M¨¢s obras
Leo en la secci¨®n de Madrid de EL PA?S la entrevista a Pilar Mart¨ªnez, concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid. En esa entrevista hay varias cuestiones que se le ha olvidado comentar, cuestiones tales como:
1. El periodo de alegaciones a las obras de la M-30 que fij¨® el Ayuntamiento de Madrid fue agosto de 2004, casualmente cuando muchos vecinos est¨¢bamos de vacaciones.
2. El bypass Sur de la M-30 no es soterrar la M-30 donde ahora est¨¢, sino que es meter la M-30 por dentro del barrio de Legazpi, con dos t¨²neles de 15 metros de di¨¢metro cada uno, que pasan debajo de los cimientos de edificios, incluido el centro de salud de la calle de Antracita.
3. Se est¨¢ construyendo una chimenea de 20 metros, para evacuar los gases contaminantes de los dos t¨²neles, a escasos metros de las viviendas, en una colina arbolada del parque Tierno Galv¨¢n.
4. Los vecinos de Legazpi padecemos cortes de tr¨¢fico sin previo aviso, no por parte de la Polic¨ªa Municipal, sino de los operarios de las obras (con casco y chaleco reflectante), los cuales se niegan a informar a los vecinos de los cortes (motivos, duraci¨®n, desv¨ªos alternativos).
5. Se han talado miles de ¨¢rboles en los parques y las calles de Legazpi.
6. Un ni?o que nazca hoy en Legazpi (o en cualquier otro barrio de Madrid) pagar¨¢ la deuda de las obras de Gallard¨®n hasta cuando cumpla 35 a?os.
7. Los operarios de las obras llenan cada d¨ªa cientos de cisternas con agua potable de las bocas de riego para realizar morteros de cemento, hormig¨®n... Y para lavar los coches y la maquinaria.- Juan Jos¨¦ Fuentetaja Olmos. Madrid.
Es lamentable que hasta en la puerta de una biblioteca universitaria de Lavapi¨¦s haya obras. Cada vez que alguien de fuera amenaza con venir me invade una sensaci¨®n de p¨¢nico por tener que mostrar la ciudad en la que vivo desde que nac¨ª convertida en una obra desesperante.
?C¨®mo puede proyectarse una obra de 19 meses para ampliar un and¨¦n? Por favor, no nos haga sufrir m¨¢s a sus representados con tanto t¨²nel y tanta risa.- Luc¨ªa Valc¨¢rcel Silvela. Madrid.
Siete de la ma?ana. Salgo de la cama para ventilar. Al trasluz veo c¨®mo una fina capa de polvo cubre todos los muebles del sal¨®n. Pienso en mi hija, asm¨¢tica, y en las recomendaciones de su m¨¦dico: atm¨®sfera libre de polvo...
Desayuno mientras todo tipo de m¨¢quinas arrancan al un¨ªsimo; la misma canci¨®n desde hace un a?o. Cierro ventanas antes de que el polvo me invada. Me voy a trabajar en la moto. Doy una vuelta de casi un kil¨®metro, porque los artesanos del polvo no han previsto las necesidades de los que all¨ª vivimos. Lleg¨® a Palos de la Frontera. Junto a las aceras, amasijos de cristales rotos quedan como mudos testigos de los frecuentes golpes, amasijos de cristal cubiertos por una fina capa de polvo. Rezo para que no llueva, pues la fina capa de polvo convierte el asfalto en una pista de patinaje y tengo que dejar la moto en casa por seguridad.
Si lloviera no tendr¨ªa m¨¢s remedio que andar 1.200 metros para coger el autob¨²s o intentar pegarme para subir al E-3, donde me espera una atm¨®sfera llena de sudor mezclada con una fina capa de polvo en suspensi¨®n.
Llego a Embajadores y extremo el cuidado. Los sem¨¢foros, cubiertos por una fina capa de polvo, no se ven bien, y en los d¨ªas sin agentes de tr¨¢fico los golpes son frecuentes; tienes que salir a ciegas por las vallas en esquina y te juegas el pellejo. Un amasijo de cristales cubiertos por una fina capa de polvo suele record¨¢rmelo. No tengo espacio para terminar mi d¨ªa a d¨ªa cubierto de polvo, de ruido y de crispaci¨®n, me he quedado s¨®lo en las ocho de la ma?ana; no digamos ya para hablar de la M-30.
Y el calor del verano en Madrid mezclado con el polvo y cada vez menos ¨¢rboles y menos sombra, cada vez gente m¨¢s crispada, con los nervios a flor de piel que afloran ante cualquier m¨ªnima discusi¨®n de tr¨¢fico...
?Por qu¨¦ en el urbanismo de Madrid el fin justifica los medios? Por favor, quiero respirar, quiero vivir en mi Madrid, tranquilo, sin crispaci¨®n; quiero urbanistas con sentido com¨²n. ?Tanto pido?- Jorge B. Zof¨ªo. Madrid.
Por culpa de nuestros votos y, sin duda, para nuestro mal, el gobierno de nuestra ciudad hab¨ªa ca¨ªdo en manos de un grupo de furios¨ªsimos megal¨®manos que, so pretexto de ciertos infaustos juegos deportivos, y bajo promesa de un fabuloso ma?ana, hab¨ªa convertido nuestra vida toda en un horrible torbellino de obras, ruidos, suciedad, problemas de tr¨¢fico...
Torbellino del que saldr¨ªamos endeudados para los pr¨®ximos mil a?os y entre la rechifla de los due?os de las grandes constructoras y de obra p¨²blica, cuyos nuevos dirigentillos de nivel medio superior ser¨ªan, casualmente, parientes de los componentes del grupo de furios¨ªsimos megal¨®manos...
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.