Una ciudad arrasada
Ning¨²n edificio de Gulfport, en Misisip¨ª, ha resistido intacto al Katrina. No hay agua corriente y el gas se escapa por las ca?er¨ªas rotas
"?Es seguro salir?". Timothy Wagner, un antiguo marino mercante que se encuentra detr¨¢s de lo que parece el mostrador de un restaurante de comida r¨¢pida en la calle principal de la ciudad de Gulfport, en el Estado de Misisip¨ª, pregunta antes de atreverse a salir a las calles llenas de escombros. Wagner sobrevi¨® al paso del Katrina en un edificio comercial y hab¨ªa planeado, en caso de necesidad, atarse a un pilar de acero con una manguera. Esto ocurri¨® despu¨¦s de que su casa de ladrillo se derrumbase sobre ¨¦l. "Cuando todo empez¨® a derrumbarse, logr¨¦ escabullirme entre los ladrillos", relat¨®.
La familia Parks lleva 45 a?os al frente del mismo restaurante en esta calle, el Palace Caf¨¦. En medio de la tormenta, las planchas de madera que proteg¨ªan las ventanas salieron volando y los cristales estallaron lanzando enormes trozos de vidrio hacia el interior. "Hab¨ªa ido al ba?o y escuch¨¦ un ruido horrible", relata Shirley Parks. "Sal¨ª y encontr¨¦ a Jimmy sangrando". Jimmy, el hijo de Parks, hab¨ªa sufrido un corte hasta el hueso.
Su marido, Don Parks, est¨¢ detr¨¢s del mostrador y lleva una bolsa de basura como si fuese una t¨²nica, mientras sacude la cabeza. Las sillas est¨¢n apiladas sobre las mesas. El falso techo del local est¨¢ en el suelo. "No puedo hablar de ello", asegura Don Parks.
Los residentes de esta ciudad de 71.000 habitantes, una de las m¨¢s afectas por el cicl¨®n, apenas pueden encontrar palabras para describir la devastaci¨®n: el n¨²mero de muertos en el Condado de Harrison, en el que se encuentran las ciudades de Biloxi y Gulfport, supera los 50 y muchos m¨¢s se encuentran heridos graves. Las calles est¨¢n cubiertas de ¨¢rboles ca¨ªdos y cables el¨¦ctricos, los casinos muestran enormes agujeros en sus muros, junto a los edificios derrumbados y algunas casas hist¨®ricas han sido borradas del mapa. No hay agua corriente. El gas se escapa de una ca?er¨ªa rota. La red el¨¦ctrica est¨¢ destruida.
Tres de los cinco hospitales de Gulfport han cerrado las urgencias. La interestatal 10, principal arteria que recorre la costa en Misisip¨ª, se encuentra completamente sumergida. Un barco de pesca, el Endorphin, est¨¢ varado a 400 metros del mar. Un ni?o de cinco a?os ha sido hallado en estado de choque en las escaleras de un edificio de oficinas. Una pareja, que pueden ser sus abuelos, han sido encontrados muertos. Su madre y su hermano de ocho a?os siguen desaparecidos.
"Nos enfrentamos a una cat¨¢strofe", aseguraba Par Sullivan, responsable del Departamento de Bomberos. "Hay muy pocos edificios que no hayan sufrido da?os". Numerosos cad¨¢veres han sido encontrados en un edificio de apartamentos junto a la playa de Biloxi. Al menos siete cuerpos han sido hallados en un canal en la zona industrial junto al mar. "Una mujer nos detuvo y nos pidi¨® que la llev¨¢semos a casa porque necesita su medicina", relata Connie Rockco, miembro de los servicios de socorro del condado. "Le dijimos que su casa ya no exist¨ªa".
Fuentes oficiales indicaron que ocho escuelas, todas utilizadas como refugios para unas 5.000 personas, perdieron sus tejados. A media tarde del lunes, los vientos eran todav¨ªa muy fuertes, pese a ello los equipos de rescate comenzaron a salir.
Nadie pod¨ªa informar ayer sobre cu¨¢ndo ser¨¢n restablecidos los servicios b¨¢sicos, sobre el levantamiento del toque de queda o de la orden de evacuaci¨®n, todav¨ªa vigente. "Todav¨ªa no tenemos manera de determinar la magnitud de los da?os", explicaba el responsable de bomberos Sullivan, que dijo desconocer el n¨²mero de personas que desafiaron la orden de evacuaci¨®n. Bastantes personas pasaron la tormenta en los tejados de sus casas. Tambi¨¦n hay un n¨²mero de viviendas que sencillamente han desaparecido. Junto a la carretera 49, un grupo de personas vadea una calle que parece un lago empujando una peque?a embarcaci¨®n llena de gente. "Mi casa est¨¢ inundada", asegura Rhonda Green, de 44 a?os, que ha logrado alcanzar la carretera sana y salva, aunque empapada. "Estoy hablando de mi nevera flotando en el agua".
Junto al vest¨ªbulo del Holiday Inn, el viento era tan r¨¢pido y fuerte que una placa de metal flotaba en el aire. Bill Gibson, due?o de un negocio de alquiler de coches, se qued¨® contemplando como una valla golpeaba una y otra vez sus veh¨ªculos. Gibson asegura que normalmente protege sus coches en el aparcamiento del Holiday Inn durante las tormentas, porque es muy dif¨ªcil que se inunde, pero esta vez sus veh¨ªculos s¨ª han sufrido da?os.
Su mujer y su hijo se encuentran a salvo, ya que pasaron la noche en la habitaci¨®n de su hija en la Universidad de Misisip¨ª, en Oxford. Pero no estaba nada seguro de la suerte que ha corrido su propiedad en Diamondhead.
Wagner, que como marino mercante ha sobrevivido a otro hurac¨¢n en el mar, actu¨® con pragmatismo. Esta vez ha escapado con su pasaporte y unos paquetes de salchichas. "Cuando vives en un lugar como ¨¦ste, tienes que estar reconstruyendo todo el rato. Somos como hormigas en la playa".
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