Tedioso fin de la trilog¨ªa de Chan-wook sobre la venganza
Philippe Garrel traza un bello y vacuo relato del Mayo del 68 en 'Los amantes regulares'
El buen cine siempre plantea interrogantes. El malo, tambi¨¦n. ?Por qu¨¦ se hacen pel¨ªculas como Lady Venganza? ?Tienen alg¨²n significado? ?Por qu¨¦ hay en la Mostra quien las aplaude? El coreano Park Chan-wook present¨® ayer la ¨²ltima pieza de su trilog¨ªa sobre la venganza, ejecutada en esta ocasi¨®n por una mujer, y cerr¨® con ello uno de los ciclos menos trascendentales de la historia del cine. Tambi¨¦n se proyect¨® en el Lido Los amantes regulares, de Philippe Garrel, un filme formalmente bello, lento y vacuo.
Chan-wook es un cineasta laureado. El se?or Venganza suscit¨® el inter¨¦s de la cr¨ªtica y la segunda parte de la trilog¨ªa, Old Boy, fue distinguida con el Gran Premio del Jurado en Cannes 2004. Los m¨¦ritos de esas dos piezas son m¨¢s que discutibles, pero hab¨ªa en ellas algunos elementos originales y un esp¨ªritu muy cercano al tarantinismo: crueldad gratuita y exagerada, pinceladas de humor negro y un esquema narrativo importado del c¨®mic o, m¨¢s concretamente, del manga japon¨¦s. Llegados al fin de la trilog¨ªa, cualquier potencial originalidad est¨¢ agotada y quedan s¨®lo repetici¨®n y tedio. Puestos a consumir un producto de este g¨¦nero, mejor quedarse con algo de Quentin Tarantino.
La protagonista, Lee Young-ae, encarna a una mujer injustamente encarcelada que madura en prisi¨®n un plan de venganza y empieza a ejecutarlo desde el mismo momento en que, tras una d¨¦cada entre rejas (una d¨¦cada bastante desagradable, Chan-wook insiste en ello), recobra la libertad. Torturas, golpes, disparos, ni?os martirizados (muy martirizados, Chan-wook insiste en ello) y un poquito de surrealismo asi¨¢tico (lo ¨²nico que podr¨ªa salvarse si fuera posible aislarlo del resto) desembocan en un final previsible y pueril. "La violencia es una de mis obsesiones", explica Chan-wook, "y uno de los componentes fundamentales del alma humana. Yo soy en realidad una persona pac¨ªfica y tranquila, y quiz¨¢ exorcizo mis pulsiones con estas historias llenas de odio". Visto el resultado, es una l¨¢stima que el cineasta coreano no deje en manos profesionales sus pulsiones violentas: un psic¨®logo parece m¨¢s preparado que un espectador de cine para soportar ciertos balbuceos.
Lady Venganza es jaleada desde algunos sectores de la industria y de la cr¨ªtica como aspirante a alg¨²n premio en la Mostra. Podr¨ªa ocurrir que se llevara una estatuilla. O incluso el Le¨®n de Oro. ?Por qu¨¦ no? Tambi¨¦n le dieron a Henry Kissinger el Nobel de la Paz.
La otra pel¨ªcula de la jornada fue Los amantes regulares, una reflexi¨®n de Philippe Garrel sobre el Mayo del 68 parisiense desarrollada con la perspectiva que proporciona el tiempo. Quiz¨¢ por primera vez alguien evoca 1968 con una ecuanimidad sensata: los estudiantes son retratados como tipos simp¨¢ticos, ingenuos y atolondrados; los polic¨ªas, como obreros del orden p¨²blico que no quieren apalear a nadie, sino largarse a casa a ver la tele; y Par¨ªs, iluminada con el elegante blanco y negro de la fotograf¨ªa, aparece como lo que era: una ciudad bell¨ªsima, rica, despreocupada y feliz.
Uno de los problemas de Los amantes regulares es que en tres horas no ocurre casi nada. Hacen unas carreras con la polic¨ªa, fuman canutos y pipas de opio, bailan, se enamoran sin demasiado entusiasmo y hablan como si cada una de sus palabras tuviera que ser grabada en m¨¢rmol. Otro problema consiste en que las cuatro cositas que pasan son narradas con una lentitud graciosa de puro exasperante. No se ve crecer la hierba porque no la hay, pero un espectador atento puede percibir probablemente la erosi¨®n de los adoquines. Garrel, un director con oficio de la escuela de Godard, ha firmado una pel¨ªcula incolora, inodora e ins¨ªpida que no produce sensaciones en el espectador, m¨¢s all¨¢ de un vago placer est¨¦tico. Uno sale del cine un poco m¨¢s viejo, pero no m¨¢s sabio.
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