Celt¨ªbera, romana y mud¨¦jar
La villa segoviana, famosa urbe vaccea y cuna del emperador Teodosio, posee uno de los castillos m¨¢s bellos de Espa?a
Ignoramos lo que ganan hoy el obispo de ?vila y el arzobispo de Sevilla, pero en tiempos de Enrique IV, don Alonso de Fonseca, que ci?¨® ambas mitras, era uno de los tipos m¨¢s ricos y rumbosos de Espa?a. Tan podrido estaba que, en 1467, dio un banquete en honor de la reina Juana y, a los postres, hizo servir en bandejas un surtido de piedras preciosas, golosina sobre la que las damas de la corte se abalanzaron como panteras, pues no engordaba ni pizca.
Para m¨¢s fasto y demostranza, el ¨¢gape se celebr¨® en el flamante castillo de Coca, que 14 a?os antes hab¨ªa comenzado a construir para don Alonso el alarife mud¨¦jar Al¨ª Caro -un nombre muy apropiado-, dot¨¢ndole de garitones ochavados, remetidos matacanes, molduras, canutillos, esquinillas, espigas, lacer¨ªas, atizonados... A?¨¢dase a esta bonita lista el material empleado, ladrillo ros¨¢ceo, y se comprender¨¢ que, entre los planes del fundador, no figuraba en lugar destacado el dar le?a a sus enemigos, sino envidia.
Al sur de la fortaleza, un verraco de granito evoca los d¨ªas en que la ciudad fue pr¨®spera
De hecho, salvo el rom¨¢ntico asedio del marqu¨¦s de Cenete, que intent¨® raptar a una Fonseca de la que estaba enamorado y acab¨® frito (le tiraron aceite), el castillo nunca vio luchas memorables. Eso no impidi¨®, sin embargo, que la ruina se instalara en ¨¦l: fue en 1828, cuando un infame administrador de la casa ducal de Alba, due?a a la saz¨®n del inmueble, se li¨® a vender sus tesoros, empezando por las columnas de m¨¢rmol del patio, a 40 pesetas la pieza.
En 1956, y como para compensar de aquella rater¨ªa, la casa ducal le alquila al Estado, por una peseta al mes, el elegante ruin¨®n, que se restaura para acoger a los alumnos de la Escuela de Capataces Forestales. Y tambi¨¦n a los visitantes que, encaramados a la torre del homenaje, contemplan estupefactos, como figurillas de una tarta nupcial, la rosa filigrana de los adarves almenados, el abism¨¢tico foso seco de 560 metros de per¨ªmetro, los jardines reventones de petunias, las casitas blancas de la villa y las alamedas de los r¨ªos Voltoya y Eresma, que se casan justo al pie del castillo.
En el ¨¢ngulo sur de la fortaleza, embutido en el muro del primer recinto defensivo, un verraco de granito evoca los d¨ªas en que Coca era una pr¨®spera ciudad de m¨¢s de 6.000 almas: una de las m¨¢s importantes de los vacceos, hasta que, en el a?o 151 antes de Cristo, el general romano L¨²culo, otro infame, enga?¨® a sus pobladores con buenas palabras y, una vez dentro, asesin¨® a todos los varones en edad de luchar, dejando el censo reducido a poco m¨¢s de los 2.000 habitantes que hoy tiene esta pac¨ªfica villa segoviana.
Otros dos cochinos berroque?os hozan en el jardincillo que hay junto a la puerta de la villa, un lucido arco que preside los ¨²ltimos restos -200 metros, m¨¢s o menos- de la muralla medieval de Coca. All¨ª mismo, intramuros, se alza un busto bronc¨ªneo del emperador Teodosio el Grande, nacido en esta localidad en el a?o 345. Mientras que, a orillas del Eresma, atestiguando la presencia romana en estos lares, quedan las ruinas de la calzada, la cloaca y el edificio de los Cinco Ca?os, ¨¦ste hermoseado con pinturas murales.
De los ocho templos que lleg¨® a tener Coca, s¨®lo permanecen en pie la torre mud¨¦jar de San Nicol¨¢s -que recuerda, salvando las distancias y los estilos, los campanarios rom¨¢nicos del valle de Bo¨ª- y la iglesia tardog¨®tica de Santa Mar¨ªa la Mayor, la cual atesora los mausoleos que varios Fonseca mandaron construir para s¨ª, no en fr¨¢gil ladrillo mud¨¦jar, sino en durable m¨¢rmol de Carrara.
Muy cerca de Coca, en la margen contraria del Voltoya, el ¨¢rea recreativa El Cantosal se presta a un agradable paseo por los bosques resineros que han dado nombre -y, hasta hace poco, buenos jornales- a esta comarca de Tierra de Pinares. Desde all¨ª veremos, descollando sobre la inmensa llanura arbolada, el m¨¢s sugerente perfil de una fortaleza que, en cinco siglos y medio, no ha tenido m¨¢s asediadores que un marqu¨¦s loco de amar y un ej¨¦rcito de pinos.
Mantecadas y pan artesano
- C¨®mo ir. Coca est¨¢ en el noroeste de Segovia, a 143 kil¨®metros de Madrid. Se va por la A-6 hasta Adanero y por la N-601 hasta San Crist¨®bal de la Vega, donde aparece indicada la desviaci¨®n a Coca.
- Qu¨¦ ver. Castillo mud¨¦jar (tel¨¦fono 617 573 554): abierto todos los d¨ªas, de 11.00 a 13.00 y de 16.30 a 19.00; visita guiada, 2,50 euros. La fortaleza es el punto de partida de un recorrido se?alizado con letreros, que permite conocer otros 12 monumentos de la villa.
- Alrededores. En Puras-Almenara (a 14 kil¨®metros): Museo de las Villas Romanas. En Olmedo (a 19 kil¨®metros): Parque Tem¨¢tico del Mud¨¦jar.
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