Sonido multicolor
Los sonidos de los lugares m¨¢s rec¨®nditos est¨¢n ya al alcance de todos. Sus creadores venden cantidades de discos inimaginables hace 15 a?os y, en algunos casos, hasta compiten con las figuras del pop-rock. Es la 'world music': una ventana a otras culturas, un aire nuevo que enriquece Occidente, una lecci¨®n de tolerancia. Tambi¨¦n un negocio. Repasamos a sus estrellas de m¨¢s brillante actualidad, de Mariza y Carlinhos Brown a Youssou N'Dour y Salif Keita. Por Carlos Galilea.
Una etiqueta. Surgi¨® durante una reuni¨®n en Londres en junio de 1987. Responsables de compa?¨ªas independientes brit¨¢nicas, los directores del festival Womad y alg¨²n que otro periodista musical se citaron en un pub. Hab¨ªa que hacer algo con tantos discos que empezaban a llegar desde los lugares m¨¢s insospechados del globo. Lo m¨¢s perentorio: hallar un nombre ¨²til para identificar todo aquel material. ?D¨®nde colocarlo en las tiendas? Se barajaron varios t¨¦rminos y se decidieron por el de world music -traducido en Espa?a como m¨²sica ¨¦tnica o m¨²sicas del mundo-. Entre todos los all¨ª presentes juntaron unos cuantos miles de libras con las que iniciar una campa?a publicitaria. La estrategia comercial estaba en marcha.
No se trataba de distribuir las minoritarias grabaciones de campo recogidas en aquellos pesados magnet¨®fonos NAGRA de Indiana Jones como Alain Gheerbrant, que viaj¨® por el Orinoco en 1949 y se trajo las primeras muestras de ceremonias rituales de los ind¨ªgenas amaz¨®nicos. Cantos georgianos o ceremonias suf¨ªes en Anatolia, con destino a archivos sonoros, iban a ceder el paso a los discos que se estaban gestando en estudios de grandes urbes del Tercer Mundo. Hab¨ªa que venderlos en Occidente, y compa?¨ªas como GlobeStyle, Stern's, World Circuit, Rogue o Earthworks se lanzaron a copar una parte del mercado.
A finales de los ochenta, el pop languidec¨ªa. Y d¨¦cadas de explotar una misma f¨®rmula hab¨ªan llevado al rock a mostrar s¨ªntomas de agotamiento. Llegaban aires frescos desde paradis¨ªacas islas polinesias, frondosas selvas tropicales, olvidadas aldeas balc¨¢nicas o hist¨®ricas ciudades coloniales americanas. "Nuevos sonidos para una cultura aburrida", lleg¨® a decir Joe Boyd, de Hannibal Records.
El fen¨®meno tuvo sus valedores: Peter Gabriel y David Byrne crearon sendos sellos discogr¨¢ficos para dar salida a producciones in¨¦ditas o recopilatorios de m¨²sicas ajenas -Real World (Gabriel) y Luaka Bop (Byrne)-. Aunque el primer festival Womad casi le arruina, Peter Gabriel no ha cejado en el empe?o de compartir su entusiasmo por otros ritmos desde su centro de operaciones en la campi?a inglesa.
Para algunos astros an¨¦micos, la world music supuso una transfusi¨®n de gl¨®bulos rojos. Paul Simon volvi¨® a vender millones de copias con Graceland. Recibi¨® reproches por romper el bloqueo al r¨¦gimen del apartheid y aprovecharse de los m¨²sicos surafricanos, pero quienes le vieron entonces en concierto recuerdan el protagonismo que daba a la gran Miriam Makeba y al coro de Ladysmith Black Mambazo.
