Vacaciones en Roma y los 'paparazzi'
Aunque no lo parezca, Vacaciones en Roma trata de la honestidad de la prensa frente a la vida privada de los famosos. En este caso, el famoso es la princesa interpretada por Audrey Hepburn, y el periodista con principios es Gregory Peck. Ten¨ªan en com¨²n una elegancia natural casi insultante y ser hijos de divorciados. Rodada en una Roma id¨ªlica y en blanco y negro, esta historia de un breve romance vacacional invierte el argumento de La Cenicienta gracias a la veteran¨ªa narrativa del director, William Wyler (que ya hab¨ªa estado en Roma pilotando un avi¨®n del Ej¨¦rcito norteamericano durante la guerra). Hepburn es una princesa insatisfecha que se pirra por ser plebeya por un d¨ªa. Result¨® tan convincente que, pese a ser su primer papel protagonista, gan¨® el Oscar. "La actriz ideal debe ser bella como Greta Garbo, simp¨¢tica como Doris Day, con car¨¢cter como Ingrid Bergman y elegante como yo", dijo cuando ya era la musa de, entre otros, el modisto Givenchy y del fot¨®grafo Avedon.
Hepburn baila, se mete en una pelea, se corta el pelo, duerme en un banco, desayuna champ¨¢n y se deja camelar
En 1953, en esta pel¨ªcula crucial para su carrera, Hepburn baila, se ve envuelta en una pelea, se corta el pelo, duerme en un banco, se emborracha, protagoniza una persecuci¨®n en Vespa, desayuna champ¨¢n en la terraza del caf¨¦ Rocca y se deja camelar por la serena prestancia de un Gregory Peck que lleva el cintur¨®n de los pantalones abrochado m¨¢s arriba del ombligo, igual que el irritable novio de la Pantoja aunque con bastante m¨¢s clase y mejor gusto. Vi¨¦ndolo andar tan seguro de s¨ª mismo nadie dir¨ªa que el primer recuerdo de Peck relacionado con el cine se remonta a cuando, a los nueve a?os, se ji?¨® al ver El fantasma de la ¨®pera. Tuvo que dormir en la cama de su abuela para superar el terror, pero eso no le impidi¨® convertirse en el modelo de gal¨¢n sereno, fuerte, atractivo y honrado. "La vida no siempre es como nos gustar¨ªa que fuera", le dice el periodista a la princesa. Parece una frase de calendario New Age aunque, tamizada por sus respectivas biograf¨ªas, quiz¨¢ se refer¨ªa a lo mucho que les quedaba por vivir. O a que los flechazos de verano se esfuman al d¨ªa siguiente y, en el caso de los famosos, son mercanc¨ªa de una bul¨ªmica industria del coraz¨®n que, en agosto, aumenta su ya de por s¨ª impresionante productividad.
Ser actor, dicen, te permite vivir varias vidas en una. En Vacaciones en Roma, Peck y Hepburn fueron periodista y princesa. No eran profesiones que les fueran ajenas del todo. Peck estuvo casado con una periodista francesa y Hepburn tiene una vida que parece escrita por un heraldista en horas bajas: nacida en Bruselas, hija de un banquero ingl¨¦s filonazi y de una baronesa holandesa y, en alg¨²n alocado momento de su vida, casada con Mel Ferrer, uno de tantos Cyranos. Al final, probablemente harta del mundillo glamuroso de los rodajes y de la alargada y pegajosa sombra de los paparazzi, se refugi¨® en Suiza, donde se cas¨® con un psiquiatra italiano de nombre Paolo. Fue, pues, fiel al personaje de la pel¨ªcula. En la ¨²ltima escena, cuando la princesa saluda a todos los corresponsales extranjeros acreditados en la capital italiana, afirma que todas las ciudades son hermosas pero que ella guardar¨¢ para siempre el recuerdo imborrable de Roma. Por cierto: en esa recepci¨®n, entre los falsos corresponsales que saludan a la falsa princesa Hepburn, hay uno que se presenta en estos t¨¦rminos: "Moriones, de La Vanguardia de Barcelona". Los tiempos han cambiado y si el tal Moriones fuera periodista hoy, su m¨¢xima aspiraci¨®n no ser¨ªa estar acreditado en Roma como lo est¨¢ el maestro Enric Gonz¨¢lez sino formar parte del grupo de selectos colaboradores y cotill¨®logos de Salsa rosa, D¨®nde est¨¢s coraz¨®n o TNT.
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