Una modernidad de refresco
LOS MUSEOS japoneses excluyen casi todo lo que podr¨ªamos esperar encontrar en la modernidad, por as¨ª decir, normal. As¨ª, en las representaciones pict¨®ricas, vemos a la diosa Kannon cabalgando sobre un drag¨®n, biombos con motivos florales, mujeres desnudas en el tradicional onsen o vestidas para la ceremonia del t¨¦, mariposas multicolor volando sobre las nubes o escenas sobrenaturales en los "dibujos flotantes" ukiyo-e. Resulta igualmente chocante descubrir que el fr¨ªo e hiperconceptual On Kawara est¨¢ representado en el Museo de Arte Moderno de Tokio con un extra?o trabajo, un lienzo de mediano formato donde se insin¨²an unas formas org¨¢nicas de exquisitez decorativa. Por lo dem¨¢s, s¨®lo unos pocos nombres de la escultura y pintura occidental nos avisan de la predilecci¨®n japonesa por las formas m¨ªnimas y planas, abstracciones como campos de color o escrituras en el aire: Rousseau, Arp, Pollock, Rothko, Bacon, Richter...
Hasta que el artista canadiense Jeff Wall tom¨® la obra de Hokusai (1760- 1849) como referencia de su gran diapositiva en color A Sudden Gust of Wind (1993), pocos cr¨ªticos habr¨ªan observado en el grabado japon¨¦s alguna cosa m¨¢s que motivos er¨®ticos o ex¨®ticos como reclamos de calendario. Y hasta quienes ven en los dibujos de fantasmas y duendes del gran Kuniyoshi referencias goyescas desconocen que, en realidad, su autor los hac¨ªa por encargo, sobre todo en verano, porque, seg¨²n cuentan, se cre¨ªa que el miedo refrescaba.
Con todo, hay que reconocer que el hecho de que la modernidad japonesa nos parezca tan remota es parte del valor que tiene para nosotros. Particularmente en los ¨²ltimos a?os, algunos museos y centros de arte est¨¢n rescribiendo las vanguardias, y hasta en arte contempor¨¢neo, en muy contados casos, parecen querer afirmarse con brillantez. Un ejemplo es el 21st Century Museum of Contemporary Art de Kanazawa, una ciudad situada entre los Alpes japoneses y el mar y que desde la posguerra ha sido, con Kioto, el centro cultural m¨¢s modernizado y menos restringido del pa¨ªs. Inaugurado hace tan s¨®lo un a?o, el museo cuenta con una bien dotada colecci¨®n de arte internacional, con obras de artistas como Cildo Meireles, Ana Mendieta, Pipilotti Rist, Carsten H?ller, Rebecca Horn, Giuseppe Penone, Damien Hirst, Philippe Parreno, Wolfgang Tillmans, Anish Kapoor o Gabriel Orozco. Dise?ado por el grupo de arquitectos SANAA, el edificio se asemeja a un enorme donut -en el sentido zen del "centro vac¨ªo"-, sin fachada ni espalda, y est¨¢ basado en el concepto de cadena de islas, con unas salas de exhibici¨®n di¨¢fanas y flexibles que aluden al policentrismo japon¨¦s y a las regiones remotas. Yukata Mino, su director, explica que si bien el Modernismo fue conducido por el esp¨ªritu de las tres emes -"man", "money" y "materialism"-, hoy d¨ªa se hace necesario reemplazarlo por las tres ces -"conciousness", "collective intelligence" y "co-existence".
Otros modelos m¨¢s ligados al business y a la moda son el Mori Art Museum de Tokio, dirigido por el ingl¨¦s David Elliot, un centro de arte sin colecci¨®n permanente que alberga el futurista edificio del Mori Tower en el barrio de Ropongui Hills, punto de atracci¨®n de los turistas que desean hacerse la foto en el mejor mirador de la meg¨¢polis. La Benesse Foundation, en Naoshima, una peque?a isla de las miles que pueblan el Mar Interior de Jap¨®n, tiene su principal atractivo en el edificio de Tadao Ando que corona la colina, aunque su colecci¨®n es de momento discreta y apenas valiosa. En la pasada edici¨®n de la Bienal de Venecia, la Benesse concedi¨® su premio a la artista brit¨¢nica Tacita Dean, por su obra titulada Palast, instalada en el pabell¨®n italiano que dirige Mar¨ªa de Corral, un v¨ªdeo que muestra con delicadeza pict¨®rica el reflejo de parte del edificio de "las mil ventanas", el controvertido Palacio de la Rep¨²blica de Berl¨ªn.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.