El prodigio de Venecia en septiembre
Un recorrido irresistible del puente de Rialto al caf¨¦ Florian
Viajar es nombrar las cosas que se ven. As¨ª que deletreo Venecia, y digo puente de Rialto mientras me apoyo en su balaustrada y contemplo las aguas del Gran Canal encajadas entre palacios. La jornada ha empezado temprano porque en esta ciudad, que lleva el pasado dibujado en el paisaje, el tiempo se anticipa y la luz madruga.
Hasta 1854, el Rialto fue el ¨²nico puente peatonal que un¨ªa las dos orillas del Gran Canal, y en el concurso de proyectos para su construcci¨®n estuvieron artistas como Miguel ?ngel, Jacopo Sansovino o Andrea Palladio, aunque fue Antonio da Ponte el encargado de realizar una obra que se inici¨® a finales del siglo XVI. Al puente de Rialto se llega en vaporetto o callejeando desde cualquier punto de la ciudad, y es grato a las siete de la ma?ana estrenar calles y escuchar el eco de los pasos y no seguir el recorrido habitual, o a¨²n sigui¨¦ndolo, disfrutarlo, pues no hay gente, sino venecianos que asean y preparan la ciudad para sus visitantes, y que se convierten en gu¨ªas excepcionales se?alando con absoluta precisi¨®n y convicci¨®n c¨®mo alcanzar el lugar que buscas: "Destra, sinistra, sinistra, destra, destra, sinistra e altra volta sinistra", dicen complacidos de poder ayudar.
El futuro templo ten¨ªa algo de San Pedro de Roma y otro poco de San Marcos y algo m¨¢s de otros monumentos, y todo ello dio como resultado una de las iglesias barrocas m¨¢s bellas de Italia: Santa Maria della Salute. Apoyada en m¨¢s de un mill¨®n de pilotes, la obra se acab¨® en 1687
Cerca de la plaza de San Marcos crece la presencia y el murmullo de la gente, pero as¨ª es el viaje, no puedes sustraerte al bello t¨®pico de sentarte en el Florian, ese caf¨¦ antiguo que abri¨® en 1720
En Venecia no importa perderse, y si sucede, te invade cierta sensaci¨®n festiva al tratar de adivinar el camino, pues cuando ya crees que tocas con la mano tu destino, el agua te lo impide y vuelves atr¨¢s para superar esos veinte metros que te separan de tu meta. Das unas vueltas de m¨¢s, pero no importa, porque a cambio descubres un jard¨ªn, la sombra de un escudo, el mosaico de un balc¨®n, el traj¨ªn cotidiano de una casa que se despierta o esas terrazas que se elevan por encima de los tejados tratando de ganar espacio al cielo. Al fin, subes los pelda?os del puente de Rialto y, quiz¨¢ por la brisa, quiz¨¢ por la luz o quiz¨¢ porque un navegante alza su mano para ofrecerte el primer saludo, por un momento perteneces a esta ciudad excepcional que se asienta sobre bancos de lodo y se teje con min¨²sculos puentes que unen las m¨¢s de cien islas que ocupan la laguna.
Un diplom¨¢tico franc¨¦s del siglo XV, Philippe de Commines, dijo que el Gran Canal era la calle m¨¢s hermosa del mundo, as¨ª que es imprescindible recorrerla. En el lento transcurrir del vaporetto en direcci¨®n a San Marcos desde el Rialto aparecen palacios como el de Farsetti y el de Loredan, donde vivi¨® Elena Corner Psicopia (1646-1684), la primera mujer que se gradu¨® en Filosof¨ªa en la Universidad de Padua; el palacio Barzizza, con su antigua fachada del siglo XIII; el inmenso Grimani, en cuyas fiestas se ofrec¨ªa a las mujeres pasteles de los que sal¨ªan p¨¢jaros volando que los invitados deb¨ªan coger. Palacio Corner Spinelli; palacio Marcello, con sus leones en la entrada, y el palacio Balbi, en la cerrada curva del canal, desde donde Napole¨®n contempl¨® en 1807 unas regatas. Y Foscari, "el m¨¢s noble ejemplo del g¨®tico del siglo XV", seg¨²n Ruskin; o el doble palacio Giustinianni, donde Wagner escribi¨® el segundo acto de Trist¨¢n e Isolda y empez¨® a trabajar en Parsifal. El palacio Grassi y tambi¨¦n Ca' Rezzonico, donde habit¨® el poeta Robert Browning, y otro Loredan, uno de los m¨¢s bellos, restaurado despu¨¦s de que en 1891 un incendio lo devastara. El Barbaro son dos palacios juntos, uno del siglo XV y otro del XVII, construido para instalar una sala de baile. Sal¨®n que aparece en una de las pinturas de John Singer Sargent. De m¨¢rmol multicolor es el bell¨ªsimo palacio Dar¨ªo, que arrastra una historia de tragedias. Y est¨¢ Ca' Grande, dise?ado por Sansovino y considerado el m¨¢s bello de sus palacios. Y al fin, la imponente bas¨ªlica de Santa Maria della Salute.