No era una novedad. Ya se hab¨ªan producido antes encuentros entre Occidente y Oriente, entre Am¨¦rica o Europa y ?frica. George Harrison hab¨ªa descubierto las ragas indias y el sitar de Ravi Shankar; los Rolling Stones se hab¨ªan dejado embelesar por los Master Musicians of Jajouka durante sus excursiones a Marruecos; Ginger Baker se hab¨ªa alejado de Jack Bruce y Eric Clapton para iniciarse en los ritmos de los tambores yorubas en Nigeria, y John McLaughlin reun¨ªa a m¨²sicos indios en su grupo Shakti. Por otra parte, muchos africanos quer¨ªan ser James Brown y conoc¨ªan a Chuck Berry, Otis Redding y Jimi Hendrix. Y media Europa hab¨ªa bailado con el Soul makossa del camerun¨¦s Manu Dibango o tarareado el estribillo de Pata pata, de Miriam Makeba.
En 1981, Brian Eno y David Byrne editan My life in the bush of ghosts, en el que insertaban cantos libaneses. Y los berlineses viajeros de Dissidenten graban en 1984 Sahara Elektrik con el marroqu¨ª Lem Chaheb. La f¨®rmula de recorto-y-pego se generaliz¨® en los noventa, por el abaratamiento de los samplers. Un ¨¢mbito definido por el trompetista Jon Hassell como m¨²sica del cuarto mundo: h¨ªbrido de tecnolog¨ªa del primero y tradiciones sonoras del tercero. La l¨ªnea entre intercambio de informaci¨®n y expolio de materias primas es fr¨¢gil: la tecnolog¨ªa ha provisto de un arsenal a los corsarios, y algunos dj's saquean sin pudor los cantos sagrados de los indios navajos o los coros de los pigmeos. Las mezclas y los h¨ªbridos, gusten m¨¢s o menos, funcionen o no, est¨¢n a la orden del d¨ªa.
Los medios de comunicaci¨®n, con Internet en el papel estelar, han empeque?ecido el planeta. Permiten que haya m¨¢s informaci¨®n sobre m¨¢s m¨²sica para m¨¢s gente de la que hubo jam¨¢s. Se pueden escuchar hoy con igual facilidad koras de Mal¨ª, didgeridoos australianos o tambores de Brasil. Se ha consolidado el World of Music Exhibition (Womex) -una feria anual de las m¨²sicas del mundo que naci¨® en Berl¨ªn- y el n¨²mero de festivales dedicados a esas m¨²sicas del mundo ha crecido de forma espectacular. La etiqueta ha permitido vender discos y alimentar un mercado cada vez m¨¢s voraz. Aunque la b¨²squeda compulsiva de lo ex¨®tico -cuanto m¨¢s raro y lejano, mejor- y la necesidad de vender hayan generado mucha confusi¨®n.
Ian Anderson, director de la revista Folk Roots, escribi¨® en marzo de 2000: "La world music ha permitido a muchos m¨²sicos en pa¨ªses muy pobres ganarse el respeto (y casas, coches y comida para sus familias), y llevar audiencias masivas a festivales y conciertos". Cierto que el r¨®tulo obedece a cierta visi¨®n etnoc¨¦ntrica del mundo. Para brit¨¢nicos y norteamericanos, world music vendr¨ªa a ser todo aquello que no hacen ellos. Se amontonan as¨ª en un ba¨²l imposible un trovador cubano, un maestro del qawali, una cantante de fados y un guitarrista flamenco. Los Gipsy Kings y Yo-Yo Ma. Todo es world music.
"La inventaron los anglosajones para aquellas m¨²sicas creadas en los pa¨ªses que ellos consideran subdesarrollados", opina Carlinhos Brown. Colonialismo apenas disfrazado: un modo no demasiado sutil de reafirmar la hegemon¨ªa de la cultura pop occidental. David Byrne, que ha rescatado a artistas como la afroperuana Susana Baca o el brasile?o Tom Z¨¦, asegura que el prop¨®sito de su sello fue ayudar a contrarrestar el dominio aplastante de la m¨²sica anglosajona. Escribi¨® un sorprendente art¨ªculo para The New York Times: "Odio la world music". Daba sus razones: "De acuerdo con mi experiencia, el uso de la expresi¨®n es una forma de rechazar artistas o su m¨²sica, calific¨¢ndola de irrelevante para nuestra vida. Un medio de relegar esa cosa al reino de algo ex¨®tico (?) Por definici¨®n, ellos no son como nosotros. Tal vez sea por eso por lo que odio el t¨¦rmino. Agrupa cualquier cosa que no sea nosotros en un ellos".
