Una propuesta interesante

Hombre de televisi¨®n, autor tan s¨®lo de un largometraje anterior, Besos para todos, el pamplon¨¦s Antonio G¨¢rate llevaba desde 1995 sin rodar, tal vez lami¨¦ndose las heridas de un primer filme que no cont¨® para nada en las preferencias del p¨²blico. Ten¨ªa un inconveniente: un plantel de actores desconocidos y una campa?a de promoci¨®n nula o muy parca... algo as¨ª como ocurre en ¨¦sta, su segunda propuesta. Y ser¨ªa una l¨¢stima que, como su antecesora, pasara desapercibida: en medio de una marea de comedietas del tres al cuarto y de humor m¨¢s que dudoso, Un a?o en La Luna (no en el sat¨¦lite terrestre, sino en un bar de ese nombre, que es el centro de buena parte de la acci¨®n) destila maduraci¨®n, sabidur¨ªa sobre la vida, deseos de construir una historia de gente joven que tenga en la cabeza algo m¨¢s que p¨¢jaros.

Peripecia que mezcla constantemente la vida de dos hermanos, ambos literalmente escapados de su ciudad natal para vivir en Madrid, el filme muestra los hilos que se van trazando entre ambos, las frustradas historias de amor que viven, las expectativas que la vida se encarga cuidadosamente de desmontar... o no tanto. Con unos actores poco conocidos (Alberto Jim¨¦nez, siempre en su lugar, es la excepci¨®n) y con un deseo de trazar un cuadro de personajes que pase por encima de etiquetas sociol¨®gicas o de deseos de profundo discurso, el filme se aguanta espl¨¦ndidamente bien gracias a un trazado de personajes tan cuidadoso como efectivo: son seres de carne y hueso, con contradicciones, claro, y con altibajos. Como la vida misma.

Gentes a las que les ocurren cosas plausibles, que tienen dudas, como cualquier hijo de vecino; y que, a la postre, se las ingenian para salir adelante. Es un filme modesto, pero no por ello menos honesto y efectivo: ojal¨¢ que tenga en taquilla la suerte que indudablemente se merece.