daba la raz¨®n. No se entiende en cambio que quienes votaron a favor de la implicaci¨®n espa?ola insin¨²en que el Gobierno est¨¢ tratando de ocultar los peligros de la misi¨®n, o su naturaleza militar. El riesgo de accidente es un componente de estas misiones. Medio centenar de soldados estadounidenses han fallecido en los tres ¨²ltimos a?os en Afganist¨¢n a causa de accidentes de helic¨®ptero similares. Portavoces del PP han dicho estos d¨ªas, con demasiado ¨¦nfasis, que la misi¨®n era peligrosa, que el Ej¨¦rcito "no es una ONG". Sin embargo, qued¨® claro en el debate del 22 de junio, en el que se autoriz¨® el env¨ªo del batall¨®n de los 17 fallecidos a Afganist¨¢n, que exist¨ªan riesgos. Tampoco cabe criticar al Gobierno por falta de reflejos frente al siniestro. El ministro de Defensa y el presidente del Gobierno reaccionaron con rapidez y acierto, en particular en la relaci¨®n con las familias y compa?eros de las v¨ªctimas.
Rajoy ha pedido "menos alardes gestuales y m¨¢s sobriedad". Es cierto que el ministro Bono pod¨ªa haberse ahorrado algunos gestos, pero es abusivo identificar ese estilo populista con falta de "seguridad y firmeza". El ministro ha hecho lo que deb¨ªa, ha actuado con profesionalidad y rigor y ha evitado los incomprensibles errores que provocaron la desgracia de su antecesor tras el accidente del Yak-42, en el que perecieron 62 militares espa?oles. No fue Bono, sino el portavoz del PP, Zaplana, quien puso sobre la mesa ese antecedente al decir (un tanto farisaicamente) que su partido no culpar¨ªa de la desgracia al Gobierno, "como hicieron otros". La oposici¨®n de entonces acus¨® a los responsables de Defensa en 2003 de negligencias en la organizaci¨®n del viaje y en la identificaci¨®n de los cad¨¢veres, y ambas cosas tras denuncias de los familiares de las v¨ªctimas. La comparaci¨®n resulta, por ello, improcedente.
Como lo son los intentos de equiparaci¨®n con Irak. El mensaje es que los socialistas son incoherentes al retirarse de Irak y mantenerse en Afganist¨¢n, pese a que tambi¨¦n implica un alto riesgo para nuestros soldados; y que Zapatero pretende compensar con el exceso de celo en el segundo pa¨ªs, la retirada apresurada del primero. Sin embargo, de lo que se trata es m¨¢s bien de subrayar la diferencia entre una presencia no s¨®lo amparada, sino expresamente solicitada por Naciones Unidas, y una intervenci¨®n decidida al margen de la legalidad internacional.
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