Surgieron acusaciones de explotaci¨®n de los m¨²sicos del Tercer Mundo por parte de productores y promotores. Y mil y un equ¨ªvocos, ya que algunos pensaban que, por grabar en Occidente, se iban a pasear en limusina y poder comprar una mansi¨®n. Lo ilustra una an¨¦cdota del congole?o Lokua Kanza, al que le hab¨ªan contado que en Par¨ªs exist¨ªan unas cajas en la pared de las que sal¨ªa dinero: "Lo que nadie nos hab¨ªa dicho es que, antes, hab¨ªa que depositarlo en un banco". Luego est¨¢ la prueba del algod¨®n: parece que un sintetizador no puede caer en manos de un malgache o un mongol. La autenticidad es asunto complejo y recurrente. Lo que hoy se considera puro, bien pudo iniciarse hace d¨¦cadas como una mezcla bastarda. Por ejemplo, las bandas congole?as copiaron al m¨¢ximo las rumbas cubanas para dar pie al soukouss. El mestizaje es decisivo.
Tambi¨¦n se plantea la m¨²sica como escuela de tolerancia para un futuro menos xen¨®fobo. Byrne admite que quiz¨¢ sea un ingenuo, "pero me gustar¨ªa creer que, cuando pasamos a amar determinado aspecto de una cultura -su m¨²sica, por ejemplo-, nunca m¨¢s pensaremos en el pueblo de aquella cultura como algo inferior".
A nadie le extra?a que Almod¨®var utilice una canci¨®n del cantante senegal¨¦s Ismael L? (Todo sobre mi madre) o una melod¨ªa del guitarrista caboverdiano Bau (Hable con ella). Brian Eno escribi¨® que una de las razones del auge de las m¨²sicas del mundo era la ruptura de una visi¨®n del planeta que dice: "Nosotros y nuestros valores somos la norma, y el resto es una suerte de aberraci¨®n". Lo explicaba Byrne en su art¨ªculo: "Cuando hablamos de world music, nos estamos refiriendo al 99% de la m¨²sica de este planeta. En realidad, el pop occidental es el fast-food de la m¨²sica".
En estas p¨¢ginas damos 12 nombres b¨¢sicos para entender todo este movimiento. Pero hay muchos m¨¢s, en una lista casi inabarcable. Gente como Lhasa (canadiense-mexicana), con un estremecedor viaje interior en The living road, o Arto Tun?boyaciyan (Armenia), que crea m¨²sica con una cacerola o una botella de cerveza. Adem¨¢s, hay argelinos (Rachid Taha), uzbekas (Sevara Nazarkhan), portugueses (Madredeus), napolitanos (Eugenio Bennato), cubanas (Omara Portuondo), indios (Zakir Hussain), malienses (Ali Farka Toure, Rokia Traore, Oumou Sangare, Amadou & Mariam), argentinos (Chango Spasiuk), serbobosnios (Goran Bregovic), et¨ªopes (Gigi), irlandeses (Liam O'Flynn), escoceses (Capercaillie), rumanos (Taraf de Ha?douks, Fanfare Ciocarlia, Mahala Rai Banda), suecos (Hedningarna), malgaches (Tarika), colombianas (Tot¨® la Momposina), senegaleses (Baaba Maal, Cheikh L?), mauritanos (Daby Tour¨¦), griegas (Eleftheria Arvanitaki), turcos (Mercan Dede), nigerianos (Femi Kuti), angole?os (Waldemar Bastos), tuaregs (Tinariwen)?
