Las ilusiones devastadas de Portugal
Por tercer a?o consecutivo, Portugal se ha enfrentado a una ola de incendios devastadores que los bomberos y los medios de combate disponibles han tenido graves dificultades para controlar. Una especie de fatalidad que se repite cada verano, pese a las promesas de sucesivos Gobiernos y al consenso general sobre las causas estructurales de la tragedia. Este verano, las llamas que devastaron Portugal se transformaron adem¨¢s - en los debates p¨²blicos y an¨¢lisis de comentaristas- en una met¨¢fora de una cierta impotencia general del pa¨ªs ante muchos otros problemas estructurales que limitan su crecimiento y modernizaci¨®n. Tambi¨¦n en este caso, tras m¨¢s de tres a?os de crisis econ¨®mica, pol¨ªtica y social, los diagn¨®sticos son coincidentes.
El 90% del bosque sigue estando en manos de 400.000 propietarios, en su mayor¨ªa due?os de parcelas de dos hect¨¢reas
Las condiciones clim¨¢ticas de los tres ¨²ltimos a?os -olas de calor consecutivas y la mayor sequ¨ªa de que hay registro- destaparon el barril de p¨®lvora
Por cada 1.000 hect¨¢reas, hay 7 veces m¨¢s fuegos en Portugal que en Espa?a e Italia, 20 veces m¨¢s que en Francia y 22 veces m¨¢s que en Grecia
La econom¨ªa empez¨® a dar muestras de crisis a finales de 2000 y entr¨® en recesi¨®n en el ¨²ltimo trimestre de 2002, pese a un peque?o repunte a primeros de 2004
?Por qu¨¦ arde tanto Portugal? Esencialmente, por un ordenamiento ca¨®tico de los bosques y del territorio en general. La desintegraci¨®n del mundo rural en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, en buena parte motivada por la integraci¨®n europea, que acab¨® con la estructura agr¨ªcola lusa, desencaden¨® un abandono de las tierras de cultivo y de los bosques, que dejaron de ser vistos como rentables (o de ser origen de un suplemento de renta para las familias). Y los j¨®venes acabaron por cambiar los pueblos del interior por las zonas urbanas costeras . Un 80% de la poblaci¨®n vive en la zona litoral. El resultado es un pa¨ªs rural abandonado, porque el 90% del bosque sigue estando en manos de 400.000 propietarios que, en su mayor¨ªa, son due?os de min¨²sculas parcelas con un tama?o medio de dos hect¨¢reas. En estos terrenos, las autoridades p¨²blicas no pueden intervenir. De esta forma, una ordenaci¨®n del territorio se vuelve muy complicada.
Los incendios han venido a agudizar este ambiente de crisis. "Los fuegos adquieren un valor simb¨®lico de lo que est¨¢ ocurriendo en varios ¨¢mbitos, como si la devastaci¨®n alcanzara distintos niveles. Ocurren desgracias del mismo tipo en otros pa¨ªses, como Espa?a, pero como viven momentos menos cr¨ªticos, no alcanzan la misma dimensi¨®n ni contaminan de esta forma el clima general socio-pol¨ªtico. Esencialmente, se ha instalado la sensaci¨®n de que nuestra tierra es devastada por culpa nuestra, por nuestras negligencias e incompetencias. Y la fatalidad asociada a los incendios acab¨® por contagiar el pesimismo sobre el futuro de la econom¨ªa. Es una tragedia nacional por culpa de todos los portugueses y de todos los Gobiernos. Al final, dudamos sobre si tenemos capacidad para dar la vuelta a todo esto", explica Jos¨¦ Gil, profesor catedr¨¢tico de filosof¨ªa en la prestigiosa Universidad Nova de Lisboa. En el ¨²ltimo a?o, Gil se ha transformado en un escritor estrella, capaz de destronar el C¨®digo da Vinci de los primeros puestos de las listas de ventas de libros con un ensayo sobre la identidad de los portugueses titulado Portugal, el miedo de existir. Otro s¨ªmbolo del estado de ¨¢nimo del pa¨ªs...
