Gente con much¨ªsimas ideas
Si yo valiera mi peso en oro, como sol¨ªa decirme mi abuela, estar¨ªa a la venta por un mill¨®n de euros. Acabo de calcularlo en funci¨®n del precio al que est¨¢ hoy la onza de ese metal. Sin duda, la anciana pensar¨ªa que esa cantidad de dinero es demasiado escasa para lo que yo val¨ªa a sus ojos. Para ella, indiscutiblemente, yo no ten¨ªa precio.
Sea como sea, y valga yo lo que valga, est¨¢ claro que no estoy hecho de oro. Los materiales de los que estamos fabricados son much¨ªsimo m¨¢s baratos. Si sumamos el precio de la cal de nuestros huesos, del marfil de nuestros dientes, del hierro de nuestra sangre, del carbono de nuestras c¨¦lulas y del agua de la que, en casi su totalidad, est¨¢ hecho nuestro cuerpo obtenemos el valor econ¨®mico real de un ser humano: apenas 20 euros. A precio de mercado, las personas no valemos casi nada.
Lo precioso de las ideas no son tanto ellas mismas como la habilidad que tienen algunos para combinarlas
Entonces, ?qu¨¦ es lo que nos convierte en objetivamente valiosos? Al margen de ciertas consideraciones po¨¦ticas acerca de las maravillosas cualidades de nuestro esp¨ªritu, es evidente que la raz¨®n por la que valemos m¨¢s de 20 euros es el modo en el que se organizan los materiales de los que estamos construidos. El calcio, el f¨®sforo, el agua y el hierro, mezclados al azar, no forman ninguna chica de conversaci¨®n interesante, ni ning¨²n hombre bondadoso. Lo que nos hace ser especiales es, por tanto, la organizaci¨®n de los materiales.
Digo todo esto (lo de mi peso en oro, lo de mi abuela, lo del f¨®sforo) porque hoy me ha llamado un amigo que no comprende como no le salen mejor las cosas. Escribe cuentos, pinta, hace guiones y compone versos a todas horas. Es un hombre lleno de ideas. Tiene cientos de ellas cada d¨ªa, incluso me atrever¨ªa a decir que miles. Se sienta a tomar una cerveza y apunta treinta ideas en una servilleta, va a dar un paseo y vuelve con una libreta repleta de frases interesantes. Entonces, ?por qu¨¦ todo lo que hace resulta triste y sin vida? ?Por qu¨¦ otros, con much¨ªsimas menos ideas, son capaces de transmitir mejor las cosas?
El problema, claro est¨¢, tiene que ver con la organizaci¨®n, un concepto que puede sonar un poco facha, pero que en realidad es precioso. Mi amigo es un ser absolutamente desorganizado. Igual que el f¨®sforo, el calcio y el ¨®xido de hierro no son nada sin cierta organizaci¨®n, tambi¨¦n sus trabajos creativos son poca cosa por esa misma raz¨®n. Lo precioso de las ideas no son tanto ellas mismas como la habilidad que tienen algunos para combinarlas milagrosamente en proporciones exactas y muy medidas.
Cuentan que Albert Einstein estaba paseando por Par¨ªs con el poeta Paul Eluard. Paul le dijo a Albert que ¨¦l llevaba siempre una libreta para apuntar las m¨²ltiples ideas que le brotaban sin cesar, y quiso saber si el gran genio de la f¨ªsica hac¨ªa lo mismo. Einstein apart¨® su pipa de la boca y le dijo al poeta: "Yo no necesito apuntar mis ideas en ninguna libreta. Tengo tan pocas que cuando se me ocurre una s¨¦ que no se me olvidar¨¢ jam¨¢s".
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