Mariza (Portugal), la voz del fado
La cantante con mayor proyecci¨®n de ese fado renacido de sus cenizas. Mariza Brand?o, de 28 a?os, asegura que para ella cantar fados es tan natural como respirar. Esta mujer de origen mozambique?o, que creci¨® en el tradicional barrio lisboeta de la Mouraria, tiene una presencia esc¨¦nica impresionante. Entre sus admiradores est¨¢n el actor G¨¦rard Depardieu, el arquitecto Frank Gehry y el mism¨ªsimo Silvio Berlusconi. Mariza ha ocupado portadas de varias revistas europeas con su pelo decolorado y sus vestidos de alta costura. El fado de la m¨ªtica Severa y de la eterna Am¨¢lia Rodrigues ya no es aquella m¨²sica de sombras asociada a la dictadura de Salazar. Una serie de mujeres j¨®venes lo han limpiado de las telara?as que teji¨® el antiguo r¨¦gimen. Se llaman Mafalda Arnauth, Cristina Branco, Ana Sof¨ªa Varela, Katia Guerreiro, Joana Amendoeira, Ana Moura? y suman sus voces a las de M¨ªsia y hombres como Caman¨¦ o Carlos do Carmo. l Discos recomendados: 'Fado em mim' (World Connection, 2001) y 'Transparente' (World Connection, 2005).
Carlinhos Brown (Brasil), esp¨ªritu de Bah¨ªa
Con sus 40 conciertos y cinco carnavales, ha conseguido atraer este a?o a dos millones de personas. Antonio Carlos Santos de Freitas ha recorrido toda Espa?a convirti¨¦ndose en estribillo veraniego y hasta en hombre anuncio. Es el instigador de movimientos percusivos como Vai Quem Vem o Timbalada en Salvador de Bah¨ªa, una de las ciudades m¨¢s musicales del orbe. Caetano Veloso le reclut¨® como percusionista a finales de los a?os ochenta, cuando nadie le conoc¨ªa; Bill Laswell recurri¨® a ¨¦l en 1992, y Sergio Mendes gan¨® un Grammy gracias a varias de sus composiciones. Su primer disco, el tit¨¢nico 'Alfagamabetizado', dej¨® la marca de un talento y una creatividad desbordantes, y con 'Tribalistas', en compa?¨ªa de sus amigos Marisa Monte y Arnaldo Antunes, sabore¨® el ¨¦xito millonario. En cuanto al trabajo social -premiado por la Unesco- que lleva desarrollando hace veinte a?os en la favela en la que naci¨®, Carlinhos Brown prefiere repartir el m¨¦rito entre toda la comunidad. l Discos recomendados: 'Alfagamabetizado' (Virgin, 1996) y 'Carlito Marr¨®n' (BMG, 2003).
Caetano Veloso (Brasil), elegante seductor
Diez a?os despu¨¦s de 'Fina estampa', su disco en espa?ol de canciones hispanoamericanas, el brasile?o (Santo Amaro da Purifica??o, 1942) grab¨® en ingl¨¦s obras de Cole Porter, Gershswin o Bob Dylan en 'A foreign sound'. La canci¨®n popular m¨¢s refinada en la seductora voz de un artista admirado por todos. Dice Trueba que es el mejor 'contador' de canciones y que ¨¦l no entendi¨® 'Help' hasta que se la oy¨® cantar a Caetano. Por fin se ha traducido al espa?ol su libro 'Verdad tropical' (Salamandra), esbozo de autobiograf¨ªa subtitulada 'M¨²sica y revoluci¨®n en Brasil', en la que cuenta el exuberante movimiento tropicalista, una subversi¨®n est¨¦tica que lider¨® junto a Gilberto Gil a finales de los sesenta, y donde aporta su visi¨®n del poscolonialismo. Y est¨¢ disponible en DVD 'Cinema falado', la pel¨ªcula que dirigi¨® en 1986; la ¨²nica vez que se coloc¨® tras las c¨¢maras, aunque confiesa que le tienta volver a rodar. Su amigo Almod¨®var ha usado sus canciones en 'Hable con ella' y 'La flor de mi secreto'. l Discos recomendados: 'Caetano Veloso' (Nonesuch, 1986), 'Livro' (Universal, 1997) y 'Noites do norte ao vivo' (Universal, 2001).