La plaga detenida
Dijeron los pr¨®ceres venecianos: "Det¨¦n la plaga y construiremos una iglesia en honor de la Virgen Mar¨ªa". Y la epidemia ces¨®. Tal vez porque Dios atendi¨® la plegaria, tal vez porque las temperaturas extremas del invierno helaron los miasmas de la peste. Era 1630 y durante los meses anteriores casi un tercio de la poblaci¨®n de Venecia hab¨ªa muerto. Pero aquello acab¨® y los poderosos cumplieron su palabra. Animaron a los arquitectos a presentar sus proyectos y el elegido fue Baldassare Longhena, quien propuso una bas¨ªlica monumental que encandil¨® al consejo veneciano. El futuro templo ten¨ªa algo de San Pedro de Roma y otro poco de San Marcos y algo m¨¢s de otros monumentos, y todo ello dio como resultado una de las iglesias barrocas m¨¢s bellas de Italia: Santa Maria della Salute. Apoyada en m¨¢s de un mill¨®n de pilotes, la obra se acab¨® en 1687, cinco a?os despu¨¦s de la muerte de Longhena y m¨¢s de medio siglo desde su inicio.
Impresiona mirar el plano de Santa Maria della Salute, en el extremo este del sestiere de Dorsoduro, en esa lengua de tierra que se estrecha como la cola de un drag¨®n y que en su v¨¦rtice contiene una veleta que representa a la diosa Fortuna. Es bueno haber llegado temprano porque a la espera de que abran la bas¨ªlica la mirada se distrae en la orilla de enfrente. Desde el palacio Contarini llega la voz de Desd¨¦mona y es posible imaginar a Turner en el hotel Europa tomando apuntes desde la ventana de su habitaci¨®n: dibuja la noche, el alba, la fiesta y el atardecer de Venecia. M¨¢s all¨¢ se alza el campanile de San Marcos. Estar aqu¨ª es un prodigio.
Estar de viaje tambi¨¦n es ir despacio y saborear el tiempo y escuchar el silencio de esta ciudad y entrar en Santa Maria della Salute acord¨¢ndose de Longhena, ese hombre de peque?a estatura que vest¨ªa de negro y que inseguro sol¨ªa preguntar por la bondad de sus trabajos. Nombrar su inseguridad y enmudecer es todo uno al observar el magn¨ªfico pavimento circular con las cinco rosas centrales y la inscripci¨®n unde origo, inde salus. Y es en la sacrist¨ªa donde una mujer escancia vino, mientras otra da de beber a los comensales en Las bodas de Can¨¢, de Tintoretto.
Afuera ya hay un sol h¨²medo y bajo su luz persigo el lateral de la bas¨ªlica hasta alcanzar el zattere Saloni, muelle donde una terraza se desborda sobre la impresionante panor¨¢mica de la isla de la Giudecca, cuyo nombre antiguo, Spinalunga, define su longitud y su estrechez. Los prism¨¢ticos acercan San Giorgio Maggiore y el mar perfila un litoral que alberga la iglesia de la Zitelle y tambi¨¦n Il Redentore, obra se?alada de Palladio. Por los zatteres menos concurridos de Saloni y Spirito Santo el gu¨ªa es la l¨ªnea de horizonte que marca la Giudecca. As¨ª, hasta llegar al zattere Gesuiti, donde en el lateral derecho de la fachada de Santa Maria della Visitazione surge la cara del le¨®n y su boca: all¨ª los venecianos depositaban las misivas con sus quejas por el estado de las calles.