Pero no hay f¨®rmulas milagrosas. Tampoco para los bosques, seg¨²n los expertos. En los ¨²ltimos cien a?os, los robles aut¨®ctonos fueron progresivamente sustituidos por enormes manchas continuas de pinos y eucaliptos, que crecen deprisa y son r¨¢pidamente rentables, pero que son tambi¨¦n m¨¢s combustibles. Miles de hect¨¢reas con monocultivos con esas dos especies y, encima, sin un m¨ªnimo de limpieza durante a?os, "transforman el bosque en una masa arb¨®rea explosiva", donde las llamas entran y avanzan libremente, explica Duarte Caldeira, presidente de la Liga Portuguesa de Bomberos. A esto se suma un caos urban¨ªstico, con casas y f¨¢bricas en medio de cuestas y bosques de dif¨ªcil acceso, sin medidas de prevenci¨®n en caso de incendio. Los bomberos portugueses se dedican la mayor parte del tiempo a defender las viviendas. Mientras, los fuegos avanzan.
"Nada como los incendios cuestiona de forma tan brutal nuestro modelo de desarrollo de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas o evidencia el car¨¢cter dram¨¢tico de la falta de una pol¨ªtica de ordenamiento". Con esta rotundidad resume Duarte Caldeira el fondo de la cuesti¨®n. Las condiciones clim¨¢ticas extremas de los ¨²ltimos tres a?os -olas de calor consecutivas y la mayor sequ¨ªa de la que hay registro- prendieron la mecha del barril de p¨®lvora. "Todas estas adversidades, naturales o no, tienen su expresi¨®n m¨¢xima en los incendios", concluye Caldeira, para quien los bomberos deber¨ªan funcionar s¨®lo como "porteros" de lo que no se puede prevenir y evitar. Pero con una media de 400 incendios diarios, dentro del tal barril de p¨®lvora, como ocurri¨® el pasado fin de semana, no hay medios, materiales o humanos, que puedan hacer frente a las llamas.
La Liga para la Protecci¨®n de la Naturaleza a?ade a todos estas causas "el d¨¦ficit de cultura ambiental y de civismo" de una parte de la poblaci¨®n, seg¨²n su secretario general, Eugenio Sequeira. S¨®lo la "negligencia" puede explicar la diferencia entre el n¨²mero de incendios registrados en Portugal y en otros pa¨ªses de Europa, con las mismas condiciones clim¨¢ticas. Por cada 1.000 hect¨¢reas, hay 7 veces m¨¢s fuegos en Portugal que en Espa?a, 20 veces m¨¢s que en Francia, 7 veces m¨¢s que en Italia y 22 m¨¢s que en Grecia.
25.000 incendios al a?o
De media, hay 25.000 incendios al a?o en Portugal. Pero en 2005 ya se han superado los 27.000. El ¨¢rea quemada, seg¨²n la ¨²ltima estimaci¨®n de la Autoridad Nacional para los Incendios Forestales, ronda las 180.000 hect¨¢reas. ?ste es ya el segundo peor a?o desde que existen registros sobre terreno calcinado. El m¨¢s tr¨¢gico, sin embargo, fue hace s¨®lo dos veranos. En 2003, el fuego consumi¨® 425.000 hect¨¢reas, un 5% del territorio. En 2003, 20 personas murieron en los incendios. Este verano, los fuegos se han cobrado 16 vidas.
Tras varios llamamientos a la movilizaci¨®n y a la responsabilidad de las poblaciones, el pasado mi¨¦rcoles, el presidente de la Rep¨²blica, Jorge Sampaio, interrumpi¨® sus vacaciones para, en una rueda de prensa, defender "la limpieza coercitiva" de los bosques, porque "los da?os que los incendios ocasionan en la comunidad nacional no pueden ser compatibles con la ausencia de capacidad de intervenci¨®n de aquellos que son propietarios y que no cuidan el bosque que tienen a su cargo".