Marisa Monte (Brasil), una sirena empresaria
Ten¨ªa 20 a?os cuando se present¨® una noche de septiembre en un club de R¨ªo de Janeiro. "Su rostro no es de esta ¨¦poca", escribi¨® el cineasta H¨¦ctor Babenco, ante la evidencia de que parec¨ªa salir de un cuadro de Botticelli. Pas¨® un a?o dej¨¢ndose cortejar -"no quiero convertirme en embutido de compa?¨ªa de discos"- hasta imponer sus condiciones. Su primer especial televisivo, en la Navidad de 1988, lo dirigieron Walter Salles y Nelson Motta. El repertorio ecl¨¦ctico era su marca: de sambistas y rockeros brasile?os a Kurt Weill o Marvin Gaye. Marisa Monte ejerce un control absoluto de su carrera. En su sello (Phonomotor) edit¨® grabaciones de veteranos sambistas de una ilustre escuela de carnaval (Portela). Aunque no piensa repetir la experiencia millonaria de 'Tribalistas' -la industria ya se ha resignado-, cinco a?os despu¨¦s de su ¨²ltimo disco se vislumbra por fin un nuevo CD. l Discos recomendados: 'Mais' (EMI, 1991) y 'Verde amarelo cor de rosa e carv?o' (EMI, 1994).
Bebo Vald¨¦s (Cuba), segunda juventud
Llevaba a?os jubilado en su casa de Estocolmo cuando lleg¨® a las pantallas de la mano de Fernando Trueba ('Calle 54'). Vivi¨® una de las mayores emociones de su vida en Salvador de Bah¨ªa ('El milagro de Candeal'), y 'L¨¢grimas negras', su disco a d¨²o con el cantaor flamenco Diego el Cigala y coplas o boleros como 'La bien pag¨¢' y 'Coraz¨®n loco', siempre con Trueba como instigador y productor, se convirti¨® en un inesperado ¨¦xito. Con 86 a?os -naci¨® en Quivic¨¢n (Cuba) en octubre de 1918-, Vald¨¦s ha grabado su primer disco de piano; nuevamente empujado por Trueba. Es el testimonio nost¨¢lgico y encantador de un tiempo que se fue y un mundo que ya no existe: el de Bola de Nieve, Benny Mor¨¦ o Nat King Cole, con los que Bebo trabaj¨®. El de una isla que dej¨® atr¨¢s para siempre, el 26 de octubre de 1960, este afable pianista y compositor. l Discos recomendados: 'Bebo de Cuba' (BMG, 2004) y 'Bebo' (BMG, 2005).
Cesaria Evora (Cabo Verde), la dama descalza
Dej¨® de cantar por unas monedas en los bares y barcos de Mindelo, el puerto de la isla de San Vicente, para viajar hasta los escenarios m¨¢s prestigiosos. La historia de una cenicienta cuya vida cambi¨® en 1988, cuando la descubrieron en Francia, y que ha colocado Cabo Verde en el mapa: m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n de esas islas barridas por los vientos tuvo que emigrar. Canta como nadie la melancol¨ªa de unas irresistibles 'mornas' -el 'blues' caboverdiano-, emparentadas con el fado lisboeta y la 'samba-can??o' carioca. Hace un tiempo dijo estar cansada de tanto traj¨ªn y amenaz¨® con la retirada. ?ltimamente, la salud le ha dado alg¨²n disgusto. Los meses de agosto y diciembre los pasa en su casa de Mindelo y el desfile es continuo. Siempre hay comida para las visitas -'cachupa' de jud¨ªas, ma¨ªz y carne- y 'grog', el temible aguardiente local que ella ya no prueba porque dej¨® la bebida. A sus 64 a?os, 'Cize' es embajadora del programa de alimentaci¨®n infantil de Naciones Unidas. l Discos recomendados: 'Miss perfumado' (Lusafrica, 1992) y 'Voz d'amor' (BMG, 2003).
