La patria del capital
El capital no tiene patria y mucho menos en la modernidad l¨ªquida. El dinero no sabe de ra¨ªces ni de pertenencias nacionales. Va de un lado a otro y se posa en un lugar a la espera de la ocasi¨®n de emprender el vuelo hacia otra parte. Sin embargo, uno de los factores que miden la fuerza de un pa¨ªs es el poder de decisi¨®n que acumula en materia econ¨®mica. Estos dos hechos, que no son contradictorios, sino complementarios, tienen que ver con el revuelo que ha levantado la OPA de Gas Natural sobre Endesa.
La fuerza de atracci¨®n de Madrid como capital es indudable. El dinero, que no quiere riesgos, tiende a dejarse arrastrar por este im¨¢n, porque sabe las ventajas de estar en este centro de masa cr¨ªtica tanto pol¨ªtica, como econ¨®mico, como comunicacional. Cuando aparece desde la periferia alguna iniciativa que rompe con esta l¨®gica se produce el esc¨¢ndalo. El presidente Maragall ha dicho repetidas veces que lo que Catalu?a quiere no es irse de Espa?a, sino mandar en Espa?a. Mandar en Espa?a es tener poder pol¨ªtico, pero tambi¨¦n poder de decisi¨®n econ¨®mica. Y cuando una empresa catalana intenta hacerse con un puesto clave en un sector estrat¨¦gico se produce el esc¨¢ndalo. Si detr¨¢s est¨¢ La Caixa el esc¨¢ndalo es may¨²sculo, porque el car¨¢cter semip¨²blico de la instituci¨®n permite redoblar el argumento. Un editorial de un diario de Madrid da la clave: no se puede "sustituir el poder p¨²blico espa?ol por el poder p¨²blico de una determinada comunidad". O sea, que el poder p¨²blico catal¨¢n no es un poder p¨²blico espa?ol. Es exactamente lo que cree cualquier independentista o nacionalista catal¨¢n. Y por eso quiere irse.
Contra esta OPA se han desarrollado fundamentalmente dos tipos de argumentos: que da?a la competencia y que est¨¢ politizada. Sobre la competencia s¨®lo decir que me parece muy osado afirmar que un movimiento de capitales puede afectar en un sector tan regulado como el energ¨¦tico.
El debate sobre la politizaci¨®n tiene dos partes. La derecha da por supuesto que esta operaci¨®n se hace con la colaboraci¨®n y asentimiento de los gobiernos catal¨¢n y espa?ol. A m¨ª me parece que lo que ha ocurrido es que La Caixa ha aprovechado una oportunidad. Evidentemente, la coyuntura actual le es m¨¢s favorable que la anterior, en la que el poder pol¨ªtico -entonces en manos de la derecha que ahora se queja de intromisiones pol¨ªticas- le vet¨® operaciones parecidas. Es cierto que en Espa?a el acceso al poder pol¨ªtico acostumbra a ir acompa?ado de un intento de control del poder econ¨®mico. Pero en esto nadie gana al PP, sin duda el Gobierno m¨¢s intervencionista de la democracia, que utiliz¨® las privatizaciones de Estado para trazar un sistema econ¨®mico a su imagen y semejanza. El problema de entregar la econom¨ªa a servidores del poder pol¨ªtico es que ¨¦stos a veces, movidos por sus pulsiones servilistas, se adaptan muy bien a los que vienen detr¨¢s.
La segunda parte de la objeci¨®n pol¨ªtica es la conquista de poder por parte de Catalu?a. La OPA como maniobra del lobby del tripartito, como algunos han dicho. La primera obligaci¨®n de cualquier gobierno es optimizar las posiciones del territorio que gobierna. Para el Gobierno catal¨¢n es una buena noticia que las instituciones empresariales ganen poder en Espa?a. Y me parece inobjetable que empuje en esta direcci¨®n. Es m¨¢s, es el camino del compromiso de Catalu?a con Espa?a, porque si se considera inaceptable que unas empresas catalanas sean decisivas en un sector estrat¨¦gico, se est¨¢ negando a Catalu?a su reconocimiento como parte de Espa?a. Y esto es lo grave del espect¨¢culo que est¨¢ dando el PP con esta OPA.
En el fondo, el problema es que en la conferencia de prensa de presentaci¨®n de la OPA se habl¨® en catal¨¢n y en castellano. Si se hubiese hablado en ingl¨¦s y en castellano, muchos de los que ahora la critican la hubieran considerado una operaci¨®n m¨¢s de la l¨®gica financiera de una econom¨ªa globalizada. Algunos ya han sugerido acudir al capital extranjero para frenar la OPA catalana.
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