Visita fastidiosa
No entiendo por qu¨¦ Zapatero llama a Rajoy. Es de buena costumbre que el jefe del Gobierno recibiera al de la oposici¨®n frecuentemente en algunos pa¨ªses con matices dem¨®cratas: unas consultas habituales, un toque de campana aguda. Se trata de casos graves: cuando Aznar decidi¨® entrar en guerra en Irak deb¨ªa haberlo hecho, y las consecuencias que trajo su acto lo prueban. Aqu¨ª el cargo de jefe de la oposici¨®n no existe, es una fatuidad verbal aduladora; en el Congreso hoy suele haber un solo partido en la oposici¨®n y los dem¨¢s votan m¨¢s o menos por el Gobierno, garantizando las formas, respaldando las reformas. La respuesta de este solitario es de tal modo que yo no le recibir¨ªa en mi casa si me tratase as¨ª. Puede que no le saludase m¨¢s. Rajoy no quiere "servir de coartada" a los errores de Zapatero; le hace responsable de todo lo que pasa, aunque sea fortuito y casi regular: incendios de bosques, de los guardias civiles de Roquetas, de la articulaci¨®n de los estatutos y la financiaci¨®n sanitaria.
Hay que partir de la extra?a ¨®ptica de Rajoy y sus mosqueteros de que estos acontecimientos le parecen originados por el Gobierno; y mal tratados, apagados. Es evidente que yo tengo otra ¨®ptica, que a m¨ª me parece que estos sucesos y aventuras pol¨ªticas y desgracias son habituales en este pobre pa¨ªs, que muchas de ellas vienen del fondo de los siglos que no pudieron tener las tres R cl¨¢sicas -Revoluci¨®n, Renacimiento, Reforma- y que cuando lo creyeron, en 1936, se lanzaron a brazo armado sobre ese acontecimiento, lo tuvieron aherrojado durante cuarenta a?os, lo hicieron seguir de una transici¨®n mal ama?ada con una Constituci¨®n remendada propia de la derecha; lo remacharon durante los a?os del Gobierno del PP, sobre todo en los ¨²ltimos cuatro de poder ¨²nico de Aznar; con esta idea de la historia, que es mi propia historia, sigo creyendo que lo que representa Rajoy es aquello mismo, aquello feudal, aquellas baron¨ªas y almenas de las que colgar disidentes. Ciertamente, en la peque?a -o grande en algunos extremos- movilidad de Zapatero no cabe viaje a todo lo pedido, y menos a todo lo so?ado.
Ni est¨¢ convencido de la raz¨®n de fondo. No estar¨ªa mal que respondiera a Rajoy: "No se preocupe, no venga. Siga donde est¨¢ y como est¨¢. Yo ya tengo suficientes opiniones de los espa?oles en mi entorno: yo me arreglar¨¦. Arregle usted, tambi¨¦n, su partido. Si quiere".
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