El sentimiento de culpa
A esta mujer, consejera de Medio Ambiente de Castilla-La Mancha cuando se produjo el incendio que cost¨® la vida a 11 personas y arras¨® 12.000 hect¨¢reas de bosque en el Alto Tajo, la criticaron primero por no dimitir y luego por dimitir. Algo habr¨¢ hecho, dijeron sus adversarios, porque si no se hubiera sentido culpable seguir¨ªa en su puesto. Sus adversarios jugaban con la ventaja de que desconoc¨ªan el sentimiento de culpa. A Trillo se le mataron 62 militares en un avi¨®n sin mantenimiento y con una tripulaci¨®n inexperta y aqu¨ª no pas¨® nada. Cogi¨® los restos humanos, los distribuy¨® a lo loco entre los ata¨²des disponibles y baraj¨® las identidades con la misma frialdad con la que antes hab¨ªa barajado las v¨ªsceras. Cuando le pillaron con las manos en la masa, dijo que pidi¨¦ramos cuentas al maestro armero, que en este caso era un general de brigada, o de divisi¨®n, ahora no caigo.
En cuanto a Acebes, por citar otro caso singular, era el ministro del Interior de este pa¨ªs cuando se produjeron los atentados del 11-M (200 muertos y centenares de heridos). El responsable de nuestra seguridad no fue capaz de evitar una masacre sobre la que exist¨ªan numerosos indicios, entre otras cosas porque su Gobierno hab¨ªa decidido invadir un pa¨ªs en el que no se nos hab¨ªa perdido nada tras mentir masivamente acerca de unas armas inexistentes. ?Dimiti¨® Acebes? Ni siquiera pidi¨® disculpas por haber intentado enga?ar concienzudamente a la poblaci¨®n durante los d¨ªas posteriores al atentado. ?Por qu¨¦ no se fue a casa ni se disculp¨® ni dijo tierra tr¨¢game? Porque no se sent¨ªa culpable ni responsable de nada. Pregunten -dijo- al maestro armero, que en este caso era el cuerpo de polic¨ªa al completo.
Por ¨²ltimo, si Fraga y Cascos se fueron de caza mientras el Prestige soltaba lastre para dar y tomar, es porque no ten¨ªan sentimiento de culpa alguno. Despu¨¦s de todo, ellos no hab¨ªan hundido el barco, ellos s¨®lo detentaban unos puestos pol¨ªticos que les proporcionaban, entre otras ventajas, la de cazar y pescar en cotos privados y con empresarios importantes. ?Por qu¨¦ renunciar a las prerrogativas de su puesto? Hablen ustedes con el maestro armero, que en este caso no hemos logrado averiguar qui¨¦n era.
Cuando hay perspectiva hist¨®rica para juzgar las actuaciones de unos y de otros, la verdad sale a flote por s¨ª sola. ?Por qu¨¦ creen que Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega acudi¨® con tal celeridad a Guadalajara aun sabiendo que los ¨¢nimos, entre los vecinos, estaban caldeados? Porque se sent¨ªa culpable, evidentemente. ?Y por qu¨¦ se sent¨ªa culpable? Porque algo habr¨ªan tenido que ver ella o Zapatero en el incendio. De otro modo, no se habr¨ªan negado a crear una comisi¨®n de investigaci¨®n en el Parlamento. Fern¨¢ndez de la Vega fue all¨ª a lavar sus culpas del mismo modo que Rosario Ar¨¦valo, la mujer de la foto, dimiti¨® corro¨ªda por el dolor de sus pecados.
Nos rendimos, en fin, a la evidencia. Pero conviene aclarar a los lectores, que, aunque no sea ¨¦ste el caso del PP, hay ocasiones en las que el sentimiento de culpa no aflora por pura psicopat¨ªa. Lo que distingue al psic¨®pata de la gente normal es precisamente su dificultad para identificarse con la persona a la que hace sufrir. Por eso tambi¨¦n, un psic¨®pata jam¨¢s dimite.
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