Khaled (Argelia), rey del 'rai'
A orillas del Mediterr¨¢neo, en la ciudad de Or¨¢n, surgi¨® el rai (palabra que significa opini¨®n), la poderosa y bailable m¨²sica norteafricana. A mediados de los ochenta, los chebs y chabas (j¨®venes) decidieron lanzarse a cantar al amor, el sexo y la libertad sobre unas hipn¨®ticas melopeas envueltas en los sonidos de primitivos sintetizadores e impregnadas de rock, funk o reggae. Khaled Hadj Brahim (Or¨¢n, 1960) ha recorrido el tortuoso camino que separa el barrio portuario de Sidi el Houari, tradicionalmente habitado por pescadores espa?oles -de ni?o ve¨ªa las pel¨ªculas de Joselito cuando lograban captar la se?al de la televisi¨®n espa?ola-, de los mejores escenarios y estudios de grabaci¨®n. Eso tras haber sido expulsado del colegio, padecer los contratos abusivos de Barb¨¨s -casetes grabadas en menos de 24 horas- y sobrevivir a las amenazas de los integristas argelinos. Con el ¨¦xito de Didi se convirti¨® en uno de los artistas m¨¢s populares de las m¨²sicas del mundo. Y las millonarias ventas de A?cha le confirmaron como una gran figura en Francia, pa¨ªs en el que reside. l Discos recomendados: 'Khaled' (Barclay, 1992) Y 'Sahra' (Barclay, 1996).
Nitin Sawhney (Reino Unido), un cerebro de origen indio
A los hijos de familias de origen indio les ha costado conseguir cierta visibilidad en el mercado musical brit¨¢nico. Nitin Sawhney, de 40 a?os, es el m¨¢s creativo de su generaci¨®n. Une con inteligencia, y sin que suene a pastiche, elementos de rhythm and blues, drum and bass, acid jazz o flamenco -afirma que las palmas en la buler¨ªa o la sole¨¢ se hacen igual que en la m¨²sica cl¨¢sica india- con los vertiginosos patrones hablados de la tradici¨®n asi¨¢tica. Creci¨® en un feudo dominado por el racista Frente Nacional -el primer d¨ªa en el colegio le pegaron- y se presenta como un tipo de piel oscura que a¨²n sufre los vestigios del pensamiento colonialista. Detesta la simplificaci¨®n cultural que supone la etiqueta de Asian underground para definir el trabajo de gente como Talvin Singh, Asian Dub Foundation o ¨¦l mismo. Estudi¨® derecho en la Universidad de Liverpool, ha trabajado para Sinead O'Connor, Sting y Paul McCartney, y creado m¨²sica para anuncios y documentales de televisi¨®n. Cada vez que se encuentran, su amigo Pepe Habichuela le suelta: "T¨² y yo somos lo mismo". l Discos recomendados: 'Beyond skin' (Outcaste, 1999) y 'Human' (V2 Records, 2003).
The Chieftains (Irlanda), los jefes del clan
Toda una instituci¨®n en Irlanda; referencia inevitable para una m¨²sica tradicional que empez¨® a recuperarse del descr¨¦dito all¨¢ por los a?os cincuenta. A mediados de los setenta, su Women of Ireland se escuch¨® en medio mundo con la pel¨ªcula Barry Lindon. El avispado gaitero Paddy Moloney dirige la carrera de los Jefes, que han tocado ante el papa Juan Pablo II, en la Gran Muralla de China o el Capitolio de Washington. En sus discos suelen contar con nombres rutilantes: Rolling Stones, Van Morrison, Elvis Costello, Marianne Faithfull, Mark Knopfler, Joni Mitchell, Diana Krall? Ganadores de seis Grammy, han abierto camino a bandas como Altan, Dervish, Clannad, Capercaillie o L¨²nasa. Moloney (Dubl¨ªn, 1938), doctor honorario en m¨²sica por el Trinity College, intent¨® sin ¨¦xito sacar adelante el sello Wicklow con grabaciones como la banda sonora de Long journey home, un documental sobre la masiva emigraci¨®n irlandesa a EE UU tras la terrible hambruna de 1846. En octubre de 2002 perdieron a su arpista Derek Bell. l Discos recomendados: 'The Chieftains' (Claddagh, 1964) y 'The long black veil' (BMG, 1995).
