S¨¢tira de la bohemia
Wyndham Lewis (1882-1957) fue uno de los enfants terribles del arte y la literatura inglesas de la primera mitad del siglo XX. Pintor, panfletista, editor, autor de novelas indecentes (para su ¨¦poca) y dibujante hiperdotado, se uni¨® a Ezra Pound y en 1914 lanzaron el vorticismo, el movimiento de vanguardia m¨¢s importante del Reino Unido. El t¨¢ndem se hizo famoso por la revista Blast, desde donde bendec¨ªan o vapuleaban cualquier manifestaci¨®n art¨ªstica. En Dobles fondos Lewis retrat¨® el mundillo de las artes londinenses en el que se movi¨®. Ya en su primera novela, Tarr, reflej¨® las temporadas que hab¨ªa pasado a comienzos de siglo en Par¨ªs, captando con chispa las dudas de un joven pintor alem¨¢n que buscaba compaginar la frialdad que le exig¨ªa la pintura de vanguardia con el calor que generaban sus gl¨¢ndulas hormonales. Si all¨ª satiriz¨® los usos de la bohemia, en Dobles fondos a?adi¨® la s¨¢tira de los hombres de partido.
DOBLES FONDOS
Wyndham Lewis
Traducci¨®n de Miguel Temprano Garc¨ªa
Alfaguara. Madrid, 2005
500 p¨¢ginas. 19,95 euros
Teniendo en cuenta que la obra est¨¢ ambientada en la segunda mitad de los a?os treinta no pod¨ªa ser de otro modo. La novela empieza y termina con el paso de Percy Hardcaster, un comunista en misi¨®n especial, por c¨¢rceles espa?olas. Al intentar fugarse de la prisi¨®n perder¨¢ una pierna, lo que de regreso a su pa¨ªs le convierte en un h¨¦roe. El retrato del protagonista cuando est¨¢ entre rejas hispanas recuerda a George Borrow, autor de La Biblia en Espa?a.
Y con Londres un retrato de los j¨®venes privilegiados de la aristocracia y de la alta burgues¨ªa que juegan a ser artistas comprometidos (y, de paso, a hacer negocios turbios), sin dejar de lado la representaci¨®n de la buena gente humilde que intenta seguir principios morales rigurosos, aunque esos mismos principios sean los que la condenan a la pobreza y el hambre. Lewis ataca con mordacidad a la working class ocupada en la satisfacci¨®n inmediata de sus deseos y, claro est¨¢, al comunista sin escr¨²pulos que se inventa un hero¨ªsmo inexistente para favorecer la propaganda revolucionaria. Lo cierto es que Lewis no deja t¨ªtere con cabeza, para mayor gloria de la s¨¢tira inglesa y regocijo del lector.
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