Un rel¨¢mpago entre nubes
Fue antes de llegar a Campo della Carit¨¢ y de entrar en la Academia. En la sala IV y V de las galer¨ªas de esta pinacoteca se encuentran las Madonnas de los Bellini: las de Jacopo, el padre, y las de Giovanni, su hijo m¨¢s famoso. Y tambi¨¦n el San Jorge, de Andrea Mantegna, unido a los Bellini por lazos familiares. Y ese bello y extra?o cuadro de Giorgione llamado La tempestad, con la mujer desnuda y el ni?o en sus brazos y un rel¨¢mpago rasgando las nubes del fondo. El joven, de Hans Memling, mira mientras su mano parece apoyarse en el marco. Y en la sala X se encuentra la ocurrencia de El Veron¨¦s, pues el grandioso lienzo fue el causante de que el artista fuera interrogado por el tribunal de la Inquisici¨®n. Los jueces advirtieron al pintor de que el jolgorio de las figuras del cuadro no era apropiado para representar un tema religioso, y exigieron cambios. Y s¨ª, El Veron¨¦s, hizo una modificaci¨®n. La pintura ya no se llam¨® La ¨²ltima cena, sino Cena en casa de Levi, que resulta m¨¢s profano. Unas salas m¨¢s adelante, la curiosidad queda atrapada por Rosalba Carriera, la c¨¦lebre miniaturista nacida en el XVII, reclamada por los nobles europeos y que m¨¢s tarde se dedic¨® al retrato. ?Ser¨ªa su delicado trabajo la causa de que se quedara pr¨¢cticamente ciega?
Hay un momento del d¨ªa en que no hay obra de arte que interese m¨¢s que los chicheti, "las tapas venecianas". Es cuando dices en voz alta 'tengo hambre', y buscas en el bolsillo el papel con la direcci¨®n de una excelente taberna, muy pr¨®xima a la Academia. Con la recomendaci¨®n de este lugar vino un consejo y hasta tres veces me advirtieron de que para llegar all¨ª lo hiciera desde el zattere de Gesuiti, girando por la fondamenta Nani, de ese modo iba a disfrutar de la perspectiva m¨¢gica del squero de San Trovaso, donde se construyen y reparan g¨®ndolas. Nombro las maderas que se emplean: olmo, roble, tilo, nogal, alerce, abeto, cerezo, haya y cuando digo caoba ya estoy en Gi¨¤ Schiavi. Los chicheti te los preparan seg¨²n elijas sarde en saor; pasta de bacalao, con o sin ajo; combinaciones de mascarpone, mortadela, parmesano, y m¨¢s y m¨¢s y m¨¢s. No es lugar donde te puedas sentar pues no hay sillas, pero coges tu copa (excelente bodega) y tu plato y buscas en la calle un buen acomodo. Por ejemplo, los escalones del diminuto puente que cruza el r¨ªo San Trovaso. Despu¨¦s del descanso, y a pesar del fulgor despiadado de la primera hora de la tarde, me encamino hacia el sestiere de San Polo y Santa Croce, evitando las rutas habituales. En una de las calles que desembocan en fondamenta Rezzoni, tal vez Capeller o Saoneri, en un rinc¨®n de luces y sombras, fui testigo del enfado de una veneciana que increpaba a un m¨²sico que no paraba de darle al acorde¨®n. La mujer le dijo: "Es infernal que todos los d¨ªas vengas a tocar el acorde¨®n debajo de mi ventana, pero lo que es m¨¢s infernal es que siempre toques la misma canci¨®n". Y ante tan demoledor argumento, el m¨²sico cogi¨® el instrumento y su silla y se alej¨® cabizbajo.
En busca de sombra
Me asomo a Campo Barnaba (turistas) y me detengo en Campo Margherita (muchos turistas) para curiosear y buscar sombra en la antigua helader¨ªa Causin, pero es la iglesia g¨®tica de Santa Maria Gloriosa dei Frari, en el sestiere de San Polo, la que me proporciona, adem¨¢s del disfrute de su belleza, un lugar maravillosamente fresco. Con esa sensaci¨®n de bienestar me acerco al altar mayor para deleitarme con La Asunci¨®n, obra maestra de Tiziano, y mientras recorro el tramo entre la entrada y el cuadro paso por en medio de un espectacular coro de monjes con asientos en triple grada y escenas de Venecia esculpidas. Me aventuro por rincones monumentales donde encuentro a Sansovino, a Bellini, la tumba de Monteverdi, el mausoleo de Canova, el monumento a Foscari o un estatua de San Jer¨®nimo, obra de Alessandro Vitoria... Viajar tambi¨¦n es decidir que hay que darse un respiro y descansar un par de horas.
