Guggenheim, tercera planta
Adem¨¢s de las formidables muestras La materia del tiempo, de Richard Serra, y El Imperio Azteca, que a¨²n pueden verse en el Guggenheim, tambi¨¦n merece la pena contemplar, con alg¨²n reparo, gran n¨²mero de obras que en estos momentos se exhiben en sus salas 103 y 105, de la planta baja, y en las salas 305, 306 y 307, de la tercera planta.
En esta tercera planta destacan los tres dibujos a color de Arshile Gorky -dos de 1946 y uno de 1943-, llenos de gracia imaginativa, donde se fusionan los ¨²ltimos rescoldos surrealistas y el incipiente expresionismo abstracto. Un espl¨¦ndido cuadro de Asger Jorn. Dos soulages de trazos netos, vigorosos. Otros dos de Alberto Burri, donde la materia viene del detritus para hacerse rica en expresividad. Mientras una obra de Rothko de 1945 tan s¨®lo apunta dirigirse hacia una inversi¨®n en lo l¨ªrico, sus otras tres obras, fechadas con posterioridad, dan el exacto valor de aquello que buscaba, esto es, el quietismo y la contemplaci¨®n, para lo que advert¨ªa contundente: "Las telas m¨¢s logradas son las que expresan lo que el artista piensa y no lo que se ve".
Una pieza de Philip Guston de 1961 le coloca dentro del expresionismo abstracto, mas su grandeza le vino en la d¨¦cada de 1970. Muy buena la obra de Ad Reinhart, y sorprendentemente buena la de Toti Scialoja. Por parte de Dubuffet, marca su poder con piezas mat¨¦ricas y obras grabadas. Fiel al blanco y negro, Franz Kline aporta un sencillo, personal y lac¨®nico cuadro. Nos parece bastante pobre la selecci¨®n de los dibujos, collage y xilograf¨ªas de Chillida.
Rotundas y espectacularmente densas las tres obras enormes de Anselm Kiefer, siempre tratando de iluminar las mazmorras ocultas de la conciencia humana. Como es espectacular el semiesf¨¦rico igl¨² de Mario Merz.
La ubicaci¨®n de algunas obras de los artistas pop americanos no es la adecuada. Las piezas de Rosenquist, Lichtenstein y Warhol chocan unas con otras. Les falta una mayor amplitud de espacio. De las cinco obras de Rauschenberg, sobresale por encima de todas Barcaza (propiedad del Guggenheim de Bilbao). Muy divertidas e ir¨®nicas las dos esculturas blandas, a punto de derretirse, de Claes Oldenbourg. Se ratifica el grave error cometido en su d¨ªa con la adquisici¨®n de la obra Tres venus espa?olas rojas, de Jim Dine. Tres piezas gigantescas de poliestileno expandido que no valen nada, porque carecen de calidad pl¨¢stica. No se sabe c¨®mo pudo comprarse esa prescindente e inart¨ªstica obra. En el r¨ªo revuelto de los primeros d¨ªas del Guggenheim nuestro, desde Nueva York pusieron la ca?a y consiguieron que mordiera el anzuelo la m¨¢s indocta, ignorante y estulta de las bilbainidades. Lo malo es que no tiene remedio la cosa.
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