Youssou n'Dour (Senegal), la estrella de Dakar
Lo descubri¨® Peter Gabriel, que defini¨® su voz como plata l¨ªquida. En 1988 particip¨® en la gira de Amnist¨ªa Internacional junto a Springsteen, Sting, Tracy Chapman y el propio Gabriel. Hace diez a?os obtuvo un gran ¨¦xito al grabar Seven seconds con Neneh Cherry. Youssou N'Dour (Dakar, 1959), m¨¢s popular en Senegal que el presidente, fue uno de los primeros m¨²sicos africanos que decidieron invertir sus ganancias en su pa¨ªs para no tener que vivir en el extranjero y para crear empleo y dar ejemplo. Ha montado una compa?¨ªa de discos (Jololi), un estudio de grabaci¨®n (Xippi), una emisora de radio, una planta para fabricar discos y un club nocturno. M¨¢s de 100 personas trabajan para ¨¦l. Cancel¨® una extensa gira por EE UU cuando Bush invadi¨® Irak; su ¨²ltimo disco, Egypt, habla de su fe musulmana y de la paz y la tolerancia. Un artista cada vez m¨¢s africano y universal. l Discos recomendados: 'Immigr¨¦s' (Earthworks, 1983) y 'Nothing's in vain' (Nonesuch, 2003).
Rub¨¦n Blades (Panam¨¢), latino comprometido
Garc¨ªa M¨¢rquez dijo que le hubiera gustado escribir Pedro Navaja. Este paname?o de 57 a?os asegura que sus canciones tienen pretensiones de cuento corto en el que cada uno rellena la trama con su imaginaci¨®n. Rub¨¦n Blades llev¨® al mundo conservador de la salsa las letras concienciadas de canciones como Desapariciones, El padre Antonio y el monaguillo Andr¨¦s -en memoria del asesinado monse?or Arnulfo Romero- o Sicarios. Adem¨¢s de su faceta musical, el creador de Juan Pachanga o Pablo pueblo tiene una carrera de actor con casi 30 pel¨ªculas junto a Jeremy Irons, Joe Pesci, Jack Nicholson, Danny Glover o Anthony Hopkins, y dirigido por gente como Robert Redford, Sidney Lumet o Tim Robbins. Ha estudiado derecho internacional en Harvard, y se present¨® hace ya 11 a?os a las elecciones presidenciales de Panam¨¢; meses atr¨¢s acept¨® la cartera de Turismo en el Gobierno de Mart¨ªn Torrijos. l Discos recomendados: 'Siembra' (Fania, 1978), 'Maestra vida' (Fania, 1980) y 'Tiempos' (Sony, 1999).
Salif Keita (Mal¨ª), el albino de oro
Una de las voces m¨¢s estremecedoras de ?frica. Naci¨® albino en una sociedad en la que los albinos inspiran temor y repulsi¨®n. Su padre pens¨® que su mujer le hab¨ªa enga?ado y los ech¨® de casa, aunque les permiti¨® regresar a los pocos d¨ªas. Salif Keita (Djoliba, Mal¨ª, 1949) quiz¨¢ hubiera terminado de maestro a no ser por sus problemas de visi¨®n que le cerraron las puertas de los estudios de magisterio. Dorm¨ªa sobre un cart¨®n en el viejo mercado hasta que entr¨® en la Rail Band, una formaci¨®n fundada en 1970 bajo la protecci¨®n del Ministerio de Obras P¨²blicas y que tocaba en el restaurante de una estaci¨®n de trenes. Tres a?os despu¨¦s se pas¨® a los Ambassadeurs, del Ministerio del Interior, otra banda de referencia. Con el extraordinario 'Soro' logr¨® una asombrosa mezcla de las ra¨ªces mandingas y los sintetizadores. l Discos recomendados: 'Soro' (Syllart, 1987) y 'Moffou' (Universal, 2002).
