Abismos sensoriales
Desde hace una d¨¦cada, la trayectoria de Amador Magraner (Pollensa, Mallorca, 1957) tiene su centro en Alemania, donde su obra es acogida con aplicado fervor. Ahora tocaba retornar a la tierra natal, aquella de la que con v¨ªnculos tect¨®nicos -y esta vez no es un t¨®pico recurso estil¨ªstico, sino realidad palpable- brota su producci¨®n art¨ªstica. A Amador le ha correspondido realizar la instalaci¨®n que, como es tradici¨®n en los ¨²ltimos veranos, modifica un entorno tan marcado simb¨®licamente como el interior de la iglesia del Roser, tambi¨¦n conocida como iglesia del Convento de Santo Domingo. El templo, vac¨ªo de mobiliario eclesi¨¢stico, conserva un retablo y un ¨®rgano barrocos, as¨ª como una destacada talla g¨®tica. La instalaci¨®n de Amador ha puesto a dialogar estos elementos hist¨®ricos con la contemporaneidad de su lenguaje pl¨¢stico. En primer lugar, llama la atenci¨®n la cuidadosa meditaci¨®n que la ha precedido. Todo est¨¢ milim¨¦tricamente pensado para que cuaje en una pl¨¦tora de sensaciones. La iglesia, del siglo XIV, ha sido transformada en una suerte de cripta que nos retrotrae a un tiempo en el que el paganismo sensorial y el cristianismo meditativo todav¨ªa se solapaban, sin forzadas escisiones. El resultado es la recuperaci¨®n del templo como omphalos, ombligo del mundo, cosmos donde las fuerzas elementales, lejos de disgregarse, crean armon¨ªas asombrosas. Para lograrlo, Amador ha elaborado tres grandes paneles con resinas de poli¨¦ster y pigmentos. Dos de ellos crean el p¨®rtico; el tercero, el mayor, casi horizontal, se sit¨²a en altura, colgando del techo del templo a modo de gran fresco exento. Decimos "casi" en ambos casos porque son precisamente las ligeras inclinaciones de las piezas las que provocan efectos insospechados en el conjunto. Algo a lo que contribuye un espejo c¨®ncavo apoyado en uno de los paneles. Dependiendo de la distancia a la que se encuentre, el visitante se enfrenta a la imagen de su deformaci¨®n o a su desaparici¨®n en la infinitud de una sima o abismo c¨®smico.
AMADOR TEMPLO DEL CIELO
Iglesia del Convento de Santo Domingo
Pollensa (Mallorca)
Hasta el 30 de septiembre
Las luces cambiantes sobre las tres pieles org¨¢nicas (iconogr¨¢ficamente, arterias y nervaduras que son tanto una arquitectura como un ser vivo) rememoran el juego aparici¨®n/desaparici¨®n tan caro a las religiones. Unidas a los sonidos reunidos por el compositor Joan Valent como evocaci¨®n del viento que silba sobre los acantilados del norte de Mallorca, contribuyen a transportar al visitante fuera de todo tiempo.
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