Los sindicatos sospechan que el Gobierno quiere "privatizar" a los docentes de religi¨®n

La reforma educativa propuesta por el Gobierno socialista tiene soliviantados a los profesores de religi¨®n de catolicismo en la escuela p¨²blica, independientemente de su tendencia ideol¨®gica o sindical. El motivo es que el proyecto de reforma remitido a las Cortes no dice nada sobre su estatus laboral, pero s¨ª lo han hecho algunos portavoces socialistas. Lo que han entendido muchos de los afectados es que el Gobierno quiere deshacerse de ellos. En concreto, la Federaci¨®n de Ense?anza de CSI-CSIF afirma que con el proyecto de ley de Educaci¨®n el Gobierno "echar¨¢ a la calle" a 17.000 profesores de religi¨®n de centros p¨²blicos para permitir que sean contratados por "una empresa, en este caso las diferentes iglesias".

Este sindicato advierte de que el Gobierno pretende que esos m¨¢s de 17.000 puestos de trabajo p¨²blicos sean "privatizados" al convertir a las iglesias en empleadoras de "unos trabajadores que siempre han sido empleados de la Administraci¨®n, como demuestran las leyes y la jurisprudencia del Tribunal Supremo". El sindicato asegura que no conoc¨ªa esta "intenci¨®n" del Gobierno, ya que no tiene "ninguna similitud" con lo planteado en anteproyectos anteriores. "Esta maniobra ha sido un enga?o a la sociedad, a la comunidad educativa y a los representantes de los trabajadores", agrega el sindicato. "No olvidemos que los centros son p¨²blicos, la direcci¨®n es p¨²blica, el trabajo se desarrolla en un centro p¨²blico, todo se presta para el servicio p¨²blico de ense?anza".

Desde 1998, los profesores de religi¨®n son contratados y pagados por el Estado, aunque su selecci¨®n la hace cada obispo para cada curso escolar. La tesis de los principales sindicatos de estos docentes, la Federaci¨®n Estatal de Profesores de Ense?anza Religiosa (Feper) y la Uni¨®n Sindical Independiente de Trabajadores Empleados P¨²blicos (Usitep), es que el sistema actual no debe tocarse, sino fortalecerse con contratos indefinidos, ajenos por tanto a la discrecionalidad de los prelados.