Los m¨¢s cercanos
Radio Tarifa abri¨® puertas gracias a la publicaci¨®n en el Reino Unido de su disco Rumba argelina, igual que la uni¨®n de Ketama con Toumani Diabate en Songhai. Vascos, gallegos y asturianos como Kepa Junkera, Carlos N¨²?ez o Xos¨¦ Manuel Budi?o, y los grupos Berrog¨¹etto, Luar na Lubre, Alboka y Tejedor, o los valencianos de L'Ham de Foc, siguiendo los pasos de formaciones veteranas como Oskorri o Milladoiro, han ido ocupando un espacio en la world music. La industria nacional ha explotado el fil¨®n de la gaita con fen¨®menos comerciales como Hevia, y la filiaci¨®n celta de Galicia ha ayudado a las cantareiras o pandereteiras de Faltriqueira, la gaitera Susana Seivane o la cantante y etn¨®grafa Mercedes Pe¨®n a ser portada de revistas europeas -tambi¨¦n la granadina Amparanoia-, que dedican generosos art¨ªculos a Javier Ruibal o a Estrella Morente. El flamenco sigue siendo la gran baza espa?ola. El virtuoso Jos¨¦ Antonio Ramos ha llegado a juntar su timple al banjo de B¨¦la Fleck, el orfebre vallisoletano Eliseo Parra renueva el legado popular, y el joven Germ¨¢n D¨ªaz, sobrino del folclorista Joaqu¨ªn D¨ªaz, envuelve en magia una inesperada zanfona. Y no hay que olvidar al n¨®mada Manu Chao, cuyo Clandestino (1998) inspir¨® todo un estilo de m¨²sica (y a grupos como Dusminguet). La ¨²ltima sensaci¨®n exportable es la rumba-salsa-hip-hop de Ojos de Brujo.
Los que ya no est¨¢n
Bob Marley fue la primera estrella musical del Tercer Mundo. El jamaicano demostr¨® a la industria que desde los pa¨ªses perif¨¦ricos pod¨ªa llegar un ritmo como el reggae, capaz de agradar a los cr¨ªticos m¨¢s reacios y, mucho m¨¢s importante, a millones de potenciales consumidores.
En los ¨²ltimos lustros se han ido tambi¨¦n otros artistas que dejaron la huella de su talento descomunal. Gigantes como el creador del contagioso afrobeat, el saxofonista nigeriano Fela Kuti; el maestro argentino ?stor Piazzolla, que revolucion¨® el tango desde su bandone¨®n y cuyas obras suenan hoy en los programas de m¨²sica erudita de las m¨¢s reputadas salas de conciertos; Am¨¢lia Rodrigues, que llev¨® por el mundo el fado lisboeta; el paquistan¨ª Nusrat Fateh Ali Khan, un camar¨®n de la isla asi¨¢tico, cuya voz prodigiosa se pudo o¨ªr en pel¨ªculas como La ¨²ltima tentaci¨®n de Cristo; Celia Cruz, la reina de la salsa, que no pudo volver a pisar una ¨²ltima vez su Cuba querida, o el compositor brasile?o Antonio Carlos Jobim, que nos leg¨® un cancionero del valor de los de Cole Porter o George Gershwin. Tampoco est¨¢n ya entre nosotros Ibrahim Ferrer, Compay Segundo, Rub¨¦n Gonz¨¢lez, Tito Puente, Francis Bebey, Chico Science, Brenda Fassie, Hukwe Zawose? Aunque su arte viva para siempre en sus grabaciones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.