Las asociaciones ambientales o del sector y varios expertos van m¨¢s lejos y piden cambios en la ley de expropiaciones de los terrenos forestales para permitir una correcta recuperaci¨®n de todo lo que ha ardido y evitar que vuelva a ser pasto de las llamas dentro de unos cuantos a?os. La federaci¨®n de productores forestales a?ade que ser¨ªa importante conceder incentivos fiscales a la "econom¨ªa forestal", para dar nuevo dinamismo a este sector y a otros asociados, como los de las energ¨ªas renovables. S¨®lo utiliz¨¢ndolo puede defenderse el bosque. Y los bomberos explican que hace falta reestructurar las fuerzas de intervenci¨®n, tambi¨¦n desajustadas ante la nueva realidad. De los 45.000 bomberos portugueses, s¨®lo 7.000 son profesionales. El combate contra los incendios recae en los voluntarios, con las consecuentes limitaciones de preparaci¨®n y disponibilidad. Y casi todos se?alan que Portugal deber¨ªa tener medios a¨¦reos propios, para no depender cada a?o del mercado internacional de alquiler y de las sistem¨¢ticas peticiones de ayuda a pa¨ªses de la Uni¨®n Europea.
"Desde al menos 1965 se debaten los efectos de la desarticulaci¨®n del espacio rural y la vulnerabilidad del bosque. Los espacios forestales son considerados el m¨¢s importante recurso natural renovable del pa¨ªs hace al menos 25 a?os. Y hace al menos veinte que se denuncian las fragilidades del actual perfil de ordenamiento. ?Y qu¨¦ se hizo? Muchas leyes y debates, pero nada m¨¢s", denuncia Manuel Carvalho, subdirector del diario P¨²blico, que con frecuencia reflexiona sobre este tema en las p¨¢ginas editoriales de uno de los peri¨®dicos de referencia de este pa¨ªs. "La gradual destrucci¨®n del bosque se ha transformado en el m¨¢s evidente testigo de un pa¨ªs acomodado, sin nervio suficiente para enfrentar con seriedad los problemas con que se enfrenta", escribi¨® el pasado 6 de agosto.
"Tenemos una cierta incapacidad de centrarnos en lo prioritario, en lo esencial. A finales de los a?os ochenta del pasado siglo, el bosque era considerado el petr¨®leo verde del pa¨ªs, con vastas ¨¢reas con un potencial enorme de forestaci¨®n, pero no fuimos capaces de apostar por el sector y transformarlo en un sector estrat¨¦gico, con una visi¨®n a 20 a?os", explica Carvalho. El sector de los productos forestales representa, pese a todo, un 10% del total de las exportaciones lusas, y el pa¨ªs es l¨ªder mundial en la producci¨®n de corcho. Todo ello sin haber desarrollado todo su potencial...
Por eso, este verano, los portugueses asisten por en¨¦sima vez al debate sobre la problem¨¢tica del bosque. Por eso es tambi¨¦n el tercer a?o consecutivo que ven al fuego diezmar miles y miles de hect¨¢reas del pa¨ªs. Y con cada ola de incendios hubo un Gobierno diferente, fruto de la crisis pol¨ªtica que agot¨® el pa¨ªs en los ¨²ltimos cinco a?os. Y siempre que un nuevo Ejecutivo tom¨® posesi¨®n eligi¨® los incendios como prioridad, afirmando que ten¨ªa una estrategia mejor para evitar la tragedia habitual del verano, y cambiando estructuras ya montadas durante meses. A todo esto hay que sumar los m¨¢s de tres a?os de crisis econ¨®mica y financiera.
Recesi¨®n
Tras un inicio de a?o esperanzador, cuando las estimaciones de crecimiento eran bastante positivas, a principios del verano el Banco de Portugal se encarg¨® de calmar ilusiones, rebajando su proyecci¨®n de crecimiento para 2005 a un t¨ªmido 0,5% del producto interior bruto (PIB). Una estimaci¨®n que, sin embargo, parece haber sido demasiado optimista. Datos publicados en las ¨²ltimas semanas por la Uni¨®n Europea y el Instituto Nacional de Estad¨ªstica portugu¨¦s (INE) indican que no se cumplir¨¢n los criterios que estuvieron en la base de los c¨¢lculos del banco central: el precio del petr¨®leo est¨¢ demasiado alto, el crecimiento de los pa¨ªses de la zona de la moneda ¨²nica ser¨¢ inferior al 1%, las exportaciones portuguesas pierden cada vez m¨¢s competitividad (la cuota de los productos lusos en los mercados internacionales ha bajado a niveles de 1999).
