El Pr¨ªncipe prudente
Don Felipe es todav¨ªa una figura enigm¨¢tica para la mayor¨ªa de los espa?oles. Distintas personalidades contribuyen aqu¨ª a desvelar algunos aspectos esenciales de su car¨¢cter
Casi nadie repar¨® en la escena transcurrida a mediados del pasado mes de mayo en Ciudadela, en la isla de Menorca. Una veintena de j¨®venes identificados por cierta simbolog¨ªa anarquista esperaba en una esquina el paso del pr¨ªncipe Felipe, de visita en alg¨²n edificio pr¨®ximo, mientras gritaban insultos contra ¨¦l. Al verlos, don Felipe se detuvo y les extendi¨® la mano. El primero de ellos, seguramente sorprendido, la estrech¨® casi instintivamente. El segundo, m¨¢s preparado ya para su reacci¨®n, rechaz¨® el saludo al tiempo que repet¨ªa esl¨®ganes contra el Pr¨ªncipe y contra la Monarqu¨ªa. Los servicios de seguridad se hab¨ªan encontrado ya un d¨ªa antes, en la universidad de Palma de Mallorca, con un incidente similar, que, como ¨¦ste, atribuyeron a un peque?o grupo radical y al que tambi¨¦n restaron toda importancia.
Lo cierto es que, al menos desde una perspectiva pol¨ªtica, no la ten¨ªa. Mucho menos si se compara con las multitudes que aclamaron al Pr¨ªncipe y a su esposa, do?a Letizia Ortiz, en esa gira oficial de comienzos de primavera por la Islas Baleares, ocurrida s¨®lo unos d¨ªas despu¨¦s del anuncio oficial del pr¨®ximo nacimiento del primer hijo de la pareja, y como tal, heredero directo al trono de Espa?a. Esa noticia hab¨ªa hecho crecer enormemente la expectaci¨®n en torno al Pr¨ªncipe. Decenas de periodistas se hab¨ªan sumado a cubrir los actos institucionales del viaje. Cientos de personas se concentraban en los puntos de paso del feliz matrimonio en busca de las primeras huellas de embarazo en ella y de los primeros gestos de orgullosa paternidad en ¨¦l. Era l¨®gico. Al fin y al cabo, el nacimiento del heredero ser¨¢ el hecho m¨¢s importante anunciado por don Felipe desde que ¨¦l mismo, siendo todav¨ªa un ni?o de 10 a?os, se convirtiera formalmente en el heredero constitucional de la Corona. Con su descendencia, el Pr¨ªncipe cumple con la primera obligaci¨®n del m¨¢s alto representante de una monarqu¨ªa: prolongarla.
Un ciclo decisivo para la estabilidad
La mayor¨ªa de la gente que lo aclamaba en Baleares no reparaba, sin duda, en todo el valor institucional de aquellos momentos. Estaban all¨ª seguramente atra¨ªdos por el enorme gancho popular de don Felipe y do?a Letizia, fuertemente alimentado con ocasi¨®n de su boda, en mayo de 2004, y h¨¢bilmente dosificado y sostenido hasta el presente.
Tampoco los j¨®venes radicales que se distingu¨ªan de la satisfacci¨®n general ser¨ªan, probablemente, conscientes de toda la profundidad y simbolog¨ªa que encerraba el gesto del Pr¨ªncipe de dirigirse, tambi¨¦n a ellos, en b¨²squeda, no de respaldo, sino de mutua aceptaci¨®n.
Pero unos y otros, los entusiastas que aclamaban a la pareja, casi exclusivamente por el hecho de ser simp¨¢ticos, sencillos y felices, y los j¨®venes cr¨ªticos, que trataban al Pr¨ªncipe como un reflejo del establecimiento pol¨ªtico, estaban siendo el reflejo de la compleja realidad en la que don Felipe se tiene que ganar el aprecio como futuro rey de Espa?a. Seguramente ninguno de los que le apoyaban en Baleares era un activista mon¨¢rquico en defensa de sus ideas. Tampoco esos peque?os grupos que se pronunciaban en su contra estaban expresando un rechazo preciso a la Monarqu¨ªa como forma de gobierno. La Monarqu¨ªa no es hoy motivo de debate en Espa?a. Podr¨ªa decirse que ni siquiera es objeto frecuente de reflexi¨®n. Pero, cuando aproximadamente en dos meses nazca el que ser¨¢ el pr¨®ximo pr¨ªncipe heredero y el pr¨®ximo Rey, se estar¨¢ dando continuidad a un ciclo del que dependen aspectos determinantes para la estabilidad de Espa?a. Es, por tanto, una buena oportunidad para preguntarse sobre el papel de la Corona y sobre las condiciones de quien ocupar¨¢ el trono tras la muerte o abdicaci¨®n del rey Juan Carlos, que cumplir¨¢ en enero 68 a?os.