Ya estaba apareciendo la noche en el sestiere de Castello, cuando al cruzar la plaza de Santa Mar¨ªa Formosa, con su hermosa iglesia que contiene el oratorio de la antigua escuela de los casselleri, alguien relat¨® esta historia. En 944 fueron raptadas por los piratas varias j¨®venes casaderas. Rescatadas por los casselleri, ¨¦stos solicitaron como recompensa que el dux les visitase cada a?o. Y el dux les pregunt¨®: "?Qu¨¦ har¨¦ si llueve?". Le daremos un sombrero, respondieron. "Y, ?qu¨¦ har¨¦ si tengo sed?". Le daremos vino. Y esa visita se fue repitiendo hasta finales del siglo XVIII, y el dux correspondiente recib¨ªa un sombrero y un vaso de vino. Al salir de la plaza, a¨²n con el recuerdo de esta deliciosa tradici¨®n, segu¨ª disfrutando de las fachadas silenciosas del tranquilo Castello, al que se llega en vaporetto, deteni¨¦ndome en la parada del Arsenal. Y fue en Castello donde, poco antes y para cenar, me ofrecieron un exquisito antipasto con mousse de corvina y bocados de centollo, pasta fresca con bogavante y de postre, un elixir cremoso acompa?ado de dulces venecianos.
Mientras me acerco a la plaza de San Marcos, crece la presencia y el murmullo de la gente, pero as¨ª es el viaje, no puedes sustraerte al bello t¨®pico de sentarte en el Florian, ese caf¨¦ antiguo que abri¨® en 1720 con el nombre de Venecia Triunfante. Fue all¨ª donde marqu¨¦ en el mapa que ¨¦sta era la ¨²ltima etapa del d¨ªa en esta ciudad de prodigio.
ARTE Y CINE EN LA BIENNALE
AUNQUE VENECIA no es exactamente un destino ex¨®tico, el viajero rom¨¢ntico y aventurero puede, hasta el 6 de noviembre, reencontrarse con el m¨ªtico antih¨¦roe del c¨®mic Corto Malt¨¦s, creado por el veneciano Hugo Pratt. Siempre un poco m¨¢s lejos (exposici¨®n que toma el nombre de uno de los libros de Pratt) se desarrolla en el Corderie y Artiglierie del Arsenale, y en ella participan 49 artistas (cierra los martes). Es una de las dos grandes citas de la 51? edici¨®n de la bienal de arte, que ha escogido, por primera vez, a dos mujeres, y espa?olas, como comisarias: Rosa Mart¨ªnez y Mar¨ªa de Corral. El otro gran espacio expositivo, el pabell¨®n italiano de los Giardini -cierra los lunes-, alberga La experiencia del arte, con obras de 42 creadores de diferentes generaciones desde los a?os setenta seleccionados por Mar¨ªa de Corral. La entrada a cada una cuesta 15 euros (www.labiennale.org).La 61? Mostra de cine se celebra hasta el 10 de septiembre en el Lido, adonde se llega en vaporetto desde Venecia (l¨ªneas 51, 71 y 82 desde Piazzale Roma, cada 10 minutos). Informaci¨®n sobre horarios y pel¨ªculas: 00 39 04 15 21 88 61. Hay que reservar in situ un d¨ªa antes.
GU?A PR?CTICA
C¨®mo llegar- Viva Tours (www.vivatours.es) ofrece, en agencias, un paquete de tres d¨ªas y dos noches a Venecia. Incluye el billete de avi¨®n y alojamiento y desayuno en hotel de tres estrellas, a partir de 483 euros, hasta el 15 de septiembre. Cinco d¨ªas y cuatro noches, 624 euros.- Ryanair (www.ryanair.com) vuela a diario desde Barcelona a Venecia a partir de unos 100 euros sin tasas.Visitas- Bas¨ªlica de Santa Maria della Salute. Dorsoduro. Campo della Salute. Abren a las 9.00.- Galer¨ªas de la Academia. Campo della Carit¨¤. Dorsoduro, 1050. Lunes, de 8.15 a 14.00; martes a s¨¢bado, de 9.00 a 22.00. Domingos, de 9.00 a 20.00.Comer- Lineadombra (00 39 04 12 41 18 81). Terraza restaurante. Ponte dell'Umilt¨¤. Dorsoduro, 19.- Taberna Gi¨¤ Schiavi (00 39 04 15 23 00 34). Dorsoduro. S. Trovaso, 992. Chicheti tapa venecia, un euro cada una.- Restaurante Corte Sconta (00 39 04 15 22 70 24). Castello, 3886. Calle del Pestrin. Entre 50 y 60 euros.- Il Nuovo Galeon (00 39 04 15 20 46 56). Castello, 1308. Via Garibaldi. Unos 50 euros.- Ai Gondolieri (00 39 04 15 28 63 96). Dorsoduro, 366. San Vio. Unos 60 euros.Informaci¨®n- www.comune.venezia.it.
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