La econom¨ªa portuguesa empez¨® a dar muestras de crisis a finales de 2000, entr¨® en recesi¨®n en el ¨²ltimo trimestre de 2002 y no volvi¨® a recuperarse, pese a un peque?o repunte en los primeros meses de 2004, empujada por la celebraci¨®n del campeonato europeo de f¨²tbol, que increment¨® el consumo interno. Al problema econ¨®mico se suma el descontrol de las cuentas del Estado, con un d¨¦ficit p¨²blico estimado en un 6,87% del PIB, m¨¢s del doble del fat¨ªdico techo del 3% permitido por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento europeo (PEC). Un desequilibrio que no para de crecer desde 2001, pese a los sacrificios que sucesivos Gobiernos han pedido a los portugueses con la promesa de un futuro m¨¢s risue?o, y que "funciona como un cors¨¦ para la econom¨ªa" en una coyuntura recesiva como la actual, explica Ant¨®nio Nogueira Leite, economista y antiguo secretario de Estado de Hacienda del socialista Ant¨®nio Guterres.
Si alguna duda exist¨ªa sobre el estado de ¨¢nimo de los portugueses, ¨¦sta se disip¨® a mediados de agosto, cuando el INE public¨® que los niveles de confianza de los agentes econ¨®micos (empresas y consumidores) hab¨ªan ca¨ªdo por cuarto mes consecutivo a niveles inferiores a los del inicio de 2004, cercanos al m¨ªnimo hist¨®rico verificado durante la recesi¨®n de 2003. El aumento del paro, que del 4,1% en 2001 pas¨® al 7,2% en el segundo trimestre de 2005, desencaden¨® una nueva ola de emigraci¨®n hacia otros pa¨ªses europeos, el rostro m¨¢s visible de la desilusi¨®n lusa.
Gil, el autor de Portugal, el miedo de existir, destaca que comparte personalmente el sentimiento general de des¨¢nimo. Sobre todo, lo entiende: "Andamos siempre con peque?as reformas, cuando el pa¨ªs necesita, hace mucho tiempo, un cambio completo, una revoluci¨®n en las mentalidades, en el sistema pol¨ªtico, en la Administraci¨®n".
"La crisis econ¨®mica portuguesa, que es muy larga, m¨¢s que otras del pasado, es consecuencia del gobierno de las ¨²ltimas d¨¦cadas, porque no conseguimos llevar a cabo reformas estructurales necesarias para transformar el pa¨ªs en una econom¨ªa competitiva. Y ahora es m¨¢s dif¨ªcil, debido a la globalizaci¨®n y la competencia asi¨¢tica. Lo que hicimos fue dejar que creciera un Estado tentacular e ineficiente que ahora ahoga a la econom¨ªa. La baja productividad de las empresas es consecuencia, tambi¨¦n, de factores que les son exteriores, como la burocracia y la lentitud de la justicia".
Esperanza
Tambi¨¦n Nogueira Leite comparte el pesimismo general y lo entiende. Pero destaca que espera que "este periodo de decadencia sea s¨®lo temporal", como siempre ha ocurrido en la historia portuguesa. Muchos sectores y empresas han aprovechado los a?os de crisis (o han sido obligados por las circunstancias) para llevar a cabo importantes reestructuraciones, en un proceso de ajuste duro, pero que a medio plazo habr¨¢ creado un nuevo tejido productivo con capacidad para exportar y colocar productos competitivos en mercados extranjeros. "Toca ahora al Gobierno cumplir con su parte", o sea, sanear las cuentas y modernizar la Administraci¨®n, una m¨¢quina de 750.000 personas, considerada una de las m¨¢s pesadas de Europa. "El rumbo definido por el Gobierno es bueno, pero tiene que seguirlo hasta el final", concluye el economista.