EL PA?S ha trasladado esas preguntas a distintas personas en posiciones de liderazgo en diferentes ¨¢mbitos con el prop¨®sito de obtener un reflejo, al menos aproximado, del estado de opini¨®n dominante. Los miembros de la Casa Real espa?ola est¨¢n educados en el convencimiento de que tienen que ganarse su puesto cada d¨ªa con el reconocimiento mayoritario de la poblaci¨®n. Pero tambi¨¦n son conscientes de lo importante que es la visi¨®n de los l¨ªderes pol¨ªticos, econ¨®micos y sociales. El tema, de entrada, no resulta c¨®modo para la mayor¨ªa de los personajes que cada d¨ªa aparecen en los telediarios y en los titulares de los peri¨®dicos. Algunos de ellos han rechazado participar en este reportaje, otros lo han hecho protegidos en el anonimato y todos han medido sus palabras hasta l¨ªmites infrecuentes en su actividad. Justificado, quiz¨¢, por la precariedad y controversia de su reinstituci¨®n tras la muerte de Franco, los asuntos de la Corona siempre han sido considerados en Espa?a como delicados, mucho m¨¢s de lo que lo considera la propia Casa Real. Es m¨¢s f¨¢cil hablar sobre el papel de la Monarqu¨ªa con el propio Pr¨ªncipe que con cualquier pol¨ªtico espa?ol.
Lo explica en parte Miquel Roca, uno de los padres de la Espa?a constitucional: "El mejor servicio que se puede hacer a la Monarqu¨ªa es hablar poco de ella. La Monarqu¨ªa naci¨® como soluci¨®n a un problema en la medida en que no generara otros problemas; ¨¦sa es la condici¨®n t¨¢cita". "El gran compromiso del Pr¨ªncipe", a?ade, "es que como rey siga y aplique el ejemplo de su padre".
Condiciones de un hombre tranquilo
?Posee hoy don Felipe, con 37 a?os, condiciones para cumplir con ese compromiso? Por lo que respecta a su formaci¨®n y car¨¢cter, quienes le conocen no dudan de que s¨ª. El presidente del Congreso, Manuel Mar¨ªn, quien en su anterior cargo de vicepresidente de la Comisi¨®n Europea fue, de alguna manera, tutor del Pr¨ªncipe durante su tiempo de instrucci¨®n en los asuntos europeos en Bruselas, afirma que don Felipe "demuestra que ha trabajado mucho intelectualmente y que ha recibido una educaci¨®n de gran disciplina personal". "Por Bruselas han pasado", recuerda Mar¨ªn, "otros miembros de casas reales y, sin querer mencionar a nadie en particular, puedo decir que don Felipe est¨¢ al mejor nivel. Entiende perfectamente el factor de la integraci¨®n europea como un elemento central del Reino de Espa?a. Est¨¢ perfectamente preparado para ser jefe de Estado".
Todas las personas que han tenido contacto personal o profesional con ¨¦l lo describen como un hombre ordenado, detallista, meticuloso, reflexivo y prudente. Analiza los hechos desde tantos puntos de vista que puede llegar a parecer aburrido o dubitativo, pero prefiere correr ese riesgo que el de resultar tajante o autoritario. Siempre est¨¢ dispuesto a sacrificar la brillantez en aras del rigor. Antes que cautivar con gestos, opta por convencer con argumentos y con razones. "Muestra un gran inter¨¦s por los temas que se le presentan, aunque sean complicados asuntos comerciales. Enseguida se nota que se ha le¨ªdo los papeles que le han pasado", recuerda Rodrigo Rato, ex vicepresidente del Gobierno y actual director gerente del Fondo Monetario Internacional. "Al verle trabajar con empresarios o con miembros de Gobiernos extranjeros", a?ade, "he ido viendo c¨®mo ha ido madurando. Ha adquirido mucha experiencia, se le nota que ha ido ganando seguridad en s¨ª mismo".
Enrique Iglesias, ex ministro de Uruguay, ex presidente del Banco Interamericano de Desarrollo y flamante secretario general de las cumbres iberoamericanas, ha coincidido en numerosas ocasiones con el Pr¨ªncipe en tomas de posesi¨®n de presidentes latinoamericanos y otros actos oficiales. En su opini¨®n, el Pr¨ªncipe es "una persona que sabe o¨ªr, sabe preguntar y tiene una gran discreci¨®n sobre sus propias opiniones, una persona muy equilibrada, con mucho sentido com¨²n, muy cerebral al expresar sus opiniones y con mucho respeto a la opini¨®n de los dem¨¢s". En el ¨¢mbito de su trabajo com¨²n, Iglesias ha descubierto en el Pr¨ªncipe "una inquietud por interrogarse permanentemente por los grandes temas de Am¨¦rica Latina, una gran vocaci¨®n por todo los latinoamericano".