El rumbo del Gobierno, liderado por el socialista Jos¨¦ S¨®crates, que lleg¨® al poder en marzo pasado, es el mismo de uno de sus antecesores, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, y de Pedro Santana Lopes. O sea, el rigor y la austeridad en los gastos p¨²blicos y m¨¢s sacrificios para los consumidores. Tal y como hab¨ªa hecho Dur?o Barroso, S¨®crates prometi¨® durante la campa?a electoral no subir impuestos, pero una de sus primeras medidas fue pasar el IVA del 19% al 21%. Seg¨²n indicaron los sondeos, el electorado le perdon¨® esta primera frustraci¨®n. Otras medidas posteriores le hicieron llegar al verano con el prestigio y la confianza que hab¨ªa conquistado bajo m¨ªnimos, lo que arroj¨® m¨¢s madera a la hoguera del pesimismo.
El ministro de Hacienda, Lu¨ªs Campos e Cunha, renunci¨® al Gobierno poco m¨¢s de 100 d¨ªas despu¨¦s de asumir el cargo. Un duro golpe, dada la gran tendencia a huir manifestada en los ¨²ltimos a?os por los gobernantes de Lisboa. Primero fue Guterres, en 2001, que se dijo incapaz de conducir los destinos del pa¨ªs, dado el "pantano" hacia donde caminaba. Despu¨¦s fue Barroso, que a la primera oportunidad prefiri¨® cambiar Lisboa por Bruselas. Y s¨®lo cuatro meses despu¨¦s, su sustituto fue destituido por el presidente de la Rep¨²blica, harto de pol¨¦micas relacionadas con la figura de Santana Lopes. Un desgaste para el electorado y una sensaci¨®n de que el pa¨ªs no es gobernable.
Pero antes de irse de vacaciones, S¨®crates encendi¨® la hoguera final que acab¨® por castigar su popularidad: eligi¨® a diversos miembros del aparato del Partido Socialista, incluidos amigos personales suyos, para importantes cargos en la administraci¨®n de empresas p¨²blicas o controladas por el Estado. Tras defender un discurso de austeridad, en el que insisti¨® "en la moralizaci¨®n de la vida pol¨ªtica y p¨²blica", impulsando leyes que recortaban los privilegios de los pol¨ªticos y altos cargos de la Administraci¨®n, era imposible cometer un error m¨¢s grave. "S¨®crates est¨¢ fracasando en una de las vertientes esenciales de su proyecto pol¨ªtico: recuperar la confianza de los portugueses en la clase dirigente y hacerles creer en su capacidad para superar la crisis", afirma Manuel Carvalho. Por primera vez, a finales de julio, S¨®crates registr¨® niveles negativos de popularidad en las encuestas publicadas mensualmente en la prensa.
"El Gobierno revel¨® una falta de visi¨®n de lo que pasa a su alrededor, de lo que piensa y siente el pueblo. Los portugueses tienen tal grado de sensibilidad, son tan susceptibles, que estos episodios, menores en otro contexto, tienen efectos enormes. En esta rentr¨¦e pol¨ªtica, las personas no olvidar¨¢n tan deprisa las consecuencias del fuego; porque ¨¦ste es un fuego pol¨ªtico", dice Gil.
Ant¨®nio Costa Pinto, polit¨®logo del Instituto de Ciencias Sociales de Lisboa y columnista habitual en la prensa, considera que m¨¢s que "el pueblo", son las ¨¦lites portuguesas las que han adoptado el discurso de la crisis "y de las llamadas ideolog¨ªas de la decadencia" este verano: "Son muy sensibles a la idea de asociar cualquier s¨ªntoma al fracaso general del pa¨ªs". "Los economistas, por ejemplo, prefieren insistir en el lado estructural de la crisis y en que no se trata de un problema coyuntural que, esencialmente, est¨¢ relacionado con las cuentas p¨²blicas", se?ala.
Costa Pinto destaca dos lados positivos del mal momento que deprime a los portugueses hace tanto tiempo: un dinamismo creciente de la llamada sociedad civil y una cierta madurez pol¨ªtica que, por primera vez en la historia democr¨¢tica portuguesa, podr¨¢ permitir un consenso y una uni¨®n entre las principales fuerzas pol¨ªticas que se van turnando en el poder sobre cuestiones fundamentales para el desarrollo del pa¨ªs, como es el caso de las cuentas p¨²blicas.
"Si miramos m¨¢s all¨¢, hacia los a?os anteriores a esta crisis, descubrimos un pa¨ªs que cambi¨® much¨ªsimo en treinta a?os, que se moderniz¨®, que logr¨® entrar en la Uni¨®n Europea, que est¨¢ en el club de la moneda ¨²nica. No hay motivos para pensar que el pa¨ªs se agot¨® y que no tiene salida", dice Costa Pinto. Como escribi¨® recientemente el director del Jornal de Neg¨®cios, S¨¦rgio Figueiredo, tal vez ¨¦se sea el problema: "El mayor misterio es que ahora, en casi todos los indicadores, estamos mucho mejor que nunca. El problema es de expectativas. Y de comportamiento".
El regreso de Soares
CON UN SENTIMIENTO de doble filo fue recibido el anuncio del regreso a la pol¨ªtica de Mario Soares, de 80 a?os, fundador del Partido Socialista portugu¨¦s (PS), ex primer ministro y presidente de la Rep¨²blica durante diez a?os. Es considerado el padre de la democracia portuguesa y una especie de senador de la sociedad lusa, cuya opini¨®n es escuchada y analizada con atenci¨®n. El pr¨®ximo mi¨¦rcoles, Soares anunciar¨¢ que es de nuevo candidato a ser presidente de Portugal.
Este inesperado regreso al combate pol¨ªtico ocurre tras el rechazo de varias figuras, m¨¢s j¨®venes, del PS a dar el paso al frente. Las elecciones, que est¨¢n previstas para el pr¨®ximo enero, se adivinaban dif¨ªciles para la izquierda, ante la falta de un candidato con carisma y dada la mayor¨ªa absoluta de los socialistas en el Parlamento -a los portugueses les gusta equilibrar el poder-. Por otro lado, la crisis econ¨®mica y financiera daba una ventaja desmedida sobre cualquier adversario al candidato de la derecha, An¨ªbal Cavaco Silva, el conservador experto en finanzas que fue primer ministro durante los a?os de presidencia de Soares.
"Es un combatiente por naturaleza. Pero la victoria es secundaria para ¨¦l. Por supuesto que cuando se presenta, piensa en ganar. Pero no es eso lo que busca. Reacciona ante el desierto que exist¨ªa a la izquierda, la pobreza del debate. Es la ¨²nica persona en Portugal con capacidad para renovar la autoestima y dar nueva esperanza a los portugueses. Tiene una enorme capacidad de galvanizaci¨®n", dice el socialista Ant¨®nio de Campos, una de las personas m¨¢s cercanas a Soares.
Si por un lado la decisi¨®n de Soares provoca admiraci¨®n, la verdad es que tambi¨¦n contribuye a alimentar el pesimismo que reina en Portugal: ?ser¨¢ que el pa¨ªs no tiene capacidad para encontrar nuevas generaciones de pol¨ªticos que presenten soluciones nuevas? Y es que tambi¨¦n Cavaco Silva tiene 65 a?os y forma parte de una generaci¨®n que ya estuvo en el poder y, en principio, a estas alturas, deber¨ªa haber dado lugar a la siguiente.
"La verdad es que Portugal necesita una apertura, algo nuevo en su terreno pol¨ªtico. Ninguno de estos dos candidatos est¨¢ conectado con esa apertura hacia una pol¨ªtica nueva", afirma el fil¨®sofo y escritor Jos¨¦ Gil. Para el periodista Manuel Carvalho, el regreso de Soares y Cavaco "denuncia la dificultad que tiene Portugal en mirar hacia delante. Los dos son modelos del pasado, s¨ªmbolos de una ¨¦poca buena y pr¨®spera del pa¨ªs, emblemas de confianza en un futuro que entonces parec¨ªa imparable. Creo que los partidos pol¨ªticos quieren utilizarlos para hacer creer al electorado que el regreso a esos tiempos es posible". Pero "1985 no es 2005, las luchas son otras", como titul¨® el diario P¨²blico uno de sus editoriales sobre este tema.
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