C¨¢ndido M¨¦ndez, el secretario general de la Uni¨®n General de Trabajadores, destaca la sensaci¨®n que transmite don Felipe de ser un hombre que "puede entender mis problemas". Y lo hace, seg¨²n M¨¦ndez, "porque cree en lo que hace, no es un actor, es un gran profesional de la Monarqu¨ªa".
Otro l¨ªder extranjero, el presidente de Portugal, Jorge Sampaio, muy pr¨®ximo a la familia real, afirma que el Pr¨ªncipe "muestra en privado una formaci¨®n significativa, adecuada para su tiempo". En comparaci¨®n con su padre, Sampaio estima que "son dos generaciones diferentes". "Como amigo de ellos", a?ade el presidente de Portugal, "puedo decir que el Pr¨ªncipe combina muy bien las mejores cualidades de su padre y de su madre". La comparaci¨®n con el Rey es uno de los asuntos que condicionan la percepci¨®n que se pueda tener del Pr¨ªncipe. ?Es mejor o peor que don Juan Carlos? ?Mejor formado intelectualmente? ?Menos espont¨¢neo y comunicativo? ?Pueden llegar a competir? De las conversaciones mantenidas para elaborar este reportaje puede deducirse que el Rey y el Pr¨ªncipe tienen diferentes condiciones personales y que, aunque don Felipe valora y pretende prolongar el ejemplo de su padre en cuanto a la capacidad de adaptar la Corona a los valores de la sociedad espa?ola actual, lo peor que podr¨ªa hacer es tratar de imitar sin m¨¢s el estilo de don Juan Carlos. "No tiene por qu¨¦ parecerse al Rey", asumen en la Casa Real.
Jaume Matas, presidente de Baleares, cuenta que, por supuesto, antes de invitar al Pr¨ªncipe a la visita oficial a su comunidad aut¨®noma pidi¨® permiso al Rey, que lo acept¨® de inmediato. "Es una comparaci¨®n odiosa, como todas, pero no lo tiene f¨¢cil el Pr¨ªncipe", dice Matas. "El Rey tiene una personalidad que arrolla. El Pr¨ªncipe es distinto, es como es. Existe una diferencia de preparaci¨®n entre ambos. Por ejemplo, las preguntas que hace el Pr¨ªncipe no las har¨ªa el Rey, las del Rey ser¨ªan quiz¨¢s m¨¢s pr¨¢cticas".
Responsable, como su madre
El diplom¨¢tico Inocencio Arias, que tambi¨¦n ha tenido ocasi¨®n de trabajar junto al Pr¨ªncipe durante a?os, manifiesta su punto de vista sobre la influencia familiar en el car¨¢cter del heredero: "Es muy responsable e interesado en los temas, como su madre".
No es el ¨²nico que destaca la cercan¨ªa del Pr¨ªncipe al car¨¢cter t¨ªmido y reflexivo de su madre, en cierta contraposici¨®n el m¨¢s extrovertido e intuitivo de su padre. Un psicoanalista pagar¨ªa por indagar en la personalidad de un individuo educado desde ni?o para ser rey por un padre y una madre poderosos, influyentes, pero de estilos distintos. ?Qui¨¦n ha influido m¨¢s? ?Hacia qui¨¦n manifiesta mayor lealtad? Obviamente, ¨¦ste es uno de esos asuntos delicados que rodean a la Casa Real y sobre los que nadie quiere hablar. Pero, en todo caso, tampoco es el m¨¢s importante. "La gente lo va a valorar como jefe de Estado y como rey de Espa?a, nada m¨¢s", creen en el palacio de la Zarzuela.
Por encima de disquisiciones sobre diferencias de car¨¢cter y cuestiones de personalidad, lo importante es si don Felipe ser¨¢ capaz de heredar el respaldo conquistado personalmente por su padre. Manuel Mar¨ªn responde a esta inquietud: "Siempre se ha dicho que los espa?oles no son mon¨¢rquicos, sino juancarlistas. Yo estoy seguro de que la gente va a ser felipista en el futuro. Porque los espa?oles han aprendido que hay referencias que nos interesa conservar y una de ellas es la Monarqu¨ªa y la familia real. Esta familia real es un valor de referencia social, una familia agradable, reconocida, que ha sabido integrarse en los grandes problemas del pa¨ªs, una familia que ha sido capaz de emocionarse en las desgracias y felicitarse en las alegr¨ªas, una familia que no ha provocado esc¨¢ndalos. Como sucesor de esa familia, la gente se va a hacer felipista".
Un elemento importante para que la gente se haga felipista es el car¨¢cter del futuro Rey. La Casa Real ha tardado mucho en lanzar, desde el punto de vista del marketing social, la imagen del Pr¨ªncipe. En su d¨ªa se desech¨® la idea de crear una casa del pr¨ªncipe y se demor¨® demasiado lo que un funcionario de Zarzuela llama "la puesta en valor" de don Felipe. La consecuencia fue que, a los 30 a?os, cuando la mayor¨ªa de las personas tienen ya independencia y trabajo, don Felipe era todav¨ªa un muchacho en formaci¨®n. Abundaron en esos a?os rumores sobre romances y se perfil¨® una imagen de frivolidad que dur¨® hasta su boda.
Dos peligros: frialdad y frivolidad
Frivolidad y frialdad son los dos males detectados en La Zarzuela como las peores amenazas contra la imagen del Pr¨ªncipe. Al margen de que en su caso, como en otros muchos, la timidez puede confundirse con frialdad -"El Pr¨ªncipe no es fr¨ªo en su relaci¨®n con los dem¨¢s, al contrario, tiene atractivo personal, una sonrisa agradable y un buen lenguaje corporal", asegura Rato-, la boda con do?a Letizia ayuda a resolver ambos problemas al mismo tiempo. En parte el de la frialdad -"todos somos m¨¢s simp¨¢ticos cuando somos felices", describe, casi po¨¦ticamente, uno de los colaboradores de don Felipe-, pero, sobre todo, el de la frivolidad.
En palabras que algunos de los consultados utilizan en privado, do?a Letizia lo sac¨® del pijer¨ªo. Con argumentos m¨¢s elaborados, Miguel Roca dice: "Tengo confianza en el Pr¨ªncipe por varias razones: ha recibido la formaci¨®n correcta, ha sabido mantener un ¨¢rea de privacidad con dignidad y, desde mi punto de vista, adem¨¢s, con su boda demostr¨® un gran coraje personal". Manuel Mar¨ªn opina lo siguiente: "Su vocaci¨®n de adaptarse a la sociedad qued¨® demostrada con la elecci¨®n de quien ahora es su mujer". Un representante del mundo de las altas finanzas que prefiere no ser mencionado asegura que, en el campo en el que ¨¦l personalmente se mueve, la elecci¨®n de do?a Letizia s¨®lo fue discutida por un sector de la derecha que nunca ha aceptado la Monarqu¨ªa y por los nobles, molestos por el hecho de que el Rey no haya creado una corte. En el polo social opuesto, C¨¢ndido M¨¦ndez, al que no ser¨ªa exagerado reconocer como uno de los mejores observadores de las emociones nacionales por disponer de una organizaci¨®n con 600 sedes y miles de secciones sindicales repartidas por toda Espa?a, recuerda que no recibi¨® ni un solo reproche por acudir a la boda del Pr¨ªncipe. "Al contrario, fue visto como un gesto de reconocimiento de la Monarqu¨ªa a nuestra organizaci¨®n", afirma M¨¦ndez.
La boda, vienen a decir las personas interrogadas, humaniz¨® al Pr¨ªncipe. "Lo puso a mi nivel", exclama, entre risas, Mar¨ªn. "El futuro rey de Espa?a est¨¢ casado con una divorciada y el presidente del Congreso de los Diputados est¨¢ casado con una divorciada".
La humanizaci¨®n del Pr¨ªncipe, en el sentido del acceso a su vida personal, resulta, en todo caso, para algunos de los responsables de su imagen, un arma de doble filo. El papel de do?a Letizia es estudiado, desde ese punto de vista, con el m¨¢ximo cuidado. Do?a Letizia es considerada en la Casa Real como una mujer con grandes condiciones para ejercer sus responsabilidades -"una profesional, en el sentido de que sabe lo que cuesta triunfar en tu profesi¨®n"-, aunque inexperta a¨²n. Es dif¨ªcil conocer con precisi¨®n el grado de influencia que ejerce sobre el Pr¨ªncipe, fuera del l¨®gico y, a veces, trascendental, que se produce entre los miembros de cualquier pareja. Pero, vi¨¦ndoles actuar juntos, resulta evidente que la antigua periodista es una referencia constante en la mirada del Pr¨ªncipe, con quien ha desarrollado esa complicidad que revela un mundo compartido. "La Princesa le ha dado seguridad personal y conexi¨®n con la gente", cree Jaume Matas, seguramente el presidente auton¨®mico que m¨¢s tiempo los ha visto juntos. De la sinton¨ªa de ese t¨¢ndem depender¨¢ en buena medida la capacidad del futuro rey Felipe VI de sintonizar con los